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Todos los capítulos de La tristeza de sus ojos: Capítulo 11 - Capítulo 20
52 chapters
Diez
EmmaLa mañana siguiente subí las escaleras de uno de los pasillos del instituto y me dirigí a la sala de proyección. Tenía la almohada pegada a la cara y a mi alma la había abandonado en mi cama en el momento en que sonó la alarma y mamá tiró de mis pies para que saliera de mi lugar de descanso.Era martes y ya sentía las ganas de que fuese fin de semana para dormir todo lo que yo quisiese. —¿Se murió alguien? —elevó las cejas cuando llegué a su lado.—Estoy cansada, Kendall. No me molestes. Rodó los ojos y me senté junto a ella.—Recién pasó la directora y nos avisó que la profesora no vendrá. —¿Ah, no? —pregunté contenta. —Creo que dijo que se enfermó o no sé qué
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Once
EmmaBusqué el Facebook de Aiden durante media hora, estaba decidida a encontrarlo, decidida a enviarle una solicitud de amistad, pero terminé por resignarme cuando no encontré el usuario que yo quería. Me mordí el labio, pensativa. Quizá no tenía Facebook. Esa red ya estaba bastante pasada de moda, casi nadie la usaba hoy en día, y quizá él no era la excepción. —Quiero ver algo —insistió Katherine otra vez. La niña se había pasado casi todo el rato pidiéndome que dejara de usar mi ordenador así ella podía buscar alguna película que le llamara la atención. Yo le decía que en un momento terminaba, pero no se quedaba conforme con la respuesta y seguía inquiriendo cuánto me faltaba para terminar. —Lo sé, Katherine —soplé
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Doce
EmmaEl día libre de ayer se había pasado volando y me quedé con ganas de seguir disfrutándolo viendo alguna peli o simplemente pegada a la cama, durmiendo un par de horas más.Me levanté de la cama maldiciendo entre dientes y me fui directa al baño a tomar una ducha. Me vestí con unos leggins de color negro y una camiseta algo desgastada que hace mucho no usaba. Tomé mis zapatillas y me las coloqué a los apurones cuando vi que se hacía tarde para ir al colegio y que apenas iba a tener tiempo para desayunar.Como supuse, no pude comer ni tres tostadas porque mis padres ya me estaban apurando para que me subiera al auto. Subí las escaleras para cepillarme los dientes y me di cuenta de que casi me olvidaba de meter el teléfono en la cartera.El viaje hasta la escuela se me hizo de lo más rápido, todo lo contrario a mis deseos; quer&iacut
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Trece
AidenNo tenía muchas ganas de levantarme, pero aun así lo hice. Tenía que hacerlo, tenía que salir de la cama y asistir al colegio. Ya me había dado el permitido de no venir el otro día por haberme tenido que ocupar de mi hermano ya que estaba enfermo. Le hubiese pedido a mamá que lo cuidara mientras yo no estaba, pero si no salía de ella misma... pedírselo hubiera sido una gran pérdida de tiempo. La conocía demasiado bien como para saber que no se iba a preocupar.Con suerte había logrado que se sintiera mejor para la tarde, su estómago no estaba tan mal como en la mañana, así que pude irme al trabajo más relajado. Cuando llegué a casa en la noche todos estaban durmiendo, hasta incluso mi madre; había entrado a su cuarto para asegurarme de que no volvió a traer a ese tipejo del demonio con el que solía salir y me
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Catorce
EmmaEl día casi llegó a su fin y sentí por primera vez en mucho tiempo que me la había pasado bien en el colegio. James me había hecho reír un montón y legró que le tomara un poco de cariño; volví a notar que no era nada que ver a cómo se comportaba cuando estaba rodeado de todos esos amigos suyos, conmigo era muy amable, atento, caballeroso, pero un mal contador de chistes, todo hay que decirlo. Sin embargo, por lo malos que eran, me causaban risa.Toda la clase de filosofía me la pasé con su compañía después de que me volviera a preguntar si podíamos o no sentarnos juntos para conocernos mejor. He de admitir que el recelo aún seguía en mí, y esperaba que en el futuro, si llegábamos a convertirnos en amigos, él siguiese siendo bueno conmigo.Los vellos de mi nuca se erizaron cuando Aiden se c
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Quince
AidenEl camino se acortaba y me iba poniendo más nervioso. Era la primera vez que iba a la casa de una chica, y aunque no era de esa forma, era la primera vez. Me preocupaba quedar en ridículo con ella, las matemáticas me costaban y me consideraba duro para entender ciertas cosas. Esperaba que Emma tuviera paciencia conmigo porque la iba a necesitar. Pero Emma no parecía ser de las chicas que se molestaban fácilmente por cosas simples, y su personalidad dulce me generaba confianza. Una de las razones por la cual escogí a Emma para que me ayudara era porque en una clase de mate había oído que la profesora la felicitaba por haber hecho todo bien. También porque era amable y porque si le pedía ayuda a Maddie —quien también iba bien en la materia— iba a quedar mal parado, como alguien que no sabía algo que al parecer a todos le resultaba
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Dieciséis
EmmaLas mariposas en mi panza amenazaban con explotarme. Estaba cansada de sentir tantas cosquillas, quería evitar eso que Aiden me provocaba con su simple presencia, pero por más que pusiera todo de mí para asesinar a aquellos insectos no podía hacerlo. No cuando me sonreía de esa forma.Sus sonrisas no tenían nada de otras intenciones, se notaba, pero me hacían dar unos calores en el cuerpo que él tranquilamente podía darse cuenta. Cada que me miraba cuando no entendía algo me daba una ternura bárbara, porque sus ojos detonaban esa preocupación con la que me miraba cuando me pedía ayuda para estudiar o cuando me pedía por favor que le volviera a explicar el tema con más calma.Creo que Aiden intentaba estar atento, pero que había algo que rondaba por su cabeza que no lo dejaba por completo para mí. Sus ojos estaban sobre los
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Diecisiete
EmmaLa cena no fue tan mala como esperaba, pero tampoco fue algo cómoda. Tener a Aiden en la misma mesa que mi padre era algo nuevo para mí. Como había dicho, nunca llevé a ningún muchacho a mi casa como para que se hiciera una cosa fuera de lo común. Me la pasé, literalmente, dura. En un principio, la conversación por parte de mi padre era escasa, no hacía mucha mención de nada, pero luego comenzaron a venir las preguntas hacia mi compañero y no pude evitar rodar los ojos en más de una ocasión.Miré varias veces a mi madre para que hiciera algo, pellizcarlo, quizá, pero no me hizo caso y el jefe siguió con las preguntas. Aiden estaba sentado a mi lado, parecía disfrutar de la comida y no reparar mucho en las interrogaciones. Quizá ya se esperaba algo como esto o quizá le daba igual o intentaba aparentar tranquilidad. &E
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Dieciocho
AidenHoy no había sido una de esas noches malas, una de esas noches estrelladas en la casa, sin nada interesante para hacer. Fue incómodo al principio, pero se tornó lindo cenar con la familia de Emma. Esas personas parecían ser unidas, amorosas y, a pesar de tener una enorme y hermosa casa y mucho dinero, daban la sensación de ser humildes, y era agradable estar en la misma mesa en la que una familia comía tranquilamente y no había discusiones, insultos, llantos o silencio.Nunca tuve la oportunidad de tener una familia como la de Emma, y aunque sabía que estaba mal envidiar, yo sí que la envidiaba... Su padre y su madre —mucho más el padre— parecían ser de los que preguntaban al invitado para que su hija no estuviera con mala junta, pero era más que entendible y me daba una linda sensación pensar que esa chica estaba en una familia que la quer&iacu
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Diecinueve
EmmaLa mañana siguiente me levanté pareciendo un zombi. Los mocos se me caían y parecía que mi garganta había sido rasgada con el rallador de queso. No me tomé la temperatura, pero al poner mi mano sobre mi frente supe que tenía fiebre. Mi cuerpo me dolía y no tenía ganas de levantarme de la cama, pero si no lo hacía mi vejiga iba a explotar. Me levanté a regañadientes y con mala cara y fui hasta el baño arrastrando mis pantuflas de Sullivan. Adoraba ese regalo de papá porque eran cómodas y los fines de semana, cuando me quedaba en casa todo el día, las usaba para no tener que andar con las zapatillas. Me gustaba estar suelta, relajada, pero lástima que hoy me sentía para el traste.Cuando toqué el agua me dio la sensación de que estaba helada, y eso que no hacía tanto frío. En realidad, estáb
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