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Todos los capítulos de El juramento de una obsesión: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 30.
Con la equivalente potencia y barbarie de un estampido intemperante, un escalofrío removió todo su cuerpo como si este fuese una imperceptible hoja seca desplomándose desde lo alto de un gran árbol. El miedo se irradió en sus ojos, no sabía que, pero en su pecho había un continuo martillar, súbito y agudo.Miedo, Adalia sintió miedo.Debía de hacerlo.Ambicionó subir las escaleras no queriendo ver el grotesco rostro de Derek, ni estar al tanto de a que se debía su visita, ni hablarle, ni que este la desconcertara a tan prematura hora del día su perecedera armonía, ubicó un pie en el escalón superior, volviendo sobre sus pasos en el mayor sigilo que su delgado cuerpo le aceptaba, a la par que meneaba sus pasos cautelosos, aquella rubia se inquiría diversas cosas, pero la primordial cuestión que empantanaba a su mente era:¿Por qué su padre no estaba trabajando?
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Capítulo 31.
 Una contorsión de confusión explicita se bosquejó en el rostro de James, mientras que en el de Adalia se acentuaba la desesperanza, el miedo y desasosiego a flor de piel, sensaciones que aguijoneaban sus entrañas al liberar aquello que por tanto tiempo la sofocó, que tantas noches de desvelo tempestuoso le proporcionó. Aquello que la estaba emponzoñando de enmudecer por casi cinco meses completos.Ella yacía parada a unos treinta centímetros de su padre que era por dos cabezas más alto que ella, vestía aquella pijama gruesa, descalzos estaban sus pies, pestañaba reiteradamente tratando de no desplomarse del nerviosismo incesante que tiraba su piel y a su vez, convencerse de que aquello era solo una pesadilla de la que algún día despertaría, sus manos trepidaban como nunca, su garganta estaba empezando a doler, y su rostro se estaba empezando a inyectar de un
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Capítulo 32.
 Los azules ojos de su padre se atestaron de pasmo, el hombre se interpuso entre el paso a la gran ventana y sujetó a rubia fémina con numerosa potencia por su fina cintura cuando cayó en cuenta de la locura que esta cavilaba llevar a cabo.—¡Adalia! ¡Tranquilízate! Jaló su fino cuerpo con considerable pujanza y la apartó enteramente de la amplia ventana, entorpeciendo aquella enloquecida idea que había franqueado los destrozados recovecos de su tan exasperada mente ahíta de congoja, la sensatez y la prudencia ambicionaban desbandarse de su cuerpo en una situación así, desleírse, añublar sus sentidos como si hubiese pasado un narcótico; solo el suicidio era su única senda de escape, solo muerta ella podría liberarse de Derek y su perturbadora y tan enfermiza locura, aquellos eran los pensamientos que detonaban en su mente mientra
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Capítulo 33.
 Un golpe virulento se adhirió en su mejilla y volteó su cuello destempladamente.Dos.Tres.Cuatro golpes, aturdiéndola, enrojeciendo su rostro, más de lo que estaba. Impactos a los que ella no logró reaccionar plenamente, cuando otro más fuerte la abatió con agresividad.Él la sujeto con toda su cólera y fuerza por el cuello, alzándola y ansiando impactar su enclenque cuerpo contra el suelo reiteradas veces hasta percibir como sus huesos rugían y se partían en pequeños trozos, hasta ver como la sangre emergía a piélagos de sus ojos hermosos y por su boca tan suave de labios blandos, la cual nunca podía mantener cerrada, sin embargo, sorprendentemente logró contrarrestar aquel impulso, caminando con ella sostenida entre las manos y arrojando su cuerpo con violencia sobre la cama.Ella se sentó de inmediato y ab
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Capítulo 34.
 Los ojos de Derek parecían aislar toda la demencia del cosmos y aglomerarla en una, como si cada nimio anhelo malsano de todos sus antecesores se hubiese aglutinado a su mirada cada vez que se direccionaba a aquella rubia.Él observaba sus muñecas con esmero, siempre amaba observar largos ratos sus muñecas, en especial, su mano derecha, de dedos finos guarnecidos con aquella agraciada y tersa piel que se pintarrajeaba fácilmente de rosáceo ante cualquiera que la prensara, sus uñas, largas y delicadas se distinguían como un ornamento más que él a veces acariciaba, podía asegurarse que Derek tenía un fetiche enfermo con las manos de Adalia, igualmente con olfatear desesperada y continuamente su cabello, como si fuera su segundo oxígeno, siempre lo olía con demasiada desesperación, se arrojaba el cabello de ella en el rostro y lo olía, como si se muriera
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Capítulo 35.
Los cuerpos húmedos de ambos permanecían revestidos con suaves toallas de bambú, una tela más profiláctica contra las bacterias que las demás, asimismo eran transpirables, ideales para el calor que castigaba sin compasión al estado de Florida, aquellas toallas eran las que él mismo había llevado en sus enormes y saturados equipajes.Le molestaba el solo hecho de que otro tipo de toalla que él abominaba palpase la piel de la fémina, por ello llevó bastantes toallas, para que ambos siempre las emplearan juntos al momento de ducharse, justo como el efigie de sublime pareja que él tenía bosquejado en su mente enferma. Para que exclusivamente las cosas que él quisiera y consintiera franquearan y rondaran por la tersa piel de ella, una piel que él consideraba de cierta forma solemne, sagrada, que, solo él tenía la oportunidad, el derecho y la po
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Capítulo 36.
                                                                                 3 días después.Él no era delicado, le arrancaba muchos mechones de cabello cada vez que pasaba el cepillo por este; la había sentado sobre la cama y ahora le peinaba como si ella no pudiese hacerlo por sí misma. El cepillo tiraba de su frágil pelo con violencia y ella solo estaba allí, sentada sobrellevando el dolor mientras que Derek estaba de cuclillas, peinándola y observándola.Él ya estaba peinado, su cabello perfectamente retraído hacia atrás con gel permanecía, tan solo hacía falta peinarla a ella. Para que, según Derek, acabara de lucir hermosa y perfecta.Derek
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Capítulo 37.
Era una temporada muy calurosa, en donde el abrazante calor invadía hasta el más remoto lugar, que penetraba sañudamente por todas las viviendas y todos los establecimientos; pese a esto, en ocasiones ella sentía frío. Mucho, demasiado frio calando sus huesos, corrientes pertinaces de frío perforaban su cuerpo como un cuchillo enorme que tenía el único propósito de asesinarla, ella a veces temblaba mucho a causa del gélido céfiro.Temblaba como si supiera que traería el futuro. Como si el futuro se estuviese reproduciendo a modo de una película en su mente y su cuerpo respondía a las imágenes que veía. Como si supiera aquello.¿Quién podría imaginar algo como aquello?¿Quién?Nadie, a pesar de todo... Nadie nunca imaginaría algo así.Sería inesperado y la vez, totalmente
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Diario: Parte I
              🌟Aclaración rápida: El diario de Derek se divide en varias partes. Comienza cuando él tiene 16 años. Y sigue hasta su edad actual. Algunos bloques estarán divididos según la edad que Derek tenga al momento de narrar en su diario. ¡Gracias por leer!                         🌟🌟🌟                     16 años. No sé de quién o qué debería escribir aquí.Dicen que si escribes las cosas que vives puedes controlar los sentimientos a los que más les temes, al menos eso leí. No le temo a lo que siento, jamás he sentido temor a nada, ni a nadie, no temo, yo nunca temo, padre dice que jamás debo de sentir miedo, que el miedo no es de
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Diario: Parte II
                 17 años.Casi nunca sueño. La mayoría del tiempo son solo pesadillas. Veo cosas a mi alrededor. Pero siempre es la misma cosa. Siempre es lo mismo y... ¿me da miedo eso? Creo que más bien, es una agónica e insoportable curiosidad. ¿Por qué siempre me veo en sueños? ¿Por qué aquello siempre sale en mis sueños? ¿Por qué siempre aquello se escucha en mis sueños? No tiene sentido. Literalmente no tiene sentido. Creo que estoy jodidamente loco. Las pastillas que me da papá me están volviendo loco. Odio esas malditas pastillas. Las odio malditamente mucho. Creo que ellas me dan esas horribles pesadillas en donde además de verme, también me escucho. A veces estoy gritando y otras veces susurrando, moviendome de aquí y allá o a veces muy, muy quieto. En mi pesadilla de ayer estaba de espaldas y a penas giré, era yo, vaya, si era yo, pero mayor, no sé por qué era yo más mayor, solo sé que luego s
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