Con la equivalente potencia y barbarie de un estampido intemperante, un escalofrío removió todo su cuerpo como si este fuese una imperceptible hoja seca desplomándose desde lo alto de un gran árbol. El miedo se irradió en sus ojos, no sabía que, pero en su pecho había un continuo martillar, súbito y agudo.Miedo, Adalia sintió miedo.Debía de hacerlo.Ambicionó subir las escaleras no queriendo ver el grotesco rostro de Derek, ni estar al tanto de a que se debía su visita, ni hablarle, ni que este la desconcertara a tan prematura hora del día su perecedera armonía, ubicó un pie en el escalón superior, volviendo sobre sus pasos en el mayor sigilo que su delgado cuerpo le aceptaba, a la par que meneaba sus pasos cautelosos, aquella rubia se inquiría diversas cosas, pero la primordial cuestión que empantanaba a su mente era:¿Por qué su padre no estaba trabajando?
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