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Todos los capítulos de Volviendo loco al jefe : Capítulo 41 - Capítulo 50
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No soy 100% feliz
Alice incluyó a Lucrecia en la terapia de su hija, pero lo único que detectó fue un bloqueo emocional muy fuerte por parte de Lucrecia. La cual no parecía enterarse de lo fuerte que vivió o pretendía muy bien que no le interesaba. —Lucrecia entiendo que tienes una filosofía y bloquear y evadir funciona para ti, pero tu hija no. —Lo comprendo, pero no puedo cambiarlo. —Puedes cambiar cómo le afecta a Priscila. —¿Entonces...? ¿Qué? ¿Quieres que mienta?—Alice respiró profundo y tomó de las manos a su amiga. —Lucrecia, voy a contarte la historia de alguien y tú tienes que decirme como te sentiste al final. Priscila, tú también. —Bien —Ambas aceptaron. Acordaron que con una seña de Alice, las dos hablarían. La terapeut
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Tan solo una mirada
Lucrecia  despertó y recordó su primer año con Héctor  fue dulce, respetuoso y siempre estaba emocionado por escucharla. Por entenderla y darle afecto. Lucrecia estaba muy enamorada y lo estuvo durante cuatro años, podía estar segura de que después de firmar los papeles de matrimonio entendió que no funcionarían a largo plazo y luego estaban los cumpleaños de Priscila,  cada año deseaba que pasara el siguiente y su hija pudiese descubrir la verdad y encontrarse con ella en algún lugar, lejos, muy lejos de su papá, incluso había pensado que su hija iría a la universidad y ella aprovecharía para huir o algo solucionarían porque desde los siete años, Priscila entendía que el juego en el sótano no era un juego, era una forma de secuestro explicó un día y le pareció una buena definición para un niño d
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Pareja del siglo
Lucrecia vio a Alonso, tenso, viendo. Max, su novia se acercó al grupo y le dio un beso en la mejilla, era alta e impresionantemente guapa, no le sorprendía que tuviese dos novios. Quizá… solo quizá ella necesitaba tener dos hombres ocupándose de su cuerpo… pero Alonso no parecía del tipo que estaría de acuerdo con eso. Necesitas dejar de sumar a Alonso en tu vida, se dijo mientras le veía con pena. —Vecina… estamos esperándote cuando quieras. Apunta mi número. —Apunta el mío, es que lo apagué porque un hombre me insultó. —¿Alonso? —dijo Max. —No la insulté. Discutimos. —Alonso vio a Lucrecia con los ojos entrecerrados y a Max con los brazos cruzados. —Tuvimos una conversación de pareja. —No somos una pareja. —Bueno, siempre que la meto dos o más veces en un lugar estoy en una relación L u c r e c i a. —A mí tienes que pedírmelo A l o n so. Maximiliano vio a Alonso y le dio un golpe en la cabeza, porque él
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Mamá oso
Lucrecia estaba sorprendida con la intensidad de trabajo, es que si los materiales se queman hay demasiados fuegos pequeños que se tienen que arreglar y Sebastian y Carrick tenían totalmente las espaldas de su mejor amigo en ese sentido. Cash consiguió más  material para los que tenían necesidades urgentes de la compañía de sus padres, Sebastian  desembolsó dinero a Alonso para pagar a los que tenían pedidos que eran imposibles de cumplir sin lo que se había quemado y Lucrecia y su insistencia junto a la de  Cash consiguieron que la materia prima y más material hecho por otra compañía, pero de la misma calidad o muy similar llegase como indemnización a otras empresas. Alonso y Priscila estaban sentados, reunidos en la estación de policía de Postville, junto a sus abogados y a los de la aseguradora y ambos estaban en silencio mientras leí
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Colores
Lucrecia vio al rededor y se dio cuenta de que no estaba cerca de nadie que había caminado lo suficiente al bosque como para que no todo el mundo le escuchase convertirse en una mamá dragón. Recordó el primero vez que tuvo a ese pequeño bebé que salió de su pequeño cuerpo, estaba impresionada, era tan frágil y se había prometido que estaría ahí para su hija todos los días de su vida. Pero acababa de gritarle a su novio porque le había dicho que sus hijos mantenían una relación romántica. Lucrecia caminó en silencio mientras le pedía al universo una respuesta, un poco de paz, entendimiento y amor, amor para ella y su hija, porque ella sabía que no eran perfectas, pero con solidez, esfuerzo y mucho trabajo habían construido un puente en el cual pasaba demasiada información. Por qué su hija sentía que no l
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Cambio de look
Alonso tenía una teoría desde que se había convertido en tío por primera vez. Cada que sentía la necesidad de tener otro hijo olía a alguno de sus sobrinos pequeños y hoy era el turno de Alba y el de Vero, las hijas pequeñas de Ellis y Valentina. El joven estaba contándoles una historia que se acaba de inventar y las dos le veían como su fuese Dios, pero eso le recordaba las pocas ganas que tenía de volver a empezar como papá. Estaba casi terminando, después de diez años de pañales, visitas al doctor no se sentía en condiciones de ser padre de nuevo y qué tal si ella moría y tenía que hacerlo solo. —Tío Ali—Le sacó su sobrina de sus pensamientos. —¿Viste sirenas?—Vi un barco pirata —Alba se quedó quieta viendo a su tío. —¡Qué experiencia
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Libertad
Priscila estaba encantada con la idea de que su mamá quisiera a alguien demasiado como para querer pasar todo el tiempo con él, incluso cundo Alonso es desesperantemente estúpido para todo eso del amor. Valentina decidió mover la fiesta a su casa, porque estaba segura de que cualquier look trágico ameritaba un poco de privacidad y espacio. Priscila respondió desde el auto de Sebastian a su madre. Priscila Mamá, eres una adulta. Eres inteligente, guapísima, joven, estás forrada y lo más importante es que estás libre. Eres libre de tener una relación sana, con un hombre normalmente raro. Alonso está aprobado TEMPORALMENTE y su en algún momento te hace algo LITERAL lo mato. Lucrecia no tenía palabras para describir lo que sentía. Uno de sus mayores temores en la vida era perder
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Naturaleza
Lucrecia dijo que sí y todos rieron. Alonso le puso de vuelta en el suelo y fueron hacia el interior de la casa de Valentina. La joven pasó por lo que en algún momento fue un glamuroso pasillo, pero sus hijos tenían convertido en un espacio de arte, con dibujos familiares y rayonasos. A Valentina le gustaba pasar por ahí, le recordaba que era el lugar para su familia, sus bebés y su amor. —Tengo que explicarte, somos una familia muy musical y nos gusta competir con el karaoke. —comentó Valentina. —La máquina de esta casa no está alterada —Dijo viendo hacia su hermano. —¿Quién sabe qué le pasó a la otra?—respondió fingiendo desinterés Alonso. —No vas a aceptarlo nunca. —No fui yo—Respondió y sus amigos rieron porque obvio sí ha
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Reglas
Alonso esperó a que sus hijos se fueran de la sala para darle otra calada a su cigarro y con cara de indignación seguía viendo a Lucrecia, la cual soltó el humo que estaba reteniendo y le devolvió la mirada de  molestia, había pasado la vida bajando la mirada ante las personas que no estaban de acuerdo con su forma de ser, su forma de actuar, lo mal que saltaba o la forma en la que los dedos de su mano se cruzaban al aterrizar de un salto.   —Lucrecia...—Empezó a decir cuando vio a Samuel y Priscila pasar con los bolsos.  —Siéntate—Señaló el sillón y le quitó el cigarro. Ella  lo botó por el ventanal y le vio a los ojos antes de decir: —Estamos dando pasos gigantes, Alonso, y yo voy solo hacia adelante. Lo más que puedo ir de aquí es romper contigo o que trabajes conmigo. Tú decides. No voy a mentirle nunca a mis hijos, eso incluye a los tuyos, no soy menos que nadie. No soy más que los que no tienen y sobre todo no voy a me
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Aclaraciones
Priscila había visto a su mamá enojada con ella unas cuatro o tres veces, todas ellas porque la había descubierto mintiendo. Entonces, la joven había sido bastante expresiva y clara con respecto a lo que creía su hija debía de  hacer. —No me han querido contar y por mí todo bien. Cuando estén listos. Pero, necesitamos reglas reales. No soy quién para decir qué está bien o mal porque vivo más en el mal que en el bien y estamos claros de que no soy perfecta,  pero, eres mi hija y tú eres un niño al que quiero y por el cual me intereso. Así que nada de pasarse a habitaciones, se van a ver en luz pública, a escondidas o con permiso y nada de sexo. —¿El sexo?—repitió Alonso. — ¿Vas a prohibirles el sexo?Para Alonso eso era tan tonto como prohibirles salir, porque lle
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