Después de que Lucrecia le diera una rápida repasada a la maravillosa vista de la ciudad, Alonso se sentó para sacar la comida de las bolsas. La vio seriamente y dijo: —Ok, no le puedes contar a nadie que comimos en Rico´s. ¿Puedes fingir que es tu descubrimiento?—empezó a sacar las cosas. La verdad es que le gustaba muchísimo el restaurante, tanto como para llegar a la conclusión de que en su tiempo de jubilación podía dedicar su vida a hacer cosas parecidas. Comidas llenas de queso, fritas y bebidas con cantidades inexcusables de azúcar, era perfecto, lo único malo era que también es el restaurante favorito de su padre en toda la ciudad y odiaba que tuviesen tantas cosas en común. —¿Estas son quesadillas de solo queso? —preguntó encantada —Son mis favoritas. —En serio, las mías iguales, quesadillas no frijoladas ni aguacate, ni ensalada, queso. —Gracias, vivimos en México y soy alérgica a los frijoles, lo odié todo el tiempo.
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