CAPÍTULO 92. ¿QUÉ HICE...?
Era delicioso sentirlo. Sí, quizás fuera una alucinación, quizás fuera un sueño, pero cualquiera que fuera la forma de tener a Leo, Mía la agradecía. Sentía que las luces danzaban al borde de sus ojos aun cuando los tenía cerrados, sobre su cabeza el techo se perdía, dejando paso a una madrugada llena de estrellas, y sobre su cuerpo el cuerpo de Leo se movía despacio.Alargaba la mano y aun así no podía tocarlo, solo sentirlo. Lo escuchaba llamarla, decir su nombre en medio de la niebla que los envolvía. Buscó la boca de aquella sombra y no le permitió irse esa vez, no le permitió separarse de ella como hacía tantas veces. Gimió cuando sintió sus manos subiendo por la cara interna de sus muslos, su boca jugueteando suavemente con sus pechos, su barba haciendo cosquillas deliciosas sobre su vientre.—Leo… —todo su
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