Cuando veo entrar a Laura con su m*****a sonrisa, siento cómo todo se me revuelve por dentro. Es como si el demonio se apoderara de mí, pero trato de controlarme.—Hola a todos —dice ella, dándole un beso a cada uno. Cuando llega a Máximo, le sonríe coqueta.—Hola, primito —y, delante de mí, le planta un beso cerca de la boca, lo que lo pone incómodo —Ah, hola, Lia, no te había visto —¡maldita puta!—Hola, Laura —le dedico una sonrisa falsa.Hablamos un rato en la sala y, durante todo ese rato, la perra de Laura no dejaba de mirar a Máximo, lo que me ponía furiosa. Así que me levanto bruscamente, llamando la atención de todos.—Si me disculpan, estoy un poco cansada, así que me iré a descansar hasta mañana —todos se despiden, pero Max viene detrás de mí y yo no le prestó atención.—Lia... oye, Lia, te estoy hablando —toma mi brazo y hace que lo mire.—¿Qué te pasa? —dice confundido por mi actitud.—Me extraña, Max. Un hombre tan inteligente como tú y no sabe lo que le pasa a su esposa
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