Caigo al suelo sintiendo un dolor punzante en mi espalda. Solo logro escuchar los gritos de Máximo y los de Ed gritando que no me duerma.—Lía, preciosa, no cierres los ojos— visualizo el rostro golpeado de Ed, quien toma mi mano dándome un toque de tranquilidad.—Pobre Lía, va a morir.—¡Déjala tranquila, Julieta! —grita Máximo con impotencia al no poder acercarse.—Vas a sufrir, Máximo, te voy a dar donde más te duele, y sé que esta chica te importa mucho, así que prepárate para verla morir— vuelve a levantar su puñal y, cuando lo va a clavar, las sirenas de la policía comienzan a sonar, haciéndonos saber que están cerca.—¡Joder! Te salvaste, perra, pero pronto vendré por ti— me da una patada justo en la herida y caigo al lado de Ed, algo mareada, mientras él sale con sus hombres. Ed me mira preocupado y le grita a Máximo que llame a una ambulancia.—Tranquila, Lía, todo estará bien.—Tengo miedo, Ed— digo en un susurro.—Aquí estoy, tranquila— Máximo se acerca y toca la herida para
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