Me moví en la cama y mi rostro fue iluminado con los rayos del sol que se filtraban a través de la tela de las cortinas. Gruñí un poco y volví a girarme, estaba demasiado agotada, mi noche había estado repleta de continuas pesadillas y un malestar intenso me había atacado a media madrugada. Parecía imposible que tan rápido hubiera amanecido, casi no había descansado nada; pero, tenía que cumplir con mis responsabilidades, no podía seguir obviándolas.Entre gruñidos, bajé mis piernas hasta que mis pies tocaron la mullida alfombra y lentamente fui incorporando mi cuerpo, dejé caer mis brazos contra mis muslos y el roce me provocó escozor. Abrí los ojos al instante y la claridad inundó mi vista, intenté ponerme de pie, pero al hacerlo, unas náuseas intensas se adueñaron de mi estómago, luego un rugido me asustó y
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