Durante un gran periodo de mi vida pensé que la felicidad era un plato prohibido para mí. Tal vez porque había hecho algo sin darme cuenta, o que no era merecedora de cosas buenas en mi existencia. Nunca he sido creyente, ni lo seré a estas alturas de la ecuación, pero creo que hay algo, llámalo, Dios, Karma, o en el más extremo de los casos, destino.Y el destino me ha llevado de nuevo a él.Siempre hemos tenido nuestros altos, nuestros bajos y nuestros «estamos al límite», pero qué sería de la vida sin alguien con quien poder compartir tus pensamientos, tus inquietudes, tus ilusiones... lo que te conforma como ser humano de este lugar llamado mundo.Ahora tengo la certeza de que Sam será mi compañero del crimen lo que nos reste de vida.Todo esto cruza mi mente mientras Sam atraviesa el umbral de la habitación conmigo en brazos. Le exigí
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