El peso de su cuerpo, la carga de sus pensamientos, el terrible peso de sus sentimientos… Todo era tan cruel, todo era tan doloroso, tan duradero. ¿Por qué no solo los podía borrar?, ¿Por qué tenían que seguir revoloteando a su alrededor como crueles hadas del mal?En medio de aquel espacio envuelto en negrura, pudo sentirlo de nuevo: los dedos alrededor de su cuello, que apretaban con malicia; el ardor en su espalda, el dolor que partía de su pecho y se extendía hasta el más mínimo rincón de su cuerpo.Sin importar el tiempo, podía recordar a la perfección cómo se sentían cada uno de esos momentos y, cuando lo hacía, su interior se descomponía: su cuerpo temblaba, su mente, su cerebro, se descolocaba, y él solo deseaba que terminara. Solía orar por eso y a veces, solo a veces, pasaba… se terminaba y creía que ser&iac
Leer más