«Asesino».
¿Esa mujer de verdad había dicho esa palabra? ¿De verdad usó ese adjetivo para referirse a Minato?, ¿por qué?
Los ojos de Akari se abrieron de par en par, y contempló la dureza instaurarse en el rostro de un Minato cuyos ojos le demostraron que esa no era la primera vez en la que se referían a él de esa forma, y que, a pesar de eso, el dolor de la palabra existía en el fondo de su ser.
—Era el apellido de mi madre —dijo el rubio.
Para sorpresa de Akari, Minato aún era capaz de hablar con calma, a pesar de que esa anciana solo seguía subiendo el volumen y tono de su voz.
—Mi madre y mi padre se amaron, y amaron también a cada uno de sus hijos —continuó el rubio. Su mirar se encerró en la dama mayor con dureza—, ¿por qué debo dejar ir eso?
—¡Tu padr
Ya eran dos o tres horas desde que llegaron al hospital junto a la ambulancia. Akari llegó en el auto con los abuelos de Minato y uno de sus hijos, en medio de la más terrible incomodidad de su vida, mientras que Yahiro, que al parecer era uno de los médicos tratantes del rubio, se fue junto a la ambulancia.Era la primera vez que escuchaba sobre esto.Ya pasaban de las doce de la noche, y ninguna noticia sobre el estado de Minato había sido comunicada. Permanecía en la sala de espera, junto a un señor mayor que no pronunció una sola palabra desde que se sentaron ahí. Dos sillas más lejos, la señora Haruka y su hijo no dejaban de replicar por el hecho de que aún permanecían en el lugar.Akari no entendía por qué sucedió esto, ¿o tal vez sí?Comprendía que lo ocurrido en la casa de Minato, y lo que pasó aquella vez en el call
El peso de su cuerpo, la carga de sus pensamientos, el terrible peso de sus sentimientos… Todo era tan cruel, todo era tan doloroso, tan duradero. ¿Por qué no solo los podía borrar?, ¿Por qué tenían que seguir revoloteando a su alrededor como crueles hadas del mal?En medio de aquel espacio envuelto en negrura, pudo sentirlo de nuevo: los dedos alrededor de su cuello, que apretaban con malicia; el ardor en su espalda, el dolor que partía de su pecho y se extendía hasta el más mínimo rincón de su cuerpo.Sin importar el tiempo, podía recordar a la perfección cómo se sentían cada uno de esos momentos y, cuando lo hacía, su interior se descomponía: su cuerpo temblaba, su mente, su cerebro, se descolocaba, y él solo deseaba que terminara. Solía orar por eso y a veces, solo a veces, pasaba… se terminaba y creía que ser&iac
Akari entró a la habitación, cuyo silencio solo era perturbado por el sonido de las constantes vitales del rubio que, justo ahora, miraba sus puños, recostado en la cama. A esa distancia parecía perturbado, quizá porque despertó y descubrió lo sucedido, o por lo que pasó antes de que se desvaneciera.Yahiro, tío de Minato, salió de la habitación unos diez minutos antes de que él entrara, y le dijo que el rubio ya se encontraba despierto, y que todo parecía estar bien con él. Y el pelirrojo fue bastante explícito al decirle, cuando él preguntó si podría entrar a verlo: «Minato dijo que podías entrar, en algunos minutos más», lo que llamó su atención con fuerza. «Él tiene que meditar un poco, solo dale algunos minutos y luego entra», agregó antes de irse, porque necesitaba arreglar el pape
Los avances en la tecnología de resolución de crímenes eran fantásticos y, entre ellos, el ADN era la carta de triunfo, el golpe final.Y en eso estaban hoy: Takeuchi Yuuto fue por fin localizado.Mori Hikaru recibió el día anterior, desde la policía de la prefectura de Saitama, una notificación por coincidencia con uno de los retratos que se distribuyeron desde Tokio y, aunque se encontraba en su día libre, terminó por ir al lugar solo para verificar ese hecho por su cuenta.La conclusión fue simple: la segunda persona que aparecía en los retratos de Minato Hamilton existía, su nombre era Takeuchi Yuuto, y estaba muerto.La policía de Saitama encontró el cuerpo metido en una bolsa de dormir, en un parque público, y con un avanzado estado de descomposición. El cadáver aún no era reclamado por nadie, porque desd
—Senpai… sobre lo que le hablé la otra vez, ¿encontró algo al respecto? —indagó el rubio, mirando hacia Nakahara.El tema se desvió, pero poco importaba.Nakahara resopló con propiedad, y llevó la cabeza a un costado.—Tengo algunos detalles y asuntos para confirmar, pero… nada concreto. Como es una investigación personal, voy más lento.Minato asintió, comprensivo.—Ya veo… está bien. —Sonrió.Nakahara detectó curiosidad en el menor, y decidió continuar:—Sin embargo, Mori-kun y yo estamos llevando todos estos progresos sobre la investigación al margen del resto de nuestro personal. —En Minato se pintó la duda y la extrañeza tras escucharlo, pues era impropio.»Tenemos sospechas de contaminación a nivel interno, es por eso.&mda
Todo parecía estarse dificultando en estos días, y Akari se sentía aislado de las situaciones. No era tonto, notaba ese aire de tensión formándose a su alrededor, y en especial en Minato, quien parecía estar ocultándole algo.Después de lo que pasó con la familia del rubio en su departamento, Minato estuvo hospitalizado hasta el sábado anterior, y después regresó a sus actividades como si nada. Desde allí, pudo comprenderlo un poco mejor.Eran obvias las razones por las que al otro no le gustaba hablar de lo sucedido; es decir, hasta él estaba teniendo problemas para lidiar con todo eso que escuchó, con su imaginación, con su mente maquinando momentos terribles que el rubio tuvo que haber vivido, el profundo trauma que generó en él.Tras preguntarle sobre lo sucedido después de su desmayo, Minato le dijo que, por intercesión
Abrió los ojos de par en par al escucharlo y tragó con dureza; ¿por qué Akari decía esas cosas?, ¿cómo era capaz de decirlas? Volvió a tragar y resopló. Pudo sentir su pulso acelerarse, y todo gracias a lo que el mayor le dijo.Nunca nadie había hablado tan bien de sus quemaduras: su primera novia prefería tener sexo en la oscuridad para no verlas, y la última le dijo con claridad que no le gustaban, por lo que jamás se quitó la camisa en su presencia.A él tampoco le gustaban, no solo por el pasado, sino por lo que representaron a lo largo de su vida.Sintió a Akari moverse y despegarse, y lo siguiente que vio fue su rostro, justo frente al suyo, y cómo lo miraba con un serenidad extraña, hasta que cortó las distancias y le plantó un beso.Y claro que correspondió en seguida, porque eran contadas las veces en
Llegó a casa entrada la noche con el firme deseo de no querer hacerlo, estaba preocupado por Minato, por su estado tras lo sucedido en su departamento instantes atrás; pero también pensaba en lo que hablaron más temprano sobre Saga Itsuki, y en cómo les diría a sus hermanas que debía invitar a un sospechoso de la muerte de sus padres, a su comida conmemorativa.Miró la hora en su reloj, más de las nueve treinta.Matsuri, después de los saludos, se levantó a calentarle la comida, en tanto el subió a cambiarse la ropa.Se deshizo del bolso, que dejó en el sillón al costado. Se quitó el saco y la bufanda, después la corbata y la camisa, y lo dejó todo de forma ordenada sobre el colchón, hasta quedar con el pecho descubierto.Deshizo el cinto de su pantalón y comenzó a quitarlos; se sentó a la orilla de la cama par