Su nuevo apartamento era un lugar más bien pequeño; en el que, en realidad, no cabía más que un sillón de dos plazas; su cama, arrinconada contra uno de los muros; una pequeña mesa, que la haría de escritorio también, y el amplio librero que solía llenar de libros, materiales, discos y películas. El resto de los muebles que solía tener su familia decidió guardarlos para cuando el muchacho decidiera mudarse a algún lugar más amplio.Caminó hasta la ventana y se asomó para ver a la gente en el exterior ir y venir, como si quisiera hipnotizarse con aquello. Suspiró de forma ruidosa. Caminó hasta la mesa y colocó una hoja sobre la misma, buscó un bolígrafo, y comenzó a escribir aquella carta de despedida que Ryū le hubiera animado a escribir. Observó aquel bolígrafo en su mano, y desviaba su mirada hacia aquella ho
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