10Esa noche, justo después de tres días de ocurrida la violación, finalmente, soñó. Había estado tan preocupada por ese asunto que su mente no era capaz de desvariar en otras cosas, ni siquiera cuando dormía. Pero, por suerte, comenzaba a soñar (o creía hacerlo), una prueba evidente y contundente para creer que todo iba cicatrizando, y aquellos recuerdos comenzarían a difuminarse al igual que el humo de cigarro.
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