Inicio / Romántica / EMPERATRIZ / Capítulo 31 - Capítulo 40
Todos los capítulos de EMPERATRIZ: Capítulo 31 - Capítulo 40
54 chapters
CAPÍTULO 31. SOBREVIVIR
Rodrigo Antes de que el barco llegue a puerto, me doy cuenta de que hay varios yates pequeños repartidos por toda la costa oeste de la isla. Ya están ahí y no puedo usar mis estrategias comunes.En una situación como esta normalmente llamaría a Mateo, y él haría su magia cibernética para poner a mi disposición a los peores más cercanos a mi posición. La cuestión es, que no poder hablar con Mateo es lo que nos tiene precisamente en esta posición; y los peores que conozco que están ahora mismo demasiado lejos de mí como para llamarlos.Me doy un puñetazo mental porque no preví esto. Lizzie está aterrada y una parte del mí quiere decirle «te lo dije» en todos los idiomas que conozco, pero la otra sólo está concentrada en traer a mi hija de vuelta.Me importa un rábano quién
Leer más
CAPÍTULO 32. DOS POR EL PRECIO DE UNA
Lizzie Miro a Rodrigo y un mal presentimiento me estremece. Este corrientazo detrás de la nuca que anuncia el desastre… ya lo conozco, lo viví una vez cuando no tenía más que ocho años. Entonces fue viendo la cara de mi madre, y ahora es viendo la cara de mi esposo.Aprieto a mi hija contra mi pecho y me asalta el instinto por escapar. ¿Pero escapar a dónde? La isla está rodeada y estamos a kilómetros del muelle. Es una situación sin salida y estoy desesperada en el más estricto sentido de la palabra. Me siento impotente y débil porque sé que no puedo hacer nada, y odio eso.Rodrigo y Zolo se alejan unos pasos y los veo conversar con voz muy baja. De cuando en cuando miran en nuestra dirección y los veo negar o asentir en dependencia, imagino, de cuánto logran ponerse o no de acuerdo. Finalmente regresan y Rodrigo nos empuja suav
Leer más
CAPÍTULO 33. CACERÍA
CAPÍTULO 33 Rodrigo La sonrisa de Al-Saad cuando ve a Lizzie arrodillada en el suelo me revuelve el estómago. Es un misógino asqueroso y casi casi dio saltitos de alegría cuando me vio golpearla. Sé que le guarda un rencor oscuro, porque después de todo es la mujer que se interpuso entre él y su honor familiar durante casi dos años, y estoy seguro de que, aunque no lo demuestre a simple vista, está calculando cada vejación a la que va a someterla cuando la tenga en su poder.Mis puños tiemblan cuando da la orden para que se las lleven, así que los meto en mis bolsillos. Zolo ayuda a Santiago a levantarse, y cuando el ultimo auto y el último hombre de Al-Saad han desaparecido de mi vista, dejo ir en voz alta esa maldición que tengo atravesada entre pecho y espalda.Conduzco como un maniático hacia el muelle. Zolo carga a Sant
Leer más
CAPÍTULO 34. HALIMA
Lizzie Tengo un nudo alojado en la base de la garganta. Uno de esos nudos que no puedes tragarte, pero que te quitan las ganas de llorar, porque está lleno de miedo y de impotencia. Abrazo a Aitana contra mí, y casi agradezco que tenga la manía de cerrar los ojos cuando se asusta.Yo también quisiera cerrar los míos y aislarme del horror que hay fuera de mí, pero a diferencia de ella, yo sí puedo escuchar cada orden y cada palabra soez que se escapa de la boca de Al-Saad. En las insoportables horas en que hemos estado bajo su absoluta vigilancia, me he dado cuenta de que es repugnante. Quisiera decir que es un cerdo pero los pobres animalitos saldrían muy ofendidos.No entiendo qué fue lo que Anna vio en él como para abandonar sus costumbres y seguirlo hasta aquí.Escucho que habla con uno de sus asistentes, pero aguzar el oído es por gusto, porque no entiend
Leer más
CAPÍTULO 35. AL AMPARO DE LA NOCHE
Rodrigo —¿Sabes que Lizzie te va a cortar los huevos, verdad? —dice Diego y sé que lo hace para aligerar el ambiente, que se ha tornado absolutamente insoportable.Cruzamos el Mar Rojo y desembarcamos en algún lugar de la costa cerca de Yanbu, era el sitio más seguro por donde podíamos entrar. Me habría encantado ahorrar tiempo con uno de los aviones pero no puedo, el sitio donde tienen a Lizzie y a mi hija está en el medio del desierto y sería demasiado evidente, los pondría sobre alerta y necesito la menor resistencia posible.—Yo se los cortaría —lo secunda Zolo y veo que Archer frunce el entrecejo—. Tenías que haber visto cómo le pegó, literalmente la mandó al suelo.—Zolo, no seas teatral —me defiende Mateo levantando entre sus dedos el aplicador, que tiene digitalmente conectado a su tableta—
Leer más
CAPÍTULO 36. SI VINO POR TI...
No puedo dormir. Mi cuerpo está absolutamente cansado pero mi cerebro dice que dormir el peligroso. Si me duermo me pueden quitar a Aitana. Finalmente busco una alternativa. Primero pongo un par de muebles detrás de la única puerta de entrada, y reviso bien las paredes, llenas de tapices, para asegurarme de que no hay ninguna puerta detrás de uno.Revuelvo los cajones de la estancia y encuentro un par de tijeras. Las uso para cortarme algunos cabellos y agradezco tenerlos suficientemente largos. Puede no parecerlo, pero el cabello es una de las cosas más fuertes y menos visibles, así que es justo lo que necesito. Aunque la tarea es difícil y estoy absolutamente agotada, logro trenzar mechos de tres o cuatro cabello, ato eso a una muñeca de mi hija y el otro extremo va amarrado a una de mis manos. Apenas si se ve, pero si tratan de llevarse a mi hija seguro sentiré el tirón. Paso la noche en un
Leer más
CAPÍTULO 37. SOCIÓPATA ALTAMENTE FUNCIONAL
 Rodrigo Estoy muy lejos de ser un asesino profesional, pero sé exactamente lo que hago y el daño que provoco cuando el cuchillo hace su recorrido de regreso cortando carne, músculos, tendones, hasta casi llegar al hueso del codo por la parte interna.En cuanto esa mano se retira de la garganta de mi mujer, siento el peso de Lizzie en mis brazos y mi cerebro se convierte en una máquina fría y concentrada. La veo tratar de respirar con dificultad, pero está viva y eso es lo importante. Jalo una túnica que está tirada cerca y que imagino que debió llevar puesta antes de quedar en este estado…La mera idea hace que mis dientes rechinen. La cubro como puedo sin perder de vista al cerdo de Al Saad, y no me molesto en limpiar la sangre que le ha salpicado encima. La abrazo con fuerza y su reacción es instintiva, se prende de mi cuello y su boca impacta contra la m&i
Leer más
CAPÍTULO 38. LA LUZ
Lizzie Cierro mis ojos por un instante y siento que el cansancio me consume. Estamos en un avión, luego puedo sentir el movimiento de un auto y por último los brazos de Rodrigo que me levantan en vilo. quiero despertar, tengo tantas cosas que decirle… pero simplemente no puedo abrir los ojos, hace tantas horas que no descanso tranquila que es como si toda la adrenalina me hubiera molido los huesos.Por desgracia, una parte de mi sueño profundo se ve interrumpida por oscuras pesadillas, he pasado por sentimientos tan negativos últimamente, por emociones tan extremas que es una suerte que solo abra los ojos asustada y no dando gritos de terror.Siento el brazo de Rodrigo ceñirse en torno a mi cintura y una paz inmensa me invade. Vino por mí, no sé por qué lo dudé siquiera un segundo, sabiendo la forma tan brutal en la que luchó incluso contra mí misma, para t
Leer más
CAPÍTULO 39. UNA AFRENTA QUE NO PUEDO PERDONAR
Rodrigo. Escucho el grito de Lizzie y mi primer instinto es echar mano del arma que tengo en el cajón de mi mesa de noche. Normalmente no hay un arma ahí, pero anoche llegué tan cansado que no tuve ganas de estar hurgando en la caja fuerte para meterla.La rastrillo y me dirijo al baño en una posición defensiva, esperando encontrar a alguien atacando a mi esposa, pero todo lo que veo es a Lizzie hecha un ovillo a los pies del lavabo, con la frente apoyada en las rodillas y los brazos rodeándose las piernas, como si fuera una niña pequeña a la que acaban de gritarle severamente.Miro a todos lados buscando quién pudo atacarla pero no hay ni un alma. Lanzo la pistola sobre la plaza de mármol y me arrodillo frente a ella, que sigue gritando.—Lizzie… ¡Lizzie! —la llamo pero es como si estuviera sumida en la peor de las pesadillas—. ¡Lizzzi
Leer más
CAPÍTULO 40. LIZZIE, ¿QUIÉN ES...?
Lizzie Me siento en la cama de golpe y uso las manos para cubrir mis ojos. Estoy sudando y tengo breves destellos de la pesadilla que me despertó, pero no logro concretar una secuencia de imágenes completa. Me desperezo un poco y miro a mi lado, donde Rodrigo duerme a pierna suelta y ronca como un rinoceronte en celo. ¡Ah, no! ¿Era “león”, verdad?Han pasado ya dos semanas desde que Rodrigo nos rescató de Al-Saad. En estos días me ha puesto al corriente de todos sus negocios y ¡vaya que me equivoqué con él! La historia de su vida, y la historia de la vida de sus hermanos, no ha sido nada simple, pero en cierta forma creo que se han edificado solos, tal y como hicimos las Craven. La diferencia es que nosotras le vendimos el alma al diablo, o sea a Ruben -que quiere parecer diablo y no puede evitar convertirse la mayoría de las veces en un ángel guardi&aac
Leer más