Harry caminaba hacia la iglesia, con pasos cautelosos. Ni siquiera sabía cómo podía seguir caminando después de todos esas semanas en las que su verdugo entraba a su habitación y usaba su cuerpo a su uso y antojo. Había mantenido una distancia prudente entre su amigo y él, por orden de esa persona que por más que intentaba saber quién era, fracasaba.Se sentó lo más alejado posible, cuidando de que su trasero no saliera más jodido de lo que ya estaba, ver al padre Liam dar la misa había sido algo muy bueno para él, se sentía tranquilo al escucharlo, por lo que tal vez pensó que diciéndole lo que le estaba pasando podía tener un poco de paz.— Padre Liam —jaló la túnica de éste, llama
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