El plan B de la novia
A solo una semana de la que prometía ser la boda del año, mi mundo se tambaleó. Ricardo Guzmán, mi prometido, me soltó la bomba: antes de casarse conmigo, se casaría con Sofía Mendoza, su primer amor.
¿La razón? Cumplir la última voluntad de la madre recién fallecida de Sofía.
—Su mamá siempre quiso que ella se casara con un buen tipo —dijo, como si nada—. Yo solo estoy cumpliendo el último deseo de la señora, no te hagas ideas raras.
Pero nuestra boda era crucial: la empresa lanzaría su colección de joyas "Amor Eterno" ese mismo día, un proyecto millonario. Su respuesta me heló:
—Son solo unos cientos de millones de dólares, ¿qué importan comparados con la piedad filial de Sofía? Si tantas ganas tienes de ganar ese dinero, pues búscate a otro para casarte, ¿no?
Sus palabras crueles fueron la única verdad que necesitaba escuchar. En ese instante, todo encajó. Sin dudarlo, tomé el teléfono.
—Hermano, necesito que me presentes a alguien más. Voy a necesitar un nuevo novio para la boda.