Nunca conoces a quien tienes al lado
—No logro sacarte de mi mente...
Era ya de noche, y él me besaba con hambre y ganas. Él era mi esposo, pero por error y de mentiras.
Una vez, yo estando toda borracha, una cosa llevó a la otra y me lo terminé follando, pero lo que nunca pensé era que el asunto pues se me saliera de las manos.
Entonces yo, una señorita de la alta alcurnia, no tuve más remedio que permitir que dicho arruinado se casara conmigo y se convirtiera en mi esposo.
Debido a la mucha insatisfacción que yo sentía y a mi nulo deseo de estar con él, me encargue de hacerle la vida de cuadritos, entonces lo humillé, abusé de él, le di cachetadas, puños y patadas, y me aguantó cuanto regaño o insulto se me saliera, pero él en cambio pacientemente nunca se enojó, y siempre mantuvo hacia mí una actitud dócil y gentil
Pero algo en mi corazón fue cambiando con el tiempo, y justo cuando poco a poco me fui enamorando de él, me pidió el divorcio. Al parecer ese joven gentil y lleno de virtudes del pasado de repente se convertía en un hombre calculador a quien yo quizás no conocía.
Mas, sin embargo, y por las vueltas que da la vida, mi familia pasó de la abundancia a la escasez, pero a él eso no le importó y estuvo allí para socorrerme, el marido virtuoso aquí alguna vez pisé y traté como mierda, se convirtió en mi único apoyo.
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