Un error irreparable
Cuando mi suegra sufrió un ataque al corazón, su hijo, el especialista en cardiología, estaba ocupadísimo cocinando para el tonto gato de su ex novia.
¿Aún sentirá algo por ella?
Lo llamé varias veces a su celular para pedirle que me ayudara a socorrer a su madre, pero su dichosa respuesta fue:
—Estoy ocupado trabajando.
Y, sin más me colgó la llamada.
Mi suegra murió en la mesa de operaciones, mientras él llevaba a su primer amor a un dichoso concierto.
Al día siguiente, volvió a casa y me vio sosteniendo la urna que contenía las cenizas de su madre. Furioso, me lanzó de manera agresiva las bolsas de regalo que traía en las manos.
—¡Valeria incluso le compró a mi mamá prenda! Pero solo sabes hacer farsa con su ayuda.
Renegué con decepción
—Ya no está tu madre… ¿De qué sirve comprar la ropa?