En los brazos de mi caballero Santoro.
Giuliana Montessi, la orgullosa mujer que dedicó toda su energía a perseguir al inalcanzable y apuesto Leonardo Ferrara, finalmente logró su objetivo: convertirse en la señora Ferrara.
Por él, bajó agacho la cabeza tal princesa que renuncia a su orgullo.
Sin embargo, después del matrimonio, descubrió que en su corazón aún existía una sombra imborrable, un amor del pasado que nunca desapareció.
Giuliana se convirtió en un chiste andante de la alta sociedad.
En una discusión desesperada y llena de histeria, saltó desde un edificio como la peor terca del mundo, y la escena, grabada con mala intención, fue difundida por toda la red.
Se convirtió en el blanco de las burlas de toda la ciudad.
Al despertar, Giuliana había perdido todos sus recuerdos sobre él.
—Señor, ¿puedo saber quién es usted?
Leonardo la miró fijamente, con una expresión llena de odio.
—Giuli, fingir amnesia es un truco demasiado viejo. No voy a divorciarme de ti.
Sin dudarlo, Giuliana se dio la vuelta y se marchó sin mirar atrás.
Tres años después…
Una niña adorable y llena de vida tropezó por accidente y cayó en los brazos de Leonardo.
Cuando él levantó la vista y vio a la mujer que había perseguido en sus sueños durante años, su corazón no resistió y, sin pensar, murmuró:
—Giuli… La niña...¿nuestra hija...?
Giuliana, con una sonrisa indiferente, se aferró al brazo de un hombre elegante y apuesto que estaba parado su lado.
—Leonardo, te presento al padre de mi hija.