Desnuda ante la mirada del duque
Si tuviera que empezar a contar mi historia sería desde el día que me subí en aquel avión, con rumbo a una vida mejor para recuperar lo que me habían quitado. Mi único propósito en aquella travesía era trabajar duro, pero el destino me tenía algo diferente preparado, enamorarme del nieto de la anciana que cuidaba, y el problema no era eso, sino quien era él.
Detrás de cada persona siempre hay un libro lleno de vivencias, el mío estaba lleno de borradores que fueron acabando con mi autoestima, con la confianza en los hombres, hasta que llegó él y decidió ponerme la vida en bandeja, era yo la que tenía que jugar con esta y ver lo que se sentía al estar en la cima más alta y viéndolo todo desde arriba. Pero había un problema en todo esto, y es que no era la mujer que él necesitaba, porque Lars era el duque de Baden, un diamante en todo su esplendor y yo solo una piedra barata que no pegaba ni con cola con él.
Mientras su arrolladora mirada me observaba, mi alma danzaba en lugares desconocidos.
Ante él, siempre me sentía desnuda, y me hacía ser lo que no quería mostrar a nadie, me ocultaba bajo una fachada falsa, y lo único que conseguía con eso fue dejarlo mirar en lo más profundo de mi ser.
Fue un error caer, y los errores se suelen pagar con precios elevados.
Yo, ... A mis veintidós años en un país ajeno en busca de esa esperanza para volver a recuperar a mi bebé.
De valientes, es decir: Yo no me merezco esto. Pero de ganadores, es decir: Merezco una oportunidad.
Y yo no sabía en qué punto poner. ¿Valiente o ganadora?
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