conquistando a un mafioso
No tenía corazón... pero quería el suyo.
Todo lo que sabía de la vida era ira y violencia. Dolor y sufrimiento. Matar o ser asesinado.
Yo era un “Ejecutor1” de “La Ruina”, un sindicato de la Bratva, la Cosa Nostra, el Cártel y cualquier otra facción del crimen organizado que se dedicara a los aspectos más oscuros y crueles de la humanidad.
Un agente libre al que se le pedía que hiciera cosas para las que los hombres más débiles no tenían estómago.
Y cuando te rodeas de la muerte durante el tiempo suficiente, pronto no recuerdas lo que se siente al estar vivo.
Y entonces la vi. Era una cosita frágil que intentaba ser fuerte. Pero me di cuenta que había visto demasiado horror en el mundo, demasiado de lo feo dentro de la gente. Debería alejarme. Sólo la hundiría más en la oscuridad.
Pero por primera vez en mi vida, sentí una agitación en mi pecho, esta protección y posesividad hacia otra persona viva. Y fue doloroso. Me hizo sentir vivo.
Lina trató de ocultar lo rota que estaba, pero yo era un viejo amigo de estar arruinado. Ella tenía secretos que yo descubriría. Porque por primera vez en mi miserable vida, quería algo para mí. Sentí algo más que apatía e indiferencia.
Quería poseer la inocencia a la que ella se aferraba. Quería abrirla y consumirla para mí.
Podía mirar sus ojos azules, demasiado confiados, y sabía que la mutilaría. Mataría por ella. Y eso se convirtió en nuestra verdad cuando su pasado volvió por ella, cuando mi presente intentó destruirla.
Creyeron que podían llevarse la única cosa que siempre quise para mí. Se equivocaron.
Cuando la miré, sentí que parte del monstruo que me hizo ser quien era volvía a mi alma negra. Nunca se iría...
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