Mi primer amor, mi obsesión.
—Sé lo que debes estar pensando, y probablemente soy un imbécil y te estoy haciendo daño, pero no puedo. Es lo que quiero y…
—Eres muy egoísta y lo sabes, ¿no?
—Sí, no debí hacerlo. Perdóname, perdóname —suplicó.
—¿Tienes idea de lo que acaba de suceder? Quizás para ti no signifique nada, pero para mí… —sollozó—. No puedes irte.
—No puedo quedarme.
—Eres un imbécil. Acabado de perder la virginidad con un puto imbécil. —Lloró—. Tienes razón. Puede no haber sido una violación, yo accedí, pero sí abusaste de mí, . ¿Qué derecho tenías? Pensé que… que… —tartamudeó.
—¿Que te quiero? Te quiero, Amy. Sí, te quiero.
—No lo suficiente como para… pensar antes de actuar —sollozó.
—¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
—No te vayas.
—No puedo. La decisión está tomada.
—¡ENTONCES VETE AL INFIERNO!
Se sentía completamente rota. ¿Qué clase de broma de mal gusto era aquella? ¿Por qué diablos jugaba con ella? ¿Cuál era la gracia de todo aquello? ¿Por qué la había ilusionado de aquella manera?
Desde aquel día el mundo de Amy se derrumbó. El muchacho por el que hubiera dado todo, no solo la había usado, si no que se había marchado, poco después, sin mirar atrás.
No obstante, pese al dolor que sentía, no pensaba dejar de vivir.
Brendan Warren quedaría enterrado en el pasado.
O al menos, eso creyó, hasta que 12 años después, el destino de nuevo sus caminos entrelazó.
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