Hermana, me gusta tu esposo
Gi Dominguez
—Sí acepto.
La novia, tenía la sonrisa más resplandeciente, en todo el salón. Su pareja, la miraba con aire soñador esos ojos brillaron el momento que ella, no pudo evitar sonreír enormemente.
—Yo también acepto —comentó y finalmente el cura que estaba enfrente de los dos, los nombró marido y mujer.
Ambos se besaron, después de dichas palabras y en ese preciso momento fue cuando mi corazón se quebró.
Suspiré y bajé la mirada, sintiéndome en parte culpable.
Estaba enamorada del esposo, que recién se había casado durante tantos años.