CAUTIVADA POR EL BESTIAL RUSO
La bestia que rasga mi nunca se sacia, devorando todo a su paso en un festín de caos y desolación. Mi existencia se desliza entre las grietas de la sangre y la muerte, una danza macabra que nunca cesa. Es mi destino, mi maldición, el impulso incontrolable de destruir que late en lo más profundo de mi ser.
Pero entonces, como un susurro suave en medio de la tormenta, ella aparece. Su presencia es como la promesa de la primavera, un rayo de luz que atraviesa las sombras más oscuras de mi alma. En su mirada encuentro la calma que anhelo, el refugio que nunca creí posible.
Ella es la brisa cálida que me invita a detenerme por un instante en medio del vendaval, el faro que guía mis pasos a través del caos. En sus brazos encuentro el consuelo que tanto he anhelado, y por un fugaz instante, el invierno en mi se disipa, dejando paso a la cálida promesa de la primavera.
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