Capítulo 99
Después de que Santiago fue a gestionar la fianza, regresé a la celda. Como no tenía nada que recoger, estaba a punto de irme a descansar en la cama un rato cuando, de repente, una persona se lanzó hacia mí.

Yo tenía la espalda contra un estante de metal donde se guardaban las cosas. Aunque cualquier persona normal habría resultado herida si la atacaran de esa manera, especialmente yo, que tengo el cuerpo con placas y tornillos de acero, si esa persona me hubiera derribado con toda esa fuerza, lo mínimo sería quedar en silla de ruedas.

Al no estar preparada en absoluto, y estando distraída en mis pensamientos, cuando me di cuenta de que esta persona me estaba atacando, ya no tuve tiempo de correr.

Justo cuando estaba a punto de caer, una mujer de aspecto imponente que estaba cerca extendió la mano y me agarró, arrastrándome hacia ella.

Antes de que pudiera reaccionar, me susurró al oído:

—Si puedes salir, sal rápido. Alguien quiere hacerte daño.

—Ella sabe que acabas de sufrir una lesi
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