Capítulo 103
Él se veía más cansado que esta mañana. Aunque llevaba la misma ropa que en la rueda de prensa, ya no parecía ese hombre elegante y seguro, sino todo lo contrario: decaído y frustrado.

Se tiró de la corbata que ya no podía apretar más.

—Esmeralda, creo que Santiago ya te ha comentado sobre la situación afuera, y lo grave que es todo esto.

—Sí, ya me comento.

Parece que no esperaba que, a estas alturas, yo estuviera tan tranquila, tan relajada. No pudo evitar decir:

—Esmeralda, ¿qué es lo que realmente piensas? ¿Sabes lo grave que es todo esto? ¿Sabes que, aunque ahora te disculpes públicamente con Luna, ya es demasiado tarde?

—Sí, lo sé bien.

Al escuchar mi respuesta tan sencilla, él no pudo más y aporreó la mesa con fuerza. Una fuerza tan intensa que casi se rompe la mano.

No entendía por qué estaba tan enojado y, con algo de indecisión, le pregunté:

—¿No es esto pues lo que querías?

Se quedó en silencio un momento y luego respondió:

—¿Cómo va a ser esto lo que quiero?

—¿No dijiste qu
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