VIII. MI CORAZA

Ese mismo día…

Summer.

El viaje fue suave y tranquilo, casi no hay autos y con la música sonando en los altavoces el tiempo corre sin siquiera sentirlo, llegamos a su casa de la playa, esos cincuenta minutos en la carretera se me hicieron pocos. Una sensación de añoranza y melancolía me recuerda los días que mi padre me llevaba al garaje y salíamos a probar los carros que él mismo arreglaba, el potente rugir de esos motores de lujo, la brisa en la cara y la complicidad que compartíamos, la mejor época de mi vida.

El auto de Scott, es como comer helado de fresa, tan suave y ligero que se derrite en tu boca, imposible tener solo una cucharada, pero no hay más carretera, por lo que la parada es obligada en el estacionamiento de lo que parece ser una casa de playa más en la zona.

—Me tienes impresionado Summ

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