Damon:El príncipe de hielo le dio vueltas a su baso con wiski, intentando enfriar con el hielo que se mecía en su interior aquel liquito amargo. Solo un vago intento por calmar el fuego que ardía en su interior, un fuego que parecía no tener piedad alguna.La pequeña niña dormía a su lado, acostada sobre su pierna expuesta, mientras que el le acariciaba el cabello con suavidad. Durante algunos minutos largos, el príncipe había observado a su pequeña con cierta calidez y ternura, hasta que comenzó a notar algunos rasgos que le recordaban a su enemigo.Rápidamente, Damon se encontró observando a la pequeña con el rostro fruncido y los labios apretados. El no la odiaba ni nada semejante, pero si aborrecía al hombre que le había concedido la vida. Odiaba a su padre.—Señor, ya dejamos a la señorita Smith en el lugar indicado—dijo Casper acercándose lentamente, con cautela, advirtiendo con firmeza sobre sus acciones.—¿Tienes hombres ahí plantados? —pregunto Damon con calma, en un tono lo
Emily paso una mano por su cabello, mientras detenía finalmente el vehículo frente a la mansión de Damon. Con movimientos lentos y firmemente marcados, ella descendió y se aproximo a la entrada principal.Allí, al pie de la pequeña escalera estaba el rey de los rusos, junto a Casper. Emily sonrió con somnolencia, mientras se aproximaba a ellos. Evito mirar demasiado en dirección a Casper, puesto que tenia la mala costumbre de marcar a sus objetivos de forma visual, igual que los animales.—Buenas tardes, muchachos… ¿se cansaron de espiarme? —ronroneo ella con diligencia, mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.Ella lo sabía. Había notado el vehículo que la seguía a cierta distancia, como también así a los hombres apostados alrededor de la mansión de Samuel.Resultaba absurdo pensar que los hombres de Samuel no se habían percatado de su presencia, en cada rincón del lugar, por lo tanto, solo había una respuesta posible, el les había permitido estar allí.Tanto Damon como Samuel ten
—¿Dónde estabas? —pregunto Samuel con los músculos de su rostro totalmente tensos.Emily lo ignoro por completo, mientras se dirigía al vestidor, quitándose la ropa lentamente. Sabía que Samuel estaba tan enfadado como el mismísimo infierno, por eso tenia que ocupar todas las estrategias posibles para evitar que la situación se volviera imposible de controlar.—En la mansión de Damon—respondió ella mientras se quitaba los aretes de piedras finas y costosas.Resultaba inútil y totalmente absurdo intentar mentir. Emily sabia perfectamente que Samuel la estaba vigilando y desconfiaba de ella demasiado como para no conocer sus movimientos.—¿Qué hacías ahí? —dijo el a sus espaldas. Samuel la seguía igual que una sombra, marcando cada movimiento de su cuerpo siguiendo las vibraciones de su corazón como si se tratara de una especie de imán.En otra vida, en otro momento, ver a Samuel siguiendo su cuerpo, sus movimientos, la habría encendido mas que cualquier caricia intima. Pero ahora, tene
Emily se quedo en silencio, intentando mantener su rostro inmaculado, libre de cualquier expresión que la traicionara. Pero el pánico era muy difícil de esconder, en especial cuando lo mas preciado para ella estaba siendo amenazado. Su vida estaba en juego.—Samuel…—comenzó a decir ella con lentitud—, no tengo ningún motivo para que me perdones la vida.Sea cual fuera la respuesta que el italiano estaba esperando, no era esa. Los labios de Samuel se separaron ligeramente mientras tragaba duro, sosteniendo su mirada con dura firmeza.—Entonces, debo hacer lo que se supone que debo hacer—dijo el italiano con tono áspero y letal, mientras apretaba el rostro de Emily, no con fuerza, sino con la intención de que no apartara la mirada—… Emily… por favor, dame un motivo para no hacerlo.Los ojos de Emily destellaron con un brillo particular, mientras contenía la respiración en un suspiro. Fue entonces cuando ella lo comprendió en su totalidad.Samuel era suyo.Aquel hombre tan cruel, vil y
Samuel:La presión en sus sienes se intensificó, no había nada que pudiera aliviar el dolor de aquella migraña que llevaba varios días atormentando. Ya lo había intentado todo, pero nada funcionaba.El motivo de dolor de cabeza de Samuel, él lo conocía muy bien. Emily.Aquel hermoso y astuto demonio se había convertido en el mayor tormento de sus pensamientos. Tenerla cerca le daba paz y al mismo tiempo lo inundaba de miedos, ella lo hacía sentir vulnerable de un modo que jamás había experimentado, sin embargo, el tenerla lejos no era consuelo de nada. Cuando Emily no estaba a su alrededor, sus pensamientos se proyectaban de un modo aterradoramente destructivo. Como ocurría en aquel preciso instante.Aquella mañana, Samuel odio con todas sus fuerzas tener que dejar a Emily desnuda en su cama. Más aún, siendo consciente de lo que iba a hacer.—¿Está de acuerdo, señor?—preguntó Valentino.Samuel parpadeo, sorprendido, arrancando sus pensamientos de la ensoñación en la que parecía esta
Cuando Emily se sentó frente al ruso, no pudo evitar esconder una sonrisa llena de regocijo.Damon la observó con total deleite, sin embargo fue Casper quien parecía guardar cierta reticencia ante aquella reacción.—¿A quien le clavaste los colmillos hoy para estar tan feliz, víbora?—siseo la mano derecha de Damon.Emily posó sus hipnóticos ojos en el bastardo junto a Damon, mientras daba un ligero sorbo a su bebida, para calmar así el veneno que amenazaba por salir de sus labios.—Hoy estuve mordiendo el trasero de varios de mis enemigos, Casper… no tientes tu suerte—canturreo ella con exagerada coquetería pomposa.
Damon:Su cuerpo se volvió de piedra ante los encantos de aquella hermosa gorgona. Los labios de Emily eran tan dulces y suaves como se los había imaginado en cada una de sus fantasías nocturnas.Aun así, aunque había delirado incansablemente noches con aquel momento, no pudo mover un solo centímetro de su cuerpo, porque sabía, con el corazón destrozado, que aquello no era real.Damon no era el rey de los rusos por simple suerte o herencia. No, él se había ganado su corona a base de tretas, estrategias y conspiraciones.Emily era muy feroz y hábil para identificar el deseo de los hombres poderosos, los podía leer mejor que a nadie. Pero si ella era la reina de
El impacto de la cachetada fue brutal, tanto así que doblo la cabeza de Emily a un lado, dejando el conocido rastro de dolor y calor que la acompañaba.Sus ojos celestes se llenaron de lágrimas mientras volvía el rostro hacia su padre.—¡Como pudiste! —grito el hombre iracundo, con su rostro redondo enrojecido ante la rabia.—Lo lamento, padre—comenzó a susurrar ella con un hilo de voz, mientras colocaba una mano sobre su propio rostro intentando amortiguar el dolor—, pero lo amo.Un error, Emily acababa de cometer el segundo error de aquella noche. Por desgracia, se dio cuenta demasiado tarde, cuando el impacto de la segunda bofetada se instauró en su propio rostro.Dolor, vergüenza y desesperación, todo su mundo se estaba viniendo abajo ante sus ojos.—No me hables de amor, no con un maldito bastardo como el, Emily—dijo su padre con un odio feroz, brutal—. Te utilizo… ahora no eres mejor que una cualquiera.—¡El me ama! —arremetió ella con las lagrimas cayendo por sus mejillas, al m