-Di todo lo que tengas que decir de una vez - su cara estaba sin expresión. No mostraba lástima, ni enojo; pero nadie más que él sabía la angustia que ocultaba.
Tomás se pasó el dorso de la mano por la boca. Regando la sangre por la piel lastimada - Fueron a inspeccionar su casa - el dolor marcaba su cara - y encontraron una bodega llena de artículos valiosos - inhaló aire con dificultad a través de sus labios - Con el comenzaron, pronto vendrán aquí - afirmó - ¡tienen que deshacerse de todo! - instó urgido - ¡rápido!.Pero nadie reaccionó a sus palabras. Isaac vio a los otros, ellos estaban igual de confundidos que él. "¿Que debería hacer?", se preguntaba. No podía perder tiempo. Habían muchas cosas que los delataban. Tenía que llevarse todo rápidamente. Dylan se levantó, sacudió su pantalón con notable molestia - ¿Que pasará con Lucas?.Todas las vistas se volvieron hacia Tomás. Meneando la cabeza, respondió - No sé - en un susurro.El miedo inuLos ojos de Isaac se posaron en Sofía, quien le devolvía la mirada sin inmutarse. Después, ella se levantó. Abrió el maletín por los pies de Isaac antes de decir - Le daré un último chequeo.Samuel recordó algo -¡Traeré la comida! - dijo para luego salir apresurado.Dylan hizo una señal a Matías y dijo - Tengo que informarte algo - Matías salió con él.Sofía se acercó a la cabeza de Isaac, envolvió el instrumento en su propio cuello; pero no lo usó al principio. En su lugar, extendió sus dos manos, colocándolas en la cabeza de Isaac. Sus dedos fríos provocaron que la piel de Isaac se erizara. Presionó sus sienes viéndolo fijamente , luego los dedos se retiraron; pero antes de que pudieran alejarse, Isaac los sostuvo con una mano. La piel era suave, haciendo desear a Isaac no tener que soltarla nunca.Sofía lo vio por un momento, con la otra mano colgando sobre su vestido. Esperando que Isaac hablara. Él, por otro lado, buscó una excusa para no dej
Matías dudó antes de ir a la cocina. Luego, regresó con un cuchillo. Lo puso en su cintura; mientras llegaba al tronco. De un saltó, alcanzó una rama. Se jaló de ella; a la vez que sus pies se empujaban desde abajo. Fue subiendo conforme cortaba todo lo seco. Pedazos de ramas caían una tras otra, cubriendo el suelo de hojas crujientes y marrones. Estaba por llegar a la parte más alta, cuando la puerta se abrió.Al ver el punto de donde las ramas caían, Dylan se alarmó - ¡¿qué haces ahí?! - los movimientos de Matías se detuvieron para ver el suelo.-Está cortando las hojas secas - informó Isaac.Dylan no le prestó atención. En su lugar, caminó hacia el árbol haciendo una seña con la mano - ¡baja de ahí!.Desde lo cima, Matías gritó - ¡Cortaré la última! - luego subió más.-¡No! - Dylan se golpeó el muslo con la mano - ¡baja!.Isaac observó su rostro fruncido, preguntándose si ese tipo no podía hacer otra expresión. Justo en ese mo
Con un objetivo en mente. Salió en busca de su equipo. Necesitaba informarles y comenzar inmediatamente a formular un plan. Caminó con pasos apresurados, pasando a través de las personas que se amontonaban una tras otra en la angosta calle. Como le urgía llegar, tomó el camino más corto, el cual, era la calle recta que pasaba por el mercado. Después de esquivar y pasar a través de varios puestos, logró salir a una calle más despejada. Sus pasos eran ligeros; pero contenían una velocidad admirable. Iba caminando; pero para la gente normal le sería difícil alcanzarlo incluso corriendo. A pesar de eso, sus pies no hacían el más mínimo ruido, tanto que si uno no lo viera no sabría que había pasado por ahí.Cuando estuvo frente a la casa de Dylan, recordó que la abuela se alteraba al ver personas desconocidas. Entonces, supuso que Matías estaría durmiendo en la casa de al lado. Fue a ese lugar. La puerta estaba sin seguro; así que le fue fácil entrar. En la parte de abajo no hab
Los ojos de Matías se enrojecieron. El corazón de Isaac saltó tan duro que retumbó en sus oídos. Pronto, las lágrimas comenzaron a acumularse y a salir, mojando las mejillas de Matías, dejando el rastro de sus pasos por la piel sonrosada. Rápidamente, Matías cubrió su cara con un brazo. Enjuagó las lágrimas, soportando el resto en el borde de los ojos - Hermano, no tengo quejas contra ti; pero … - inhaló.Para Isaac era la primera vez que lo veía llorar con tanto sentimiento - ¿Él te trata mejor que tu hermano? - no era un reproche; más bien era algo que quería oír de su propia boca.Automáticamente, Matías se alteró - ¡no! - meneó la cabeza - nadie puede compararse contigo.-Eso lo tengo muy claro - Dylan agregó tristemente.En un instante, las manos de Isaac aterrizaron en los hombros de Matías - entonces, ven a casa con tu hermano.Matías le sujetó los antebrazos - Hermano, yo no puedo olvidar lo sucedido - dijo suavemente. Isaac apret
Saltaron por los techos. Escondiéndose de la gente que podía verlos desde los patios. El sol desde arriba se sentía más intenso, en ocasiones, bloqueando su vista con un fuerte resplandor. Estando a una cuadra de distancia, tenían que cruzar la calle para llegar a la casa abandonada que estaba al lado contrario, corrieron por toda la orilla opuesta cuando vieron a un grupo formado. Todos llevaban uniformes, caminando ordenadamente con un solo compás. Las largas espadas colgaban de su cintura; mientras ocupaban sus manos con rifles cargados.Los guardias caminaban hacía el mismo destino que ellos. Isaac sabía que estaban en problemas, tenía que apresurarse para sacarlos del sitio; pero no encontraba la manera de cruzar la calle mientras corría. Se detuvo frente a la casa. La ventana estaba cerrada anulando toda posibilidad de informarles desde lejos. La ansiedad corrió con él por todo su cuerpo. Los guardias se acercaban en marcha. De pronto, se giró a Samuel parado atrás su
Una multitud de guardias hacían un círculo mientras marchaban con prisa. Rodeando a cuatro personas que cargaban un objeto pesado. Los tres se movían intentando ver a través de la gente lo que protegían con tanto esmero. En un leve desorden de pasos que tuvieron, quedó al descubierto el interior del cofre humano. Sostenida por dos personas, una delante con los brazos hacia atrás; mientras que el otro soldado atrás con los brazos adelante, llevaban una camilla de tela hecha con dos varas a los costados hundida en el centro por el peso de la persona sobre ella. De un costado, sobresalía el codo de un brazo arrugado doblado en el pecho del enfermo que se agitaba con una respiración anormal.Las dos manos de Dylan golpearon el marco de la ventana. Los dedos se apretaron haciendo rechinar la madera. Las venas en sus brazos sobresalían por la fuerza ejercida. Automáticamente, Isaac y Matías le pusieron una mano en cada hombro, impidiendo que saliera corriendo tras ellos.
Por los tejados en diagonal que dividían las cuadras, ocultándolos de la vista. Debido a la gran velocidad que eran capaces de conseguir, pudieron alcanzar a los soldados fácilmente. Ellos trotaban en orden con un poco de prisa; pero el herido a su cuidado les impedía avanzar a gran velocidad. Cuando los alcanzaron, tuvieron que parar de correr. Isaac se recostó en el techo y sacó la cabeza para ver la situación. Con solo caminar agachados eran capaces de seguirles el ritmo.En fila, iban deslizándose suavemente a través de las tejas, con la precaución necesaria para no romperlas o hacer que se cayeran. Los años de práctica lo hacían ser fácil, solamente los pies de Samuel parecían tener dificultad al afirmarse sobre el techo; pero a pesar de estar atento a los guardias, Isaac siempre mantenía un ojo en él por cualquier error que pudiera cometer.La complicación llegó cuando los guardias se desviaron del camino recto, yéndose hacía el camino de la derecha que les q
Sin detener sus movimientos un solo segundo, entró a la casa. Un poco más lento, Tomás se apresuraba en mantener la distancia corta. Como era costumbre para los soldados, no pasaron ni cinco minutos cuando volvió a salir; pero esa vez, Tomás no fue capaz de seguirle el paso. Con la boca aún repleta, masticando entrecortadamente. Cerró la puerta y comenzó a correr para alcanzarlo. Pero no llegó muy lejos cuando sintió un golpe en la espalda. Se detuvo, volteando lentamente con las mejillas infladas. Barrió su vista por el lugar y al no ver nada siguió caminando.En ese momento su padre ya había tomado ventaja. Estaba por correr de nuevo cuando sintió otro golpe. En el techo, Isaac recibía las piedras que Samuel le pasaba, tiró otra. Dándole justo en el estómago. En el instante en que sintió el golpe, Tomás llevó la mano a su estómago atrapando el objeto. Lo examinó, luego, fue en busca del culpable siguiendo la dirección en que venía la piedra. Se metió en el callejón a un l