Todo el tiempo, Samuel estuvo escondido detrás de él. Al escucharlo, amplió los ojos - No, no, no - lo dijo tan rápido que fue difícil entender.
-Entonces, bajemos - señaló con la barbilla el camino y esperó a que Samuel fuera para seguirlo.Cuando llegaron a la parte baja, escucharon los ronquidos de Lucas quien se había quedado dormido apoyado contra la pared. Matías y Dylan estaban recostados en el suelo; pero aún se movían. Mientras uno esquivaba la mano del otro evitando así que lo agarraran, los pasos suaves de Isaac llegaron a la puerta. Se apoyó en la pared y se fue deslizando lentamente hasta quedar completamente sentado. Samuel se sentó a un lado de él; pero enseguida se estiró en el suelo. Girando la espalda, puso un brazo bajo su mejilla.Planeando acostarse para dormir, Isaac estiró más las piernas. Un zapato rozó con fuerza el suelo produciendo un chirrido. Matias y Dylan se congelaron. Dirigieron su vista al sonido, sorprendiéndose enormemeDisipando sus pensamientos, Isaac agitó la cabeza. Moviendo los mechones de pelo que cubrían el inicio de su frente. Llegó a una casa y se paró firme frente a las puertas. Giró la vista a la izquierda, luego a la derecha, comprobando que no viniera nadie. Después, saltó. Sus pies se colocaron exactamente sobre el muro. Con las rodillas dobladas y una mano deteniéndose de la esquina, volvió a saltar. Cayendo sobre las tejas, caminó sin prisa. Cuando estuvo cerca del otro lado, agachó todo su cuerpo. Pegando el pecho a las tejas, impulsándose con los brazos se deslizó lentamente a la orilla. Desde ahí, obtuvo una vista completa al patio de su propia casa.Esperó por un momento algún movimiento sospechoso. Sin embargo, no hubo señales de vida por ningún lugar. Solo el árbol se agitaba tranquilamente llenando el patio de hojas secas; mientras el agua se mantenía pacífica dentro del balde, reflejando al joven sobre el techo. Isaac tomó una teja, arriesgándose, la lanzó. Voló por
Samuel metió la cuchara en su boca cuando notó una figura, fijó su vista en Isaac y habló con la cuchara aún en su boca - ¡Hermano! - el objeto se movió arriba y abajo junto con sus labios.Pronto, las cabezas se giraron. La espalda de Lucas se torció con tal de ser capaz de ver. El olor a comida hizo que las tripas de Isaac rugieran - ¿aún queda un poco? - sonrió.Samuel sacó la cuchara de su boca y la agitó en el aire, llamándolo - Ven, aquí está tu parte - hizo espacio a un lado donde se sentó Isaac - la abuela de Dylan nos regaló comida.Al agacharse, los ojos de Isaac se encontraron con Dylan. Este asintió con la cabeza mientras seguía comiendo - iré a agradecerle luego - informó.-no es necesario - rebatió Dylan - es mejor si no la molestas, yo le diré por ti.-Está bien - Isaac tomó el plato que le ofreció Samuel. El contenido era simple. Solamente estaba rebosante de caldo con una cantidad pequeña de frijoles negros. Isaac sorbió,
Isaac entró y se recostó. Luego, subiendo los píes los colocó, sin quitarse la botas, sobre el colchón. Puso los brazos bajo su cabeza. Cerró los ojos con intención de dormirse; sin embargo, en un instante los abrió. Inquieto, mantuvo la vista fija en el techo. Estuvo así por un tiempo hasta que escuchó los ronquidos a un lado. Elevó el torso y verificó que las personas en las camas estaban dormidas. Sigilosamente, salió de la cama. Caminó con pasos ligeros al exterior. Una vez afuera, cerró la puerta con el mayor cuidado posible para que no rechinara.Luego, fue a la cocina. Tomó el huacal que flotaba en el agua. Lo llevó a su boca. Las gotas cristalinas se deslizaban desde su barbilla hasta el cuello, humedeciendo el camino en la suave piel; mientras la manzana de Adam se balanceaba con cada trago que daba hasta que estuvo satisfecho. Lo tiró de nuevo al balde, salpicando agua que salió del borde y cayó al suelo. Algunas gotas mojaron su zapato, Isaac los vio por un momen
Una intensa luz despertó a Isaac. Cuando abrió los ojos vio que la puerta estaba abierta. Giró el cuello a un lado y se encontró con la última cama vacía. Al instante volvió a cerrar los ojos. Intentando descansar por un tiempo más; sin embargo, la luz que golpeaba su rostro era tan fuerte que le impedía volver a dormir. Entonces, se levantó. Sabía que Samuel seguramente estaría comiendo; así que no se molestó en ir a comprobar. En lugar de ir a la cocina, caminó al lado contrario. Se acercó al árbol y orinó en su tronco. La puerta para el baño estaba justo enfrente, pero era mucho trabajo llegar hasta allá.Una vez terminó, volvió a guardar su miembro entre su pantalón. Luego, bostezó. Dobló la espalda hacia atrás, estirando los brazos sobre su cabeza. Vio el cielo limpió que se extendía como una eterna manta sobre su cabeza. Él sol alumbraba con el alba, llevándose las nubes oscuras del día anterior; pero dejando una fresca brisa capaz de erizar la piel con cada soplido.
Al lado izquierdo, había una puerta que daba acceso a la cocina. El lugar era al aire libre. El techo solo cubría el área de la mesa y un costado donde estaba la hornilla. El piso rojo llegaba a unos metros lejos de la pared antes de convertirse en tierra. En las sillas que rodeaban la mesa al lado derecho, Samuel y Matías se habían acomodado con la vista a la pared; puesto que la mesa estaba topada a ella dejando solo espacio de uno de sus lados.-tía, ¿usted sola hizo todo ese pan? - Samuel admiró la gran cesta que adornaba el centro de la mesa.Por un lado, mientras le agregaba leños al fuego, doña Esmeralda respondió - No, nos reunimos con las vecinas para hacerlo juntas.Ella en realidad no era familiar de sangre; pero había sido para ellos como una segunda madre, quien los acogió cuando sus padres fallecieron. Tratándolos como si fueran sus propios hijos. De esa manera, Samuel se acostumbró a llamarla tía como una forma de cariño. Isaac se acercó a l
Mientras su esbelta espalda se alejaba, Isaac la observó con una expresión de desconcierto. Sus hombros se elevaron cuando llenó sus pulmones de aires, bajando drásticamente con un aspecto abatido. De pronto, una fuerte mano se posó en su hombro. Sacándolo de sus pensamientos por el golpe. Una voz conocida llegó a su oído - Ella ni siquiera sabe que eras tú, ¿porqué te le acercas? - la voz de Matías contenía una pequeña burla.-Quiero devolverle el favor - dijo simplemente.La mano en su hombro se bajó - ¿quieres que lo intente yo?.Matías dio un paso al frente, quedando justo a su lado. Resaltando la diferencia de estatura. Aunque Isaac no era pequeño, su altura era superada por unos centímetros; mientras que la constitución de Matías era amplia, con hombros anchos y pecho fuerte. Hacía parecer a Isaac como un flacucho. Sin embargo, aún era un poco más alto que la gente común. Isaac pensó en sus palabras. No encontraba una razón para negarse; es más, crey
Los sentimientos de Isaac estaban en conflicto. Entendía muy bien su posición recta y moral limpia; ¿pero por qué tenía que ser fría?. Solo le daba lástima verla batallando con su hermana. Se compadecía de ella porque se asemejaba a él cuando no sabía cómo salir adelante solo. "¡Pues bien!", pensó. "No vale la pena seguir tratando". Caminó al lado opuesto por donde ella se fue, pero no pudo evitar echar un último vistazo. Vio un porte recto y elegante, digno de esa actitud valiente. El corazón de Isaac se contrajo al verla marcharse.¿A quién quería engañar?. No era solo lástima lo que sentía. Había otro sentimiento mezclándose en su pecho; pero que su cabeza no le cedía el paso. Con coraje, apretó sus dientes con tanta fuerza que amenazaron con romperse. Tomó su propio cabello, envolviéndolo entre sus dedos, para luego jalarlo con fuerza. "Si supieras que ese juguete fue comprado con dinero sucio". Se reconfortó con ese pensamiento. Sonrió, sin embargo, esa sonrisa no era
Levantando una mano, Isaac limpió el sudor de la frente de Samuel. Al ver que él abría los ojos con mayor facilidad, se tranquilizó - Ya podemos irnos - Samuel se recostó en su hermano y comenzaron a caminar. La vista de Isaac evitó en todo momento fijarse en Tomás. Cuando ellos estuvieron lejos, notó que alguien faltaba - ¡Matías! - llamó. Enseguida, los pasos apresurados lo alcanzaron y se mantuvieron caminando a poca distancia de él.-¡Qué molestia! - mientras vigilaba que no los siguieran, Matías se quejó - ¡hipócrita!, como si le importara un carajo.-Ignóralo - Isaac procuraba que su hermano no tuviera una recaída - Estamos por llegar, aguanta un poco más.Cuando llegaron a casa, Matías se adelantó a abrir la puerta. Los dejó pasar para luego cerrar y bloquear la entrada. Por otro lado, Isaac, inmediatamente metió a su hermano en la cama y lo obligó a beber agua hasta que estuvo a punto de reventar - hermano, ya no quiero más.En vista de su