Al lado izquierdo, había una puerta que daba acceso a la cocina. El lugar era al aire libre. El techo solo cubría el área de la mesa y un costado donde estaba la hornilla. El piso rojo llegaba a unos metros lejos de la pared antes de convertirse en tierra. En las sillas que rodeaban la mesa al lado derecho, Samuel y Matías se habían acomodado con la vista a la pared; puesto que la mesa estaba topada a ella dejando solo espacio de uno de sus lados.
-tía, ¿usted sola hizo todo ese pan? - Samuel admiró la gran cesta que adornaba el centro de la mesa.Por un lado, mientras le agregaba leños al fuego, doña Esmeralda respondió - No, nos reunimos con las vecinas para hacerlo juntas.Ella en realidad no era familiar de sangre; pero había sido para ellos como una segunda madre, quien los acogió cuando sus padres fallecieron. Tratándolos como si fueran sus propios hijos. De esa manera, Samuel se acostumbró a llamarla tía como una forma de cariño. Isaac se acercó a lMientras su esbelta espalda se alejaba, Isaac la observó con una expresión de desconcierto. Sus hombros se elevaron cuando llenó sus pulmones de aires, bajando drásticamente con un aspecto abatido. De pronto, una fuerte mano se posó en su hombro. Sacándolo de sus pensamientos por el golpe. Una voz conocida llegó a su oído - Ella ni siquiera sabe que eras tú, ¿porqué te le acercas? - la voz de Matías contenía una pequeña burla.-Quiero devolverle el favor - dijo simplemente.La mano en su hombro se bajó - ¿quieres que lo intente yo?.Matías dio un paso al frente, quedando justo a su lado. Resaltando la diferencia de estatura. Aunque Isaac no era pequeño, su altura era superada por unos centímetros; mientras que la constitución de Matías era amplia, con hombros anchos y pecho fuerte. Hacía parecer a Isaac como un flacucho. Sin embargo, aún era un poco más alto que la gente común. Isaac pensó en sus palabras. No encontraba una razón para negarse; es más, crey
Los sentimientos de Isaac estaban en conflicto. Entendía muy bien su posición recta y moral limpia; ¿pero por qué tenía que ser fría?. Solo le daba lástima verla batallando con su hermana. Se compadecía de ella porque se asemejaba a él cuando no sabía cómo salir adelante solo. "¡Pues bien!", pensó. "No vale la pena seguir tratando". Caminó al lado opuesto por donde ella se fue, pero no pudo evitar echar un último vistazo. Vio un porte recto y elegante, digno de esa actitud valiente. El corazón de Isaac se contrajo al verla marcharse.¿A quién quería engañar?. No era solo lástima lo que sentía. Había otro sentimiento mezclándose en su pecho; pero que su cabeza no le cedía el paso. Con coraje, apretó sus dientes con tanta fuerza que amenazaron con romperse. Tomó su propio cabello, envolviéndolo entre sus dedos, para luego jalarlo con fuerza. "Si supieras que ese juguete fue comprado con dinero sucio". Se reconfortó con ese pensamiento. Sonrió, sin embargo, esa sonrisa no era
Levantando una mano, Isaac limpió el sudor de la frente de Samuel. Al ver que él abría los ojos con mayor facilidad, se tranquilizó - Ya podemos irnos - Samuel se recostó en su hermano y comenzaron a caminar. La vista de Isaac evitó en todo momento fijarse en Tomás. Cuando ellos estuvieron lejos, notó que alguien faltaba - ¡Matías! - llamó. Enseguida, los pasos apresurados lo alcanzaron y se mantuvieron caminando a poca distancia de él.-¡Qué molestia! - mientras vigilaba que no los siguieran, Matías se quejó - ¡hipócrita!, como si le importara un carajo.-Ignóralo - Isaac procuraba que su hermano no tuviera una recaída - Estamos por llegar, aguanta un poco más.Cuando llegaron a casa, Matías se adelantó a abrir la puerta. Los dejó pasar para luego cerrar y bloquear la entrada. Por otro lado, Isaac, inmediatamente metió a su hermano en la cama y lo obligó a beber agua hasta que estuvo a punto de reventar - hermano, ya no quiero más.En vista de su
Al día siguiente, Isaac se levantó temprano. Sus hermanos seguían dormidos en sus camas. En toda la noche no había conseguido dormir, debido a que su mente no lo dejaba descansar en paz por las preocupaciones que lo acechaban. Suavemente, se quitó la sábana que lo envolvía. Cansado de estar acostado, se puso las botas para luego abandonar la habitación.Afuera, el sol todavía no había salido. El ambiente estaba cubierto por una capa gris mientras una fría brisa lo acompañaba. Salió a la calle desolada, donde ni una sola alma vagaba a esa hora de la madrugada. Caminó tranquilamente por un tiempo. Hasta que, inconscientemente, llegó a la calle de la casa de Sofía. Sus píes se habían movido por voluntad propia al lugar donde deseaba estar; en tanto, en todo el camino, su mente se distraía a propósito, queriendo engañarse él mismo.El silencio inundó sus oídos. Solo el trote de sus zapatos hacía eco en las calles, se escuchaba, resonando a lo largo de las frías rocas q
Corriendo, intentó alcanzarla. Al llegar al cruce de la otra calle, supuso que ella había cambiado de dirección; pero cuando llegó no la vio. Se detuvo por un momento. Colocó las manos en su cintura, retomando el aliento; mientras giraba la vista de un lado a otro. Al no saber qué dirección había tomado, decidió seguir el camino con dirección al mercado. Se introdujo entre el gentío, estando atento a las figuras que buscaba. Ya había pasado varias ventas cuando de pronto volteó la vista atrás y para su sorpresa, las dos damas iban caminando hacía él. Isaac se quedó sorprendido por un momento, luego, recobró la razón. Sonrió, creyendo que se iban a detener junto a él; sin embargo, su sonrisa se congeló cuando ellas pasaron como si no lo hubieran visto.Isaac suavizó sus gestos. Se volteó para seguirlas de nuevo, pero se detuvo al ver a una persona conocida que iba caminando en medio de las personas. Su figura alta era inconfundible mientras caminaba distraídamente dando vist
Isaac sudaba profusamente; mientras esperaba por una respuesta. Pronto se escuchó el sonido desde dentro antes de que la puerta rechinara. Lucas había abierto una pequeña rendija por donde asomó el rostro. Sus ojos estaban semi abiertos y su cara tenía marcas rojas que la atravesaban. Era la clara evidencia de que recién despertó. Al ver a los chicos afuera, parpadeó una vez. Metió la cabeza nuevamente y terminó de abrir. En el interior el ambiente estaba fresco. Debido a las gruesas paredes que resguardaban del sol todo lo que entrará. Dejando pasar la claridad por las ventanas puestas en lo alto. Justo frente a la puerta había un juego de sofás tan viejos como la construcción. Cuando Isaac se sentó, trató de hacerlo con el mayor cuidado posible, porque ya era sabido de la vejez de los objetos. La luz desde arriba le daba una vista magnífica al amplió lugar que estaba casi vacío. Los dos grandes cuadros en la pared formaban bloques luminosos puestos en un ángulo inclinado
Isaac se sintió culpable - sólo revisaré si tienes alguna lesión - volvió a estirar la mano y esta vez sí logró agarrarla. Vio los dedos largos y finos con uñas sumamente pulcras recortadas a la perfección. La mano estuvo quieta por un tiempo hasta que los dedos se apretaron y, en cambio, tomaron la mano de Isaac. Sorprendido, miró su cara.Sofía lo miraba con detenimiento. Isaac no entendía hasta que notó una mancha en su mano. Se había olvidado por completo del golpe que le dio a la pared el día anterior. A consecuencia de eso, sus nudillos tenían un enorme hematoma. El color púrpura rodeaba cada hueso hinchando la piel.-¿qué te pasó? - Isaac no se dio cuenta cuando Matías se acercó.-Ah - se quedó sin oxígeno - Fue un accidente - No supo qué responder; puesto que no quería decir que no fue capaz de controlarse en un ataque de furia, aún menos, frente a Sofía.Sofía lo vio de reojo, luego soltó la mano. Isaac pudo saber en su expresión que
Temprano, antes de que el sol iluminara y las personas se levantaran, los tres hermanos salieron de su casa cada uno cargando sus pertenencias. El que más cargaba era Samuel; puesto que Matías e Isaac solo cargaban dos sacos cada uno. Se dirigieron al lado opuesto al mercado. Tomaron la calle del lado izquierdo frente a su casa. Isaac llevaba las dos bolsas sujetas con una sola mano, evitando en todo momento que sonara lo que llevaba dentro. Matías, un poco atrás de él, llevaba un saco en cada mano alzada sobre sus hombros, dejándolas colgar en su espalda. Por otra parte, a una distancia considerable, Samuel caminaba con los brazos colgando por el cansancio, sudando profusamente, sus pasos se habían alentado por el peso que llevaba encima. Cuando Isaac escuchó que los pasos de Samuel se alejaron, se detuvo con la intención de darle tiempo para que los alcanzara.Lo vio venir con un rostro afligido. Ver su expresión distorsionada le provocó cierta risa que sofocó c