KEANE
El teléfono suena histéricamente en medio de la noche, despertando así al alfa de Fergus con un sobresalto.
“Maldito aparato”, se queja el lobo en su mente.
Siempre le ocurría igual. Cada noche pensaba en apagarlo, pero justo cuando lo tenía en la mano, una vocecita en su mente le decía;
“¿Y si ocurre algo urgente? ¿Y si alguien nos necesita? Mejor dejarlo abierto…”
Y así era como noche tras noche, Keane nunca conseguía su cometido, aunque ahora mismo, se arrepentía desde lo más hondo de su alma de no haberlo hecho.
—¿Quién es…? —pregunta en un murmuro Beth, quien también se había despertado. Aunque su Amara estaba más dormida que despierta.
En esos momentos, tenía a la loba acurrucada en su espalda deliciosamente dándole calor y abrigo gracias a su
AMYBETHCon sumo cuidado, Amybeth se acerca a Keane desde atrás sujetando el pastel que había preparado en la tarde, y con todas las velas ya encendidas, dispuesta a sorprender a su lobo.“Con sigilo”, murmura la loba divertida.“Seguro que no se lo espera”, contesta Beth.“Seguro”, corrobora su otra mitad.—Amara —le llama con ilusión a lo que él se gira de inmediato como siempre—. ¡Felicidades! —exclama la doctora con una sonrisa.El alfa de Fergus la mira con asombro.—¿Y esto? ¿Qué estamos celebrando? —pregunta su compañero muy sorprendido al ver el pastel tal como esperaba.“¡Decir, decir!”, insta la loba.—¡Hoy celebramos nuestro cumplemes! —anuncia Amybeth dejando el pastel enfrente de él para que su Amara soplara las velas.Por supu
AMYBETH—Déjame, déjame mirar cómo está mi chica —le pide su alfa mientras introduce su traviesa mano por dentro de su ropa interior esta vez, y va directo a acariciar su hinchado y sensible clítoris.“¡Sííííí!”, sisea su otra mitad.—Amara…. —gime Beth ante ese sensual y cuidadosa toque.—¿Te gusta así? —pregunta contra su oído y muy concentrado en darle placer.—Sí, sabes que sí… quiero ver más… —jadea Beth maravillada por el erótico espectáculo.Sin duda estaba cumpliendo con todas sus expectativas.—¿Las quitamos? —pregunta el alfa besando su boca con anhelo.—Sí, por favor… —responde ella con apremio. Su cuerpo ardía bajo las manos de él.Keane, cum
Este relato pertenece a la segunda entrega de la saga Fábulas Licantrópicas. Sigue a la novela ya publica Nigra Lupus aunque puede leerse por separado. Sin embargo, quizás aparezcan situaciones que hacen referencia a la novela anterior y puedan despistar al lector.Quisiera recordar que esta historia no pretende seguir ninguno de los cánones que ya se conocen sobre los licántropos para discernir entre clases sociales y tampoco está basado en un universo omegaverse.Aparecerán palabras como alfa, beta y omega con el siguiente significado:—Alfa: primero al mando, líder, se encarga de la manada. La manada lo elige. No se nace alfa, cualquiera con las aptitudes adecuadas puede convertirse en alfa.—Beta: segundo al mando, consejero. Tiene po
KEANE(Dos meses antes. Hotel Bentrose. La noche del castigo)El alfa de Fergus suelta un suspiro involuntario mientras la mano de Donovan Santiago aprieta su erección con fuerza. Poca era la espera del lobo después de que sus dos conocidos cumplieran con el castigo asignado por el consejo.“Señor...”, murmura Keane en su mente sintiendo el alterado estado del otro alfa.“Nosotros acordar hacerlo”, le recuerda su lobo.“Lo sé”, responde Keane.Sabía que iba a darle mucha guerra esa noche, pero tal como su lobo le acababa de decir, él ya había aceptado consolarle.A decir verdad, no las tenía todas consigo al proponerse como voluntario para saciar a Donovan, pero se sentía tan culpable por haberle pedido el favor de intercambiarse que creía que él mismo suponía la mejor opción al final.Era una incompete
KEANE(Al día siguiente)—No es que no me guste que estés aquí… ¿Pero no deberías irte a casa ya? —pregunta su hermano Darian mirándole de reojo.Keane levanta la cabeza y le devuelve la mirada. Últimamente, desde que dejó de consumir el licor de Jade y su sistema era un sinfín de altibajos constantes e impredecibles, pasaba casi a diario por el Santuario después del trabajo.Estar en la reserva natural y cerca de su hermano menor calmaba sus nervios. Ver a los lobos rescatados y malheridos recuperarse y salir de su desgraciada situación gracias a su ayuda le llenaba como ninguna otra cosa. También el hecho de que sólo los canis lupus, los lobos comunes, habitaran en el lugar, suponía una disminución considerable de aquellos estímulos que causaban su angustia. Todo ello formaba el conjunto perfecto de motivos por los cuales su
AMYBETH(Unas horas antes)—¿Por qué sigue esto aquí Diane…? —pregunta la doctora mostrando un bandeja con diversas muestras justo cuando ya iba a marcharse.La muestra de simiente que le pidió al alfa Daniels para confirmar sus sospechas seguía estando allí como si se hubieran olvidado de analizarla.—Creí dejar bien claro que iba a prioridades… —le dice a la enfermera.—Lo sé doctora… pero… es que es la muestra de Keane Daniels —comenta con apuro.—Sí, lo es… ¿algún problema con eso? —inquiere mirando a Diane con gesto sombrío.—Es que no creo que pueda hacerlo… ya me costó tomarle la sangre… —le confiesa—. Su olor me desconcentra… ya sabe... ahora que él está así... ¿podría hacerlo usted?
KEANESu lengua entraba en la boca de su compañera con un hambre cegadora. No tenía ni la menor idea de que un beso podía hacerle sentir así, sólo de tocarla, todo el dolor de su cuerpo parecía desaparecer por arte de magia dejando paso a la calma, a la satisfacción y al más puro placer.Ya había notado antes que estar con ella le calmaba pero, además, resultaba ser el mejor remedio a sus problemas. No podía parar de besarla y emborracharse de ese nuevo y desconocido sabor, pasaba por su paladar una y otra vez, tanteando esa sensible zona, despertando tanto su deseo como el de la loba. Su boca era tan dulce, embriagadora y hechizante, más incluso que su olor.“Más, querer mucho más. Querer tenerla”, clama el lobo con urgencia e impaciencia.“Ya lo estamos haciendo”, responde Keane sin perder el hilo del beso y profundizándolo to
AMYBETHAmybeth baja las escaleras a la velocidad de la luz y sintiendo todo su cuerpo poseído por la fiebre y las brasas, sobre todo su cara.Estaba roja, muy roja, se lo notaba.“¡Eres increíble! ¡Increíble!”, le grita a la loba en su mente sin poder procesar aún que acabase de tener sexo con Keane Daniels.“No ser tan exagerada”, murmura como si no hubiera sido nada.“¿Qué no sea exagerada? ¿Tú crees que ese es modo de tratar a un alfa?”, le pregunta con incredulidad por su poca vergüenza.Su loba se había abalanzado sobre él como una pequeña salvaje. Le había exigido millones de cosas, besarle, tocarle, chuparle, follarle… estaba fuera de sí. Hasta le había tirado la caja de preservativos en la cara.¡En la cara!Aún podía ver lo pasmado que el alfa