AMYBETH
(Unas horas antes)
—¿Por qué sigue esto aquí Diane…? —pregunta la doctora mostrando un bandeja con diversas muestras justo cuando ya iba a marcharse.
La muestra de simiente que le pidió al alfa Daniels para confirmar sus sospechas seguía estando allí como si se hubieran olvidado de analizarla.
—Creí dejar bien claro que iba a prioridades… —le dice a la enfermera.
—Lo sé doctora… pero… es que es la muestra de Keane Daniels —comenta con apuro.
—Sí, lo es… ¿algún problema con eso? —inquiere mirando a Diane con gesto sombrío.
—Es que no creo que pueda hacerlo… ya me costó tomarle la sangre… —le confiesa—. Su olor me desconcentra… ya sabe... ahora que él está así... ¿podría hacerlo usted?
KEANESu lengua entraba en la boca de su compañera con un hambre cegadora. No tenía ni la menor idea de que un beso podía hacerle sentir así, sólo de tocarla, todo el dolor de su cuerpo parecía desaparecer por arte de magia dejando paso a la calma, a la satisfacción y al más puro placer.Ya había notado antes que estar con ella le calmaba pero, además, resultaba ser el mejor remedio a sus problemas. No podía parar de besarla y emborracharse de ese nuevo y desconocido sabor, pasaba por su paladar una y otra vez, tanteando esa sensible zona, despertando tanto su deseo como el de la loba. Su boca era tan dulce, embriagadora y hechizante, más incluso que su olor.“Más, querer mucho más. Querer tenerla”, clama el lobo con urgencia e impaciencia.“Ya lo estamos haciendo”, responde Keane sin perder el hilo del beso y profundizándolo to
AMYBETHAmybeth baja las escaleras a la velocidad de la luz y sintiendo todo su cuerpo poseído por la fiebre y las brasas, sobre todo su cara.Estaba roja, muy roja, se lo notaba.“¡Eres increíble! ¡Increíble!”, le grita a la loba en su mente sin poder procesar aún que acabase de tener sexo con Keane Daniels.“No ser tan exagerada”, murmura como si no hubiera sido nada.“¿Qué no sea exagerada? ¿Tú crees que ese es modo de tratar a un alfa?”, le pregunta con incredulidad por su poca vergüenza.Su loba se había abalanzado sobre él como una pequeña salvaje. Le había exigido millones de cosas, besarle, tocarle, chuparle, follarle… estaba fuera de sí. Hasta le había tirado la caja de preservativos en la cara.¡En la cara!Aún podía ver lo pasmado que el alfa
KEANEEl alfa de Fergus abre los ojos despacio y una tonta sonrisa se dibuja en su rostro recordando que se encontraba en la cama de su compañera de vida, su única, aunque ella en esos instantes estaba ausente. Sin embargo, el lado de su cama estaba a&
AMYBETHLa doctora Chris cuelga su bata blanca y se pone su abrigo y su bufanda dispuesta a poner fin a su jornada laboral. Sin duda había sido la más dura y tediosa que recordaba desde sus inicios como médico. No había encontrado forma alguna de concentrarse y para complicarlo aún más, ese día había tenido que visitar a muchos pacientes. En realidad, ninguno de los casos vistos presentaban complicación alguna ni tampoco resultaban nada fuera de lo común, pero se sentía agotada por su incapacidad de prestar atención.“Querer a Amara. Por favor”, solloza y pide la loba por milésima vez en su mente.“Ahora le veremos”, responde Beth con resignación y con cansancio, soltando un sonoro suspiro que retumba en las paredes de la ahora vacía sala.Lo había intentado todo, absolutamente todo, para que su otra mitad dejara de llama
AMYBETHAmybeth da el último bocado a su cena con nerviosismo. Estaba comiendo muy despacio para intentar alargar el fatídico momento de ir a la cama con Keane tanto como podía.La loba interior no había vuelto a hablar desde que ella le había confirmado al alfa su asistencia a esas precipitadas y esporádicas vacaciones, y eso, era porque estaba tranquila. Tranquila de saber que por fin podía pasar tiempo con su Amara.Por un lado, el hecho de no tener a la loba presionando la sosegaba, pero a la misma vez, estaba más nerviosa que nunca porque se encontraba completamente sola ante el alfa de Fergus, quien al fin y al cabo, era su superior.—Siento que no sea casero, no soy muy buen cocinero —se d
KEANEKeane conducía a ritmo tranquilo y sin prisas por la carretera secundaria rumbo al lago Korias. Apenas quedaban veinte minutos para llegar a su destino y hacía tiempo que no se sentía tan feliz y en paz consigo mismo. Había una &
AMYBETHEl día avanzaba con rapidez y pausada armonía en el tranquilo lago Korias. Lejos de la manada, la doctora sentía como si estuvieran en otro universo, uno sin preocupaciones que le otorgaba el inusual capricho de inundar su cabeza de inacabables pensamientos sobre su imponente compañero.Era extraño, pero bajo el abrigo del plácido lago, la historia de ella con su alfa le resultaba un poco menos disparatada que en Fergus. Quizás, era algo tan simple como que sabía que nadie les iba a reconocer allí. No habría susurros por lo bajo al pasar por su lado, ni comentarios con segundas intenciones, ni tampoco miradas de reojo desde la distancia. Nadie iba a molestarles. Nadie iba a preguntarle cómo había acabado con un alfa. No, un alfa no, su alfa, su alfa de verdad…Después de dos intensos y ajetreados días junto a él, Beth empezaba a ver las cosas c
KEANE—Dime Amara, ¿qué dirección prefieres? —le pregunta el alfa a su compañera mientras ambos se desnudan despacio—. Cualquiera menos el este, el señor Perks ya nos advirtió de los cazadores…Iban a dejar su ropa en la casa y salir a hacer una pequeña ruta con tranquilidad ahora que los ánimos ya estaban mucho mejor.Había sido duro ver a su compañera de ese modo, tan abatida, triste y angustiada, pero lo único que podía hacer el alfa por ella era mostrarle su apoyo. Sabía que en algún momento volvería a tener alguna pequeña recaída, pero después de hablar con su hermana, parecía mucho más sosegada, animada y comprometida.“Hoy hacerle olvidar a Amara todos sus miedos”, le promete el lobo.“Cuento contigo”, le responde Keane a su otra mitad.Tenía