Joseph tarde pensó que no debía traerla, que a su departamento no había entrado ninguna mujer desde Chloe y Paola le despertaba sus instintos primarios y eso era contraproducente para su convenio, sobre todo porque él estaba convencido que ella le tenía asco. «Recuerda que a ella le gusta Pierre y no seas baboso» — ¿Por qué no me habías traído?, supongo que viviremos aquí —le dijo Paola caminando a su lado rumbo al ascensor. —Después de casarnos viviremos en casa de mi abuela. — ¿Por qué no viviremos aquí? —Porque en realidad la finca es mía, debe ser el hogar del primogénito al heredar. — ¿Y tú abuela? —Ella tiene una casa, pero puede seguir viviendo allí, no sacaré a mi abuela de su hogar. —Podríamos vivir aquí nosotros, no tengo problema. —Debo ir, es la tradición. Ya habían subido el ascensor y en cuanto Joseph abrió la puerta de su departamento los recibió un perro. El perro grande y mestizo meneaba la cola emocionado de ver a Joseph, Paola se
Como Joseph vaticinó al siguiente día el restaurante estaba lleno de clientes, la repentina decisión de boda no fue tan escandalosa como el repentino amor que despertó entre ellos al punto de escapar para su propia fiesta. Joseph llamó a Constanza y ella de inmediato se presentó en el restaurante con su perpetua sonrisa. Ella no creía que Joseph estuviera enamorado de Paola. Joseph salió de la cocina a recibirla y ella le dio los acostumbrados besos en las mejillas muy contenta de que la hubiera solicitado. —Querido, lamento lo de anoche —expresó Constanza fingiendo tristeza. — ¿Qué es lo que lamentas? —Preguntó Joseph muy serio. Constanza perdió la sonrisa, Joseph la miraba exigente. —Te conozco Joseph, no eres de los que te pierdes y dejas tirada una fiesta, obviamente lo que ocurrió es que te diste cuenta que esa tercermundista sobrealimentada está muy por debajo de tu categoría. Joseph dio un golpe al suelo con el bastón. —Pues me conoces muy poco —respo
Paola se levantó de la silla, se sentía como si le acabaran de echar un balde de agua fría, camina de un extremo al otro de la oficina y Joseph la sigue. —Es que tú no me has dicho las palabras exactas, pero no ha hecho falta, a buen entendedor pocas palabras, y yo vi que… Joseph estiró su mano izquierda y atrapó a Paola de un zarpazo por la cintura y la atrajo hacia él y la besó con ardor que dejó a Paola sin habla. Paola estaba convencida que el primer beso que se dieron fue dado por el momento y como confusión de Joseph de la que ella se aprovechó, pero ahora no había duda. Paola puso las manos en sus hombros y plantó los pies segura de su equilibrio y se entregó al beso sin pensar en nada más. La lengua de Joseph acarició la suya al encontrarse y sus manos se aferraron a su espalda para pegarla más a él. Esta vez Joseph utilizó el mobiliario a su favor; estaba recostado en el escritorio y había soltado el bastón para poder abrazarla y comerle la boca mientras
Paola despierta en penumbras, trata de moverse y no puede, está amarrada en las manos y los pies, sentada en una silla y con una venda en los ojos. — ¡Auxilio! ¡Joseph! —Puede gritar todo lo que quiera señora, pero nadie vendrá a ayudarla. — ¿Quién es usted? ¿Qué quiere de mí? —Preguntó Paola muerta de miedo, el hombre le habla en español con acento venezolano y eso le llena de terror. —Usted y yo tendremos una muy seria y sincera conversación —expresó el hombre y Paola percibió como arrimó una silla y está muy cerca de ella. Joseph despierta también en un cuarto oscuro, pero no está amarrado, solo encerrado. — ¡Sáquenme de aquí! —grita y da golpes a la puerta, más allá escucha voces de hombres discutiendo. —Maldita sea, solo debían tomar a la mujer… —Te llamé porque Mickey no quiso esperar, ahora él está con la mujer y al hombre lo apartamos. —Ve con Mickey, acompáñalo que no quiero que le hagan daño a la chica, no estoy seguro de que esté implicada
A Paola la sacaron sin quitar la venda de sus ojos y la metieron en una camioneta junto a Joseph, él la sujetó de los brazos cuando ella se movió frenética queriendo defenderse. —Soy yo, estás bien. Joseph le quitó la venda de los ojos y Paola lo abrazó llorando y temblando llena de adrenalina. — ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? — ¡Schh! —Estamos bien. La van en donde estaban avanzó y cerca de la carretera principal un hombre con capucha abrió la puerta y ambos salieron a la noche solitaria. —Caminemos —dijo Joseph halándola del codo. — ¿Cómo hiciste para que nos soltaran? ¿Les pagaste? Joseph la miró y quiso decirle, pero se arrepintió y solo afirmó con la cabeza. —Creo que solo querían dinero. Paola vio a su alrededor. —No, ellos sabían quién era yo, creo que Wilmer los mandó —Paola paró y puso sus manos en el rostro—. Ay Dios mío, eran gente de Wilmer y ahora querrá matarme, debemos ir por Emily, me enviarán a prisión. Joseph fue por ella y la tom
Paola abrió mucho los ojos y Joseph se echó a reír irónico al ver su cara de terror. —Sal de aquí Paola —expresó con su acostumbrada antipatía. Paola salió del baño y se sentó en la cama, tomó un peine en la peinadora y comenzó a desenredar su cabello mientras pensaba. «En realidad, me casaré con él» «En algún momento tendremos que tener intimidad» Paola trataba de darse ánimo, porque quería hacerlo, pero no se sentía bien con su propio cuerpo. Joseph salió del baño sintiéndose muy mal consigo mismo, pensaba que no tenía derecho a pedir más de ella, que solo le pidió ayudarlo para cobrar su herencia, que sus insinuaciones estaban de más para una mujer que lo aceptaba solo por desesperación. En cuanto salió y vio a Paola de espalda con su largo cabello ondulado como cascada contrastando oscuro sobre la bata blanca se sintió peor. «Ella no quiere estar contigo, no deberías aprovecharte más de ella» Fue al gavetero y sacó un short para él y otro para Paola y u
Ya el día estaba iluminado cuando el sonido del teléfono despertó a Paola y a Joseph. Él sorprendido voló de la cama y atendió el teléfono que está en la mesa de noche mientras agarraba su celular con la otra mano. —Sí, estoy bien, lo lamento, ya voy en camino, coordina todo en el restaurante —Joseph colgó y miró a Paola que cubrió su desnudez con la sabana. —Mi celular no tiene batería y olvidé cargarlo, no sonó la alarma y es tardísimo. —Y usted nunca llega tarde chef. Joseph sonrió y la abrazó raspando con su barba el cuello de Paola haciéndola gritar y reír. —Eres una mala influencia —él se separó de ella y acarició su cara—. Quisiera quedarme. —Ya dijiste que ibas en camino. Joseph le dio un sonoro beso. —Qué mal que soy responsable. Paola rio a carcajadas viéndolo ir al baño. Joseph regresó y se vistió delante de ella, su mandíbula aún apretada, estaba pendiente del espejo al reflejo de ella. Esperando ver rechazo. Pero Paola estaba en la c
Paola corrió a la pequeña habitación, sus manos tiemblan, su garganta está cerrada con un nudo, su corazón palpita desbocado. —Ya esta mañana nos casamos legalmente, y él reclamó su herencia. En la mañana en medio de los últimos ajustes, Cristian había asistido con un juez y en el estudio habían firmado el matrimonio, sin popa o fotos, lo importante era que Joseph asumiera en papel su puesto como presidente del grupo empresarial, luego la habían arrastrado a maquillar y peinar. Paola se ve en un espejo. —Debes demostrar entereza Paola, solo debo insistir en que Joseph cumpla con su palabra y adopte a Emily como su hija, él lo hará, él es un hombre de palabra y yo podré hacer lo que debí hacer hace mucho tiempo —una lágrima brota sin su permiso y ella la limpia—. Él la ama a ella, ha hecho mucho por mí, no puedo ser tan egoísta. Debo entenderlo, se acabó, no merezco una vida de cuento, debo pagar mis culpas… Paola no puede evitar sentirse terrible y muy tonta por habe