Leonardo Ferrara, único heredero del imperio del narcotráfico, un hombre que lo tenía todo: dinero, prestigio y una hermosa esposa a quien no conocía realmente.
—Escúchame por favor —Renata pidió desesperada
—Me has mentido, me has vendido, me has traicionado, no tengo nada que escuchar de ti Renata Jaramillo —cerró los ojos, había pasado una semana desde aquel fatídico día, una semana desde que perdió a Ángel para siempre. Ella estaba muerta y él era su asesino. La había traicionado, entregándola a Máximo para rescatar a una traidora como Renata.
—Me obligaste a hacer cada maldita cosa que hice, me prometiste dejar todo esto atrás, nunca me cumpliste —gritó enojada por la actitud de su marido
—Me viste la cara de estúpido por mucho tiempo Renata no más —dijo girá
Los disparos salieron de la nada, había sido tomado de sorpresa y se maldecía por su descuido.—¡Leonardo! —Renata gritó desde un rincón de la biblioteca, estaba agachada para evitar ser alcanzada por las balas.—Corre hacia la habitación, sabes lo que tienes que hacer allí —gritó mientras disparaba en respuesta, estaba seguro que le superaban en hombres, no sabía quién era el responsable de orquestar este ataque y no tenía tiempo de averiguarlo tampoco, sus relaciones habían quedado dañadas y su imperio estaba sobreviviendo prácticamente sólo.—¡Ferrara! ¡Sal y da la maldita cara! —la voz inconfundible de Donato Quintero, se hizo escuchar desde el jardín.—¡Sal si eres hombre! —sabía el motivo por que Donato estaba aquí Ángel, la hermosa Ángel, cerr&oac
Lucia Cárdenas sonrió al ver a su hijo correr por el pequeño jardín de la casa que había comprado hace un año atrás. Cerró los ojos cuando pequeños fragmentos de su pasado amenazaron con llegar a su mente, no los necesitaba su vida empezó el día que Luciano llegó al mundo y lo sostuvo por primera vez entre sus brazos. Había vuelto a nacer con la llegada del niño, después de su última misión, Ángel había muerto y su pasado con ella.—Pago por cada uno de tus pensamientos —Alonso dejó un beso sobre su cuello, mientras sus manos rodeaban su estrecha figura.—¿No temes quedarte pobre? —bromeó, todo esto era nuevo para ella, hacía un años había conocido a Alonso era el antiguo propietario de la casa, su relación fue de amigos al principio y luego habían sido amigos
Lucía Cárdenas, Leonardo se pasó una mano sobre su cabello, no podían ser tan parecidas y distintas a la vez. —¿Desde cuándo la conoces? —Apartó la vista del ventanal, había observado a “Lucía” jugar con el niño que lo acompañaba, era imposible que fueran personas diferentes eran idénticas y sus gestos, no podía ser una mera casualidad. —¿A Lucía? —Alonso preguntó, no sabía exactamente cuál era el tema de conversación, habían estado hablando sobre ejemplares y ahora él preguntaba algo totalmente fuera del tema. —Sí —La conocí hace poco más de un año, tenía una pequeña casa en venta y ella pareció interesada, después de algunas reuniones ella se quedó con la casa y yo con ella —sonrió —¿Tu esposa? —preguntó con un nudo en la garganta, si Lucía y Ángel, eran la misma persona de cualquier manera la había perdido. —No, pero es lo que más deseo, convertirla en mi esposa es un reto, ella no cree mucho en el matrimonio y el amor —sonrió, mien
Leonardo permaneció en su auto el resto de la noche, el temor de que Ángel tomará al niño y se fuera lejos de nuevo, le llenaba de terror, no estaba listo para perderla de nuevo. Había pasado cinco años con la duda en su corazón de si vivía o no. Cinco largos años de culpas, cinco años pensando en ella…⧓⧓⧓⧓Lucía, observó la camioneta de Leonardo estacionado en las afueras de su casa, suspiró, había imaginado que no se marcharía fácilmente ¿Qué podía hacer? Había admito ser Ángel la noche anterior, de nada serviría negarlo a un hombre que… la conocía perfectamente bien. Abrió la puerta y salió decidida a echarlo de una u otra manera.—¡Despierta! —golpeó el capó del auto, afortunadamente había llevado a Luciano a donde la vecina a cinco
Lucia empezó a arrepentirse de haber aceptado la propuesta de Alonso. Cuando sus ojos se fijaron en la figura de Leonardo, parado cerca de los corrales, donde los ejemplares estaban siendo encaminados. Otra figura llamó su atención. Aunque no era la misma del pasado, estaba segura que se trataba del mismo hombre ¿Había sobrevivido? O solo era alguien que se parecía físicamente. Se dijo que no era su maldito problema, todo lo que referente a Leonardo Ferrara y su gente debía quedar en el pasado muerto y enterrado.⧓⧓—¿Esa mujer? —Demetrio la había observado en la distancia—Es Ángel, ahora Lucia Cárdenas, la novia de Alonso—¿Lo dices así sin más? —preguntó sorprendido—Tengo que ponerte al día en muchas cosas Demetrio, pero no ahora, ni hoy, solo evita llamarla Ángel, al parecer est
—Esta es una maldita, mala idea —Ángel gruño, cuando Leonardo rompió la manga de su camisa a cuadro, la bala había rozado su brazo, otra cicatriz más para sumar.—Calla Ángel, Luciano duerme —ya no luchó para que la llamará Lucia, Leonardo era un caso perdido.—Te advierto, no me llames Ángel delante del niño —dijo con seriedad.—Te lo prometo —aseguró. Limpio la herida hasta ponerle un pequeño parche—¿Estas segura que son hombres de Donato? —había discutido con Alonso y bien podría pensar que el capo era responsable del ataque.—No lo sé, pero no quiero arriesgar a mi hijo, no puedo volver —dijo sería, su mente estaba trabajando rápido, necesitaba pensar y alejarse de Leonardo de nuevo. Su corazón estaba latiendo fuerte y desboc
—¿Volverás a la finca? —Ángel se acomodó mejor entre los brazos de Leonardo.—¿Volverás conmigo? —preguntó mientras jugaba con sus cabellos sueltos.—Renata está allí, no me estaría cómoda en su presencia y tu hija también está en la finca —se había olvidado completamente de la hija de Leonardo ¿Qué pasaría ahora?—Renata solo es la madre de mi hija Ángel, nunca más estuvimos juntos como pareja. Su traición no podré olvidarla jamás.—¿No tienes miedo que un día te haga lo mismo?—¿Tu? —asintió—No, te conozco Ángel y tienes honor, sé que jamás vas a traicionarme —aseguró besando su hombro desnudo.—¿No temes equivocarte? —insisti&oac
La escena frente a ellos, no era desconocida, era lo que siempre había sido. Hombre muertos, llamas, disparos. Habían llegado tarde Donato Quintero había tomado la Finca.—¡Ve por tu hija!—Ángel gritó, mientras colocaba dos pistolas en la parte trasera de su pantalón, amarraba el porta armas a su pierna derecha y cargaba municiones hoy Quintero tenía que morir sí o sí.—No quiero dejarte —Leonardo se sentía dividido nuevamente, dejar sola a Ángel podía significar perderla.—Vete, te prometo mantenerme viva hasta que vuelvas —sonrió.—Asegúrate de cumplir tu promesa Ángel —le dio un beso húmedo antes de salir en dirección del granero donde había un pasadizo que lo llevaría hasta las habitaciones de la casa grande.⧓⧓Ángel lo miró partir, con el