NO CREO LO QUE OIGO

Al día siguiente al levantarme corrí al baño ya que las náuseas se hacían notar, después de ducharme bajé a la cocina viendo a mi esposo y a mi hija sentados en las sillas y ya desayunando, acercándome a ellos. mi hija dándole dos besos en sus hermosas mejillas, luego sentándose en la silla al lado de mi esposo sin decir nada. Puse mi vaso de jugo a fuego lento para poder desayunar y Gerard tomó mi mano para besarla.

—¿Cómo estuvo anoche con Melissa?—, Preguntó.

—Todo estuvo bien, tomó los documentos que le di y se fue—, me respondió Gerard.

Cuando terminamos de desayunar y Amelia vistió a mi pequeña, nos dirigimos a la sala como todos los días, Gerard agarró su billetera y sus llaves y yo agarré mi bolso, notando la forma en que mi esposo me miraba, pero no dijo nada. a mí. . Salimos de la casa hacia el auto y mi esposo me abrió la puerta para que me sentara adentro. Cuando dejamos a la pequeña en la guardería, Gerard se detuvo frente al edificio donde estaba el bufete de abogad
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