LA FIESTA, ERES MÍA...

Gerard continuó bloqueando mi paso con su cuerpo, aunque yo ya estaba excitada, sintiendo como mis pezones estaban muy duros y un cosquilleo caliente en mi sexo, el cual se volvía más húmedo con cada muestra del ardor de Gerard. Mi corazón latía más rápido, mis rodillas cedían, mi piel se erizaba por todo mi cuerpo y las ganas de abrir mis piernas para que mi esposo pudiera hacer conmigo lo que quisiera se intensificaban, deseando que mi esposo me penetrara con fuerza. Me estaba mareando cuando noté sus dedos en mi espalda, bajando la cremallera de mi vestido, luego desabrochando el sujetador, bajando los tirantes por mis brazos, dejando mis senos al descubierto, y comenzó a morderme y besarme, inclinando su cabeza. hacia mí, haciéndome arquear los ojos. espalda contra la puerta del baño. Mi respiración era dificultosa, mezclada con los jadeos de mi marido. Traté de luchar, presionándome contra sus hombros, Gerard respondió abrazándome aún más fuerte, sus dedos juntaron la falda en mi
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