VISITAS A LA CLÍNICA

Intenté abrir los ojos, pero lo único que podía ver eran bultos moviéndose a mi alrededor, sentia una mano suave acariciando mi cabello y mi mejilla, pero no pude decir nada ya que todavía estaba sedada por la anestesia que me dieron en el quirófano, sin saber ni dónde estaba, lo único que sentí fueron náuseas. Traté de ver más claro poco a poco, oliendo el perfume de la colonia que usaba mi esposo, notando algo suave en mis labios empapados en agua, lo cual agradecí ya que tenía muy secos, volviendo a quedarme dormida. Cuando desperté nuevamente y pude ver un poco más claramente, pude ver el rostro de mi esposo. Aunque sus ojos estaban rojos e hinchados por el llanto, había una hermosa sonrisa en sus labios.

—Hola dormilóna, ¿cómo te sientes?—, me preguntó.

—Estoy mareada, pero bien, ¿y el bebé? ¿Has podido salvarlo?— fue lo primero que pregunté, teniendo mi mano tomada por mi marido sin dejar de besarme.

—Roberto ha venido a verte, luego pasará y te explicará lo que pasó en el quir
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