4. ¿Lo adoptas?

Cuando dieron el cachorro de alta Abigail se lo llevo a su casa, pero además de la cuenta yo termine pagando otras cosas como medicamentos y el alimento, ella dijo que me pagaría todo, pero yo no pensaba cobrárselo, viendo el lugar donde vivía, y el hecho de que toda su ropa pareciera pasada de moda, dejaba entre ver que ella no tenía la economía para pagarme, no por el momento.

No pasaron ni dos días, cuando llego con el cachorro al gimnasio, como siempre, ella y yo éramos de los primeros en llegar.

-¿Cómo sigue tu cachorro? – le pregunte

-el está mejor de su patita – me respondió, pero se veía algo triste, hasta yo que no era muy observador podía notarlo.

-¿Qué es lo que sucede? – quise saber

-la casera me acaba de decir esta mañana que no puedo tener mascotas en el departamento, yo no lo sabía, ahora debo buscarle otro hogar, pero no conozco a nadie por aquí, ¿crees que alguno de los chicos aquí lo adoptaría? –

-lo siento por ti, pero la verdad no lo sé –

-¿y tú? ¿No te gustaría adoptarlo? – tanto el cachorro como ella me miraron

-¿yo? –

-si tú, tu casa debe ser grande, ¿o tampoco te permiten tener mascotas? – me pregunto

-yo… yo debo ir a entrenar – respondí al no saber que mas decir, lo mejor era alejarme, de lo contrario no podría negarme por mucho tiempo mas, nunca me paso por la cabeza tener una mascota, así que no tenía ni la menor idea de las reglas del condominio donde yo vivía  

Ella solo me miro y no dijo nada mas, se retiro con todo y su cachorro a la sala de juntas, como era posible, que aun no tuviera un lugar propio en el que trabajar.

Cuando Basil el molesto hijo de mi agente llego, lo llame para que se acercara a mí - ¿ahora que necesitas? –

-¿Por qué tu padre aun no le da un oficina? Si va a seguir trabajando aquí, deberían darle su propio lugar –

-vaya ya vamos progresando al menos ya aceptaste que va a trabajar para ti – me respondió

-dices que no le dabas una oficina por mi culpa, como si realmente me hubieran pedido opinión cuando la contrataron, además ella ha estado haciendo bien su trabajo, no veo cual es la excusa – Basil no respondió, solo me miro, negó con la cabeza y se fue rumbo a la sala de juntas, no entendí su gesto, pues yo no era el mejor para interpretar el lenguaje corporal de las personas.

Abigail

A mitad de mi jornada laboral, Basil el hijo del hombre que me había contratado, vino a verme por segunda vez en el día.

-toma tus cosas y ven conmigo – me pidió

Tome mi bolso, la computadora que me había asignado, al cachorro, y con dificultad fui tras él, me llevo a una oficina diminuta, que mas bien parecía que había servido para guardar cosas, apenas cabía un pequeño escritorio, y una silla.

-vas a trabajar aquí de ahora en adelante, espero estés más cómoda –

-¿mas cómoda, aquí? – pregunte

-necesitas una oficina, y esta es la única que hay, por el momento –

-pues gracias, intentare acomodarme aquí – deje la computadora sobre el escritorio y baje al cachorro al piso, la puerta estaba entre abierta, así que cuando no me di cuenta, este se salió.

No habían pasado ni cinco minutos cuando me tocaron la puerta – adelante –

-tu cachorro, se salió, casi lo pisan – me dijo Lucian, venia con el cachorro en brazos, así que aproveche

-se nota que le agradas, ¿de verdad no puedes adoptarlo? No sé qué voy a hacer con él, cuando sea hora de irme –

El solo me miro y se rasco la cabeza, sin saber que decirme - ¿puedes tenerlo al menos mientras le encuentro un nuevo hogar? No puedo dejarlo en la calle de nuevo, es demasiado pequeño, además no me atrevo a abandonarlo –

-está bien, lo tendré de manera temporal, no te prometo quedarme con él – me respondió, y se salió con el cachorro en brazos, quitándome esa preocupación de encima por el momento.

Cuando me fui a casa ese día me fui tranquila, ese cachorrito, tendría donde pasar la noche, esperaba que Lucian se encariñara, con él, mas tarde el paso por las cosas para el cachorro que el mismo había comprado antes, eso me recordó que mi día de pago estaba por llegar, y debía darle una parte de lo que presto.

-cuídalo mucho – le pedí

-¿Cómo se llama? – me pregunto

-aun no tiene nombre – admití – pero puedes ponerle uno –

-eso debería hacerlo su dueño - me respondió y después se fue.

Lucian

Este pequeño cachorro era una molestia, me seguía por todas partes, y hacia un escándalo si no me veía.

-solo quédate ahí – le pedí y me miro como si me entendiera, pero cuando abrí el refrigerador y ya no me vio, hizo un alboroto de nuevo.

-eres un pequeño cachorro muy tonto, debí dejarte en la veterinaria –

Mientras cenaba, le di su comida, pero nada más terminarla, vino, y se acomodo a pies de nuevo, un mensaje llego a mi celular y lo revise molesto, pero después no puse evitar sonreír, era ella.

-debes subir una foto a tus redes, no lo olvides -

  ¿Qué se supone que suba? Me pregunte mientras me levantaba a poner el plato en el fregadero, y pateando al perro en el proceso. Lo tome en brazos, ¿extrañas a tu antigua dueña, o porque no dejas de seguirme? En respuesta me lamio. Y me dio una idea baje al cachorro y le tome una foto, la subí como me explico, deje el teléfono en la encimera de la cocina, y me fui a ver televisión, con el cachorro tras de mí.

Por la mañana no preste demasiada atención al celular solo tome de la repisa y lo metí en mi bolsillo, tome al cachorro, el resto de mis cosas, las llaves y salí rumbo al gimnasio.

-¿adoptaste al cachorrito? Muy bien hecho necesitas un amigo, y a tus seguidores, les gusto mucho eso, ahora quieren saber el nombre – me dijo Basil al llegar, arrebatándome el perrito de los brazos

-¿Qué hice qué? – pregunte

-adoptaste al perrito, si no porque tomaste la foto y la subiste a tus redes –

-¿de verdad vas a quedártelo? – me di la vuelta y vi a Abigail entrar, ella escucho el final de la conversación y me miraba emocionada.

Ella me miraba de una manera que no le pude decir que no, y así termine siendo el dueño, de este pequeño cachorro.

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