Capítulo7
Al ver a Andrés, Azul se sintió como si hubiera encontrado a un salvador, se puso contenta. Se dirigió a Rosa, quien estaba actuando de manera afectada, y gritó en voz alta:

—¡Rosa, después de todo, don Andrés es el exmarido de Selene! ¡Te estás metiendo en un lío tratando así a Selene!

Selene también vio a Andrés. ¿Realmente estaba allí para salvarla? Después de todo, ella lo había amado durante once años; debería haber algo de consideración...

Selene levantó la mano y agarró su pantalón suavemente. Con esfuerzo, levantó la cabeza para mirarlo. Quería hablar, pero todas las palabras parecían estar atrapadas en su garganta. Después de un momento, logró articular una palabra con dificultad:

—Andrés...

La mano que agarraba su pantalón se apretó un poco más. No quería soltarlo. Tenía algo que decirle, pero toda su fuerza parecía haberse agotado. Decir una sola palabra resultaba tan difícil. Con lágrimas en los ojos, lo miró, con la última y única esperanza en sus ojos.

La mirada de Andrés era indiferente, y nunca mostró intenciones de tenderle la mano en ningún momento.

—¿Otra vez empezando con el drama?— Su mirada era aterradora y experta, como si estuviera sonriendo pero no sonriendo. Nadie podía adivinar sus pensamientos, pero sus palabras frías ya eran una prueba suficiente.

Al escuchar esas palabras, Selene sintió una desesperación abrumadora que la envolvía. En un instante, todas sus esperanzas se desmoronaron, y lágrimas ardientes se mezclaban con la lluvia fría, cayendo por sus mejillas...

Él no había venido a salvarla, no lo era...

Ella sonrió amargamente mientras aflojaba su agarre poco a poco.

Rosa, al presenciar esta escena, sintió una alegría secreta.

Andrés mostró indiferencia hacia Selene, algo inesperado pero lógico, después de todo, todo Novaterra sabía cuánto la despreciaba.

Luego, Rosa rápidamente sonrió tratando de congraciarse:

—Don Andrés, adentro, por favor. Fuera está lloviendo fuerte...

—Deberías llamarme el gran accionista—dijo Andrés con un ligero movimiento de su garganta, su voz fría y penetrante.

Rosa se quedó perpleja, sin entender de inmediato el significado de las palabras de Andrés.

—Don Andrés, ¿puede explicar qué quiere decir?

El asistente, Damián, dio unos pasos adelante y explicó:

—Señora Soto, el señor Andrés posee el 55% de las acciones de Viñas Soto. A partir de hoy, él es el accionista mayoritario de esta bodega.

Rosa se quedó boquiabierta, nunca imaginó que Andrés tendría el 55% de las acciones de la bodega, ¡casi un 15% más que ellos!

El 55% de las acciones significaba que se convertiría en el líder de la bodega, con un control absoluto y una influencia decisiva.

En un instante, el rostro de Rosa cambió drásticamente; se tambaleó, retrocediendo unos pasos...

—No quiero que haya pérdida de vidas en la bodega, ¿entiendes?—Su mirada se volvió aún más siniestra, enviando escalofríos por la espalda.

Rosa no era tonta; asintió repetidamente y respondió:

—Sí, sí, absolutamente no habrá ninguna pérdida de vidas, Don Andrés, confíe en mí. ¡Ahora mismo los llevaré al hospital!

Rosa solía ser una acompañante en los lugares de vida nocturna, y aunque ahora se había transformado en la señora Soto, entendía muy bien que tendría que mantener una actitud humilde ante la gente con mucho más poder que ella, especialmente cuando se enfrentaba al aterrador Andrés.

Inmediatamente después, dio órdenes a los guardias y sirvientes presentes para llevar rápidamente a Selene y Luciano al hospital.

—¿Por qué...— Selene miró a Andrés mientras se preparaba para irse, permitiendo que la lluvia lavara su rostro pálido.

¿Por qué adquirir acciones y por qué ser tan cruel con ella?

—Esto es el resultado de tus malas acciones—dijo Andrés sin mirar atrás.

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