Capítulo10
Selene miró la carta que Octavio le entregó, en la cual estaba escrita con una delicada caligrafía el nombre “Delfina”. Temblando, la tomó y abrió la carta con la mayor rapidez posible.

Cuando vio la familiar letra de su madre, sintió como si hubiera recibido un cálido abrazo.

[Sele, has pasado por tantas cosas. Ese héroe que te abrazó cuando todo estaba en llamas, sin importar si él te recordaba o no, tu dedicación a él todos estos años es realmente admirable.

Esta clase de amor, mamá lo ve y siente pena por ti. A veces, me daban ganas de regañarte fuertemente. Hay tantos hombres excepcionales en el mundo, ¿por qué eliges amar solo a Andrés?

Pero después, vi una luz en tus ojos que no veías en los demás, una luz que era solo para él. Con el tiempo, mamá entendió que esta era la elección más feliz para nuestra Sele. Aunque me duele verte sufrir, solo puedo apoyarte incondicionalmente, como madre.

Luciano tiene un gran conocimiento sobre el vino, y él es adecuado para estar tranquilo en la bodega. La responsabilidad de Entretenimax, en cambio, recae en ti.

Después de mi partida, tu tío se hará cargo de Entretenimax, y este 30% de las acciones es tuyo. En cuanto al resto, tendrás que pelear por ello.

No puedo ayudarlos más, pero sin importar qué decisiones tomen tú y Luciano, esté donde esté, siempre los amaré. Ustedes dos son la última luz que dejé en este mundo.

Espero que ambos brillen intensamente.]

Al llegar a este punto, Selene apretó fuertemente el papel, sus manos temblaban intensamente, y ya no podía contener las lágrimas...

Ella fue tan obstinada, en su juventud, su corazón solo tenía espacio para Andrés. Más tarde, no se casaría con nadie más que no fuera Andrés. Su madre pasó de intentar detenerla a aceptar en silencio, y finalmente a preparar todo para ella...

Si pudiera elegir, si tuviera otra oportunidad, se alejaría de él, lo más lejos posible...

Octavio le entregó un pañuelo a Selene y dijo con suavidad:

—Sele, la presidenta desea que seas feliz. Deja Novaterra, regresa a Acuática y encárgate de Entretenimax.

Después de un largo rato, Selene asintió con la voz entrecortada.

—Está bien.

Era el momento de despedirse de todo en Novaterra.

Sin embargo, antes de irse de Novaterra, quería despedirse de la persona a la que amó con todas sus fuerzas, poner un verdadero punto final.

*

Nadie sabía que un día antes de la fecha programada para su alta, Selene realizó los trámites.

En Novaterra, la nieve caía, creando una escena hermosa pero extremadamente fría. Selene ajustó su abrigo de felpa y, sin paraguas, se adentró en la cortina de nieve...

Hizo señas para detener un taxi y se dirigió hacia Monte Novaterra.

—Señorita, ¿a dónde va en Monte Novaterra?— El conductor miró a Selene, vestida con un abrigo de felpa blanco que la hacía parecer una princesa de la nieve, y le preguntó sonriente.

—A ver a alguien.

A ver a la persona a la que más amaba en lo que ella consideraba el día más importante.

El conductor se quedó perplejo por unos segundos y luego, con un rostro lleno de curiosidad, preguntó:

—¿La persona que vive en Monte Novaterra es Andrés Herrera, el CEO de Corp. Herrera? ¿Lo conoces?

Selene se negó.

Más que conocerlo. Fueron tan cercanos en un momento, pero hoy en día, son como dos extraños más en el mundo.

—¿No lo conoces? Entonces, ¿por qué vas a Monte Novaterra? Eres una niña hermosa, ¡no sueñes con convertirte en princesa como Cenicienta! No digas que no te advertí. Hay una advertencia de fuertes nevadas esta noche. Si subes ahora, es posible que no puedas bajar esta noche.

—Gracias, lo tengo en cuenta—respondió Selene con calma, agradeciendo al conductor por su amable advertencia.

El conductor, a través del espejo retrovisor, la miró en el asiento trasero y sintió que algo era extraño. Durante el resto del viaje, no volvió a hablar con ella.

—Señorita, aquí es donde me detengo. El coche no puede seguir. Tendrá que caminar unos quinientos o seiscientos metros por su cuenta.

—Está bien, gracias—agradeció Selene, pagó al conductor y bajó del auto.

El serpenteante camino de la montaña estaba limpio de nieve acumulada. Selene, enfrentando el viento y la nieve, avanzó hacia la entrada de la villa a medio camino de la montaña.

De repente, su teléfono sonó.

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