Capítulo50
Selene estaba parada en la entrada, mirando a Tadeo, cuya emoción estaba fuera de control. En comparación con su estado un poco maníaco, ella parecía especialmente tranquila. Nacho dio unos pasos hacia adelante y agarró la silla levantada por Tadeo.

—Señor Paredes, ¡la silla es inocente!

Tadeo miró a Nacho, que parecía un gigante con su imponente estatura, y no se atrevió a decir nada más. Soltó la silla obedientemente. Nacho la dejó en el suelo y se retiró a un lado.

—¿Tío, hace mucho que no nos vemos. ¿Te gusta este regalo?— dijo Selene con una sonrisa en el rostro. Tadeo miró a Selene, temblando, y dio unos pasos tambaleantes hasta apoyarse en el borde de la mesa, apenas manteniendo el equilibrio. En la sala de reuniones seguía reproduciéndose sin parar el diálogo entre Tadeo y el gerente Vega, una y otra vez. Podría decirse que había roto por completo las defensas mentales de Tadeo. Sabía que el gerente Vega ya había confesado todo y dejado pruebas, y ahora, con las pruebas en su
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