Capítulo36
Él no mostró ninguna emoción en su rostro, era profundo y aterrador, nadie podía adivinar lo que estaba pensando.

Hasta que él pronunció una palabra con sus labios finos:

—Ejem.

Esa sola palabra dejó a Selene perpleja por unos segundos.

—Andrés... tú...— Ana estaba atónita.

—Andrés, ¡yo soy tu prometida! Tú, ¿cómo puedes hacerme esto? ¿Cómo puedes...— Esmeralda, con los ojos llenos de lágrimas, con un aspecto de lástima, se secó las lágrimas y salió corriendo de la habitación.

Al ver esto, Ana la siguió de inmediato, gritando:

—¡Esme, Esme!

Selene aflojó su abrazo alrededor de su brazo y arregló su vestido. Luego, con una sonrisa, dijo: —¿Qué tal te sientes al ser atrapado en el acto por tu propia madre y prometida?

—Indescriptible.

Selene se quedó atónita. ¡Este tipo era un loco!

Ella volvió a sonreír y dijo:

—¿No deberías apagar el fuego en la habitación de tu prometida lo antes posible? Nos vemos después.

Luego, Selene tomó su bolso y se dirigió hacia la puerta.

La voz de Andrés
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