Abrí la puerta, sorprendiéndole, saliendo del baño, mientras él me seguía, con la mirada, dándose cuenta de que me había puesto el albornoz. Ni siquiera le miré, caminé hacia la cama y me senté en ella, alargando la mano para abrir la maleta. Saqué unas bragas y me las coloqué, mientras él se sentaba a mi lado, y yo ponía todo de mi parte por no derrumbarme, no podía, admitir que me había afectado, o que sentía algo por él, no podía hacerlo. Confiar en alguien más, eso no entraba dentro de mis prioridades.- Lena... no es lo que piensas... - ¿por qué él seguía insistiendo en darme explicaciones, si yo no quería escucharlas?- Debes de estar acostumbrado a esto, ¿no? – pregunté, molesta conmigo misma por estar actuando de esa manera frente a él, yo no era así, en lo absoluto. Siempre me quedaba callada cuando las cosas me molestaban, ignoraba todo y a todos, y me centraba sólo en mi vida. ¿Por qué con él no podía hacerlo?- No es cómo si sólo salga con mujeres de tu edad – se quejó, aga
Caminaba sin ánimos por hacerlo, arrastrando los pies, mirando hacia abajo, dándome cuenta de la situación.¡Oh Dios Mío!¡Quería morir de vergüenza!Había bajado a la recepción en bragas, con tan sólo esa camiseta.¡Por Dios!¿Cómo podía ese hombre haberme vuelto tan loca?Levanté la vista, justo cuando le vi allí, frente a la puerta, con mis sandalias en la mano. Golpeó la puerta nuevamente, un poco más. Chasqueó la lengua, molesto, para luego girar la cabeza, encontrándome allí, sorprendiéndose.Me relajé, todo mi cuerpo lo hizo en cuándo le vi.- ¿Se puede saber de dónde vienes? – se quejó, fijándose en que ni siquiera llevaba chanclas.- He ido a decirles a los de recepción que me subieran la cena – mentí, era obvio que no iba a decirle la verdad, ni por asomo.- ¿En bragas? ¿y sin chanclas? – me encogí de hombros, sin darle importancia, deteniéndome a su lado, mirando hacia la puerta, cayendo en la cuenta de que tampoco había cogido la llave de la habitación.¿En serio Lena? ¿Qué
Acariciaba sus cabellos, con una sonrisa en mi rostro, acababa de despertar aquella mañana, y ver aquel bello paisaje, me hacía feliz, como jamás pensé llegar a sentirme jamás, no de esa forma tan sana.- ¿Vas a ir a ver a tus padres a Wisconsin cuando vuelvas? - ¿Cómo podía saberlo? Era increíble, siempre estaba dentro de mi cabeza. Asentí, despacio – Yo también estoy pensando en pasarme a ver a mi madre, hace tiempo que no hablamos y ... la echo de menos.- Estás muy unido a ella – me percaté - ¿Es cómo tú? Descríbemela.- ¿a mi madre? – preguntó, sorprendido. Asentí, mientras él se quedaba pensando en ella, un momento – Mmm... se parece a mí. Es rubia, ojos azules, un bombón de los que ya no quedan – reí a carcajadas. Me encantaban sus bromas – pero en la personalidad soy más como mi padre, por eso chocamos tanto. Los dos somos muy cabezones.- Al contrario que yo – contesté – de físico soy igualita a mi padre con peluca – rompió a reír, durante un buen rato – y de forma de ser, tam
Hablaba con Piter, al día siguiente, en la cafetería que había frente a la oficina, el muy pesado quería contarme todos los cotilleos de la oficina, en mi ausencia, y no podía siquiera esperarse.- Y entonces entró Alexander – me explicaba – y pilló a Marks con Susane, poniéndola mirando para cuenca, en su oficina – estaba escandalizado, yo la verdad que no le di mucha importancia, en aquel momento, me parecía mucho más escandaloso lo mío con Ares – Nena, ¿me estás escuchando? – Miré hacia él, y asentí – Alexander puso el grito en el cielo, y ha prescindido el contrato con el bufete – aquello si me impacto. Abrí la boca, y me llevé la mano a la boca – Le ha dicho a Charles, que no piensa volver hasta que ese degenerado no abandone las instalaciones.- ¡Ja! Cómo si él fuese mejor que Mark – me quejé, haciendo que Pit me mirase algo sorprendido, pues yo no solía hablar así de los jefes – Si se enrolló con su colega de 20 años menos y abandonó a su mujer por ella...- ¡Joder! ¡Vaya tela c
Tenía los ojos cerrados, mientras sentía sus caricias en mi rostro, y escuchaba música de fondo, de la televisión que estaba puesta.- ¿Duermes? – preguntó. No contesté - ¿Sería una locura si quiero que vengas conmigo a casa? – preguntó – Quiero presentarte a mi madre, pero al mismo tiempo estoy aterrado, porque no quiero que tengas problemas en el bufete, por mi culpa.Acerqué mi boca a la suya, aún con ojos cerrados, besándole, antes de contestar.- Iré contigo a tu casa, si tu vienes conmigo a la mía – dije, casi sin pensar, abriendo los ojos de golpe, tan pronto como lo escuché. Él rompió a reír, durante un buen rato.- ¿Ya no tienes miedo de que la sociedad se entere de esto? – quiso saber. Asentí. Tenía miedo. Por supuesto que lo tenía.- Tengo miedo – admití, cerrando los ojos, volviendo a abrirlos lentamente.- Seré cauto – me calmó. Sonreí, porque él usaba palabras demasiado difíciles para alguien de su edad – no dejaré que nadie se entere.- ¿Sabes qué es lo que me da aún más
Y aquí otro capítulo más.El último que subiré hoy. Mañana habrá más.Por cierto. Les quería comentar... quedan 6 capítulos para que termine el libro O.o Acabo de darme cuenta hoy xDEstaba histérica aquella tarde, vistiéndome en mi habitación. Acababa de ponerme las medias y el liguero, cuando mamá entró, sin tan siquiera llamar a la puerta. Ni me inmuté, la ignorancia siempre funcionaba bien con ella.- Tu padre me ha dicho que vas a salir – me dijo. Caminé por la habitación, agarré el vestido negro y me lo coloqué, sin tan siquiera echarle cuenta - ¿por qué te estás arreglando tanto, has quedado con un chico? – me acerqué al espejo y comencé a maquillarme – María Helena, habla conmigo, ¿es que nunca vas a perdonarme? – dejé de echar sombra, y miré hacia ella.- No – contesté, volviendo a prestar atención a mi maquillaje, difuminando aquí y allá, hasta lograr el efecto deseado.- Ni siquiera me dejaste explicarme y te fuiste – insistió, deteniéndose junto a mí, frente al espejo – lo
Estaba en su coche, de camino al puerto, miraba por la ventanilla, mientras el viento me daba de lleno en la cara, cerré los ojos, y su risa invadió mis oídos, era un recuerdo, un maravilloso recuerdo que hacía que me doliese el corazón. Nunca volvería a escucharla.Se detuvo en el mirador, sorprendiéndome, pues pensé que iríamos al puerto. Estábamos en un lugar incluso más alejado. Quizás pensó que de esa forma no podría escapar.Salí del coche, tan pronto como él se giró, dispuesto a hablarme, me toqué los brazos dándome cuenta de que había refrescado. Se dejó caer en el capó del coche, y agarró mi mano para atraerme hasta él.- No – le dije, echándome hacia atrás. Se elevó y caminó hacia mí, intentando coger mi mano entonces, pero me aparté.- No ha pasado nada entre ella y yo – insistió, como si estuviese adivinando lo que sucedía. Negué con la cabeza, incapaz de poder aceptar eso como una excusa.- Lo he visto, Ares – contesté – así que no te atrevas a ...- Ese beso no ha signifi
Estaba en mi cama, dando vueltas en ella, sin poder conciliar el sueño, no podía dejar de pensar en él. Estaba en su cama, con él mirándome, esos hermosos ojos azules que me tenían tan tremendamente cautivada, sonriéndome, mientras yo acariciaba su cabello. Mis lágrimas seguían saliendo, sin que pudiese hacer nada por detenerlas, ante la terrible realidad que me golpeaba. Él ya no era mío, nunca lo había sido, y nunca lo sería de nuevo. Dolía, dolía muchísimo. No podía aceptar la idea de no poder volver a despertar a su lado, con esa mirada sobre la mía, con esa sonrisa, con su risa, ese guiñe de ojo que me volvía loca, sus caricias, su mano entrelazada a la mía. Un sonido en la puerta me hizo limpiar mis lágrimas con rapidez, y poner atención a lo que ocurría. - Nena – me llamó mi madre. Me hice la dormida – ¿ya estás en casa? – insistió – Me tenías preocupada... - entró en la estancia, observando el vestido sobre la silla - ¿qué ha pasado? – se sentó sobre la cama, y apoyó su m