Nada más Aaron entraba a su habitación cuando escuchó su teléfono, después de darse cuenta de que era Whitney lo ignoró 4 veces en los siguientes 15 minutos, justo cuando había decidido bloquearla cambió de opinión.—Veo que ya compraste un nuevo teléfono y para mi desgracia has podido mantener mi número ¿Qué pasa Whitney? ¿Qué fregados quieres ahora?—¿Dónde estás? ¿Por qué no estás aquí cuando te necesito?—Donde estoy no tendría por qué importarte, yo no soy tu juguete para que me quieras dar órdenes, sabes muy bien que conmigo eso no funciona.—¡Necesito verte ya! —demandó como era de costumbre en ella.—No estoy en Boston tengo asuntos más importantes que atender que tus ataques de loca.—Espera ¿Qué dijiste? ¿Cómo es eso de que no estás aquí? ¿Qué puede ser más importante que yo?Era claro que Whitney había sido siempre una mujer muy caprichosa y que cada vez que quería algo lo conseguía, tal vez esa era la razón por la que nunca se había conformado con la separación de Scott, en
Nada más Scott y Mariela llegaron al departamento los niños corrieron a saludarlos, el entró de inmediato su maleta con la mejor de las sonrisas, aunque ella aún tenía los bolsos con sus compras en el carro tal vez tratando de convencerse que había ido por Miguelito para llevarlo de vuelta a casa porque, aunque ese cuento de hadas parecía de película algo en su interior la hacía querer pensar de manera razonable con respecto a ese amor que no entendía a qué hora se metió en su corazón y hasta en su intimidad.—Ok amor yo creo que es hora de que te despidas de tus amiguitos, esto ha sido demasiado abuso tú viniste por una tarde de juegos que por lo visto se extendió más de la cuenta —le dijo Mariela mientras lo abrazaba, aunque con sentimientos encontrados de que quería escuchar. —Mami Mariela, por favor no nos vamos todavía, a mí me gusta estar aquí —respondió el pequeño con cara de tristeza.Mientras los gemelos lo abrazaron fuerte casi como protegiéndolo, Travis como siempre habló
Mariela trató de resolver el problema buscando una explicación lógica —Joven muchas gracias, pero tal vez usted se equivocó de departamento. —Esta es la dirección en la orden ¿Es usted la señorita Mariela González? —preguntó el muchacho. —Si, soy yo —respondió tratando de pensar si había alguna otra Mariela González cerca al fin y al cabo su nombre era algo común. —Entonces las flores son suyas, de seguro tiene un admirador por ahí y por lo visto no es cualquiera, porque estas son las mejores que tenemos. Para ese entonces Scott parecía que iba a explotar con el comentario ¿Qué le pasaba a ese tipo? ¿Cómo se atrevía a decir algo así en su presencia? ¿Cuántos admiradores con el dinero para comprar dos docenas de rosas rojas de una de las florerías más elegantes de New York tiene Mariela? —Por favor firme aquí —le dijo el chico mientras le entregaba una libreta porque ya había notado que la situación se estaba poniendo un poco tensa, en especial con ese último comentario así que lo
—Miguelito por favor —Mariela trató de detenerlo, pero Scott vio que esa era su mejor opción para remediar el problema.—Miguelito, te pido disculpas, tú tienes razón, eres el hombre de esta casa, yo debí haber hablado contigo primero, ¿te parece bien si todos nos sentamos a aclarar esto? —dijo mientras se acomodaba en el único sofá que, aunque un tanto incomodo era el lugar donde Mariela dormía cada noche y que estaba frente a esa pequeña cama donde de inmediato los 3 pequeños se sentaron juntos con toda seriedad.Cualquiera que hubiese visto esa imagen pensaría que era un juicio y que los 3 niños eran el jurado que estaba a punto de decidir el futuro de sus padres. —Miguelito, esto es algo que yo debo decidir —dijo Mariela sentándose en el sofá, aunque tratando de dejar la mayor distancia posible de Scott.—Pero yo soy el hombre de la casa y no quiero que nadie te haga daño, yo he visto a muchos de mis compañeros de escuela llegar tristes porque sus padres pelean o ya no se quieren
Mientras iban de camino, los niños cantaron, contaron chistes y hacían todo tipo de preguntas. —Ustedes se van a casar pronto —preguntó Mark. —Esa es una buena idea así viviremos todos juntos, tal vez es hora de comprar una casa con más espacio —respondió Scott. —No les parece que van muy rápido recién nos estamos conociendo, no podemos casarnos tan pronto —dijo Mariela. —¿Por qué no? Soy soltero y tú también yo no veo problema para eso —dijo Scott —¿Qué dicen chicos quieren boda? —¡¡SI!! —respondieron los tres al mismo tiempo. —Seguro nunca has pensado así antes —le respondió ella. —Tienes razón es la primera vez y créeme me gusta la idea —le respondió mientras tomaba su mano y la besaba con esa sonrisa que Mariela sabía bien la haría perder las bragas sino se controlaba en especial cuando volvieran a la ciudad. A su llegada al hotel Sarita, Tom y las dos asistentes los esperaban listos para guardar rápido las cosas de Miguelito en su nueva maleta incluso Mariela puso el par d
Mire jovencita deje de soñar despierta y llame al mánager que las mujeres no están para esos roles —dijo Leopoldo con soberbia como siempre menospreciando en especial a cualquiera que no fuera hombre. —¿De qué está hablando señor Becker? —interrumpió Juan. —¿Tú quién eres? —Soy Juan Araya, el asesor financiero de Scott y ya que él no se encuentra en este momento si tiene algún problema lo puede tratar también conmigo, pero le aviso que a la señorita aquí ni usted ni nadie le falta el respeto. —Al fin te conozco personalmente, así que tú eres el famoso Juan, en vez de estar en esta tienda deberías trabajar conmigo. —Gracias estoy bien así. —Juan Araya dijiste, de que familia eres —preguntó la señora Becker como siempre perdida en su mundo. —Soy de la familia de una mujer que trabajó duro para sacarme adelante a pesar de ser madre soltera. —¿Y no le da pena admitirlo? —respondió incluso haciendo un gesto repulsivo. —Me daría pena y lástima saber que fue una mujer incapaz de l
No pasó mucho rato desde su llegada mientras Scott organizaba unos papeles, había decidido deshacerse por fin del famoso informe de Mariela, en su corazón ya no necesitaba comprobar más nada, estaba seguro de ella y se lo quería demostrar con confianza, entendía que era una relación nueva pero jamás se había sentido tan feliz aunque justo cuando tenía el famoso informe en su mano para ponerlo por fin en la trituradora de papel Mariela golpeó la puerta y nuevamente esa carpeta terminó de vuelta en la gaveta. —¿Podemos hablar? —preguntó tímidamente mientras asomaba la cabeza por la puerta. —Claro que si amor, pasa por favor, de hecho, yo también quiero hablar contigo para pedirte una disculpa después de hablar con Juan sobre las flores creemos que Aaron… —¿Aaron?... ese según me contaste es el primo de… —dijo rodando los ojos —con Laura pensamos que podría ser Jack, pero ese no gastaba ni en un chicle como gastaría en esas flores. —La habitación de Jack en el hotel fue pagada por Aar
Mariela en ese instante olvidó todo queriendo ir por algo más que una cachetada, pero Scott la detuvo diciendo —Tranquila, escúchame bien —mientras sostenía sus mejillas para que lo mirara a los ojos —yo no puedo permitir que un idiota como él ponga ideas en mi mente. —Pero, yo te prometo que yo no soy así tal vez termines pensando lo contrario porque fuimos demasiado rápido en esta relación y tengo miedo de eso —respondió como si la persiguiera un tren. —Nena, tú y yo somos adultos yo te sentí y sé perfectamente como, no soy un santo, tú me entiendes, yo aprendí mi lección, pero necesito que hablemos o no podré estar en paz con algo que hice, olvida a Gerardo que ese imbécil no vale la pena. —Te aseguro que Laura no hizo nada de lo que deba arrepentirse para lograr ser la mánager yo la conozco bien. Scott sonrió le dio un tierno beso en los labios y la abrazó fuerte pegándola a su pecho, de pronto alguien golpeo la puerta que estaba entreabierta —¡Hey! par de tortolos ¿se puede?