Es solo una leyendaAntonellaNunca en la vida las horas fueron tan largas para mí, nunca siquiera pude imaginarme vivir un momento tan aterrador como este. Parecía que la desgracia se había cernido sobre nosotros con saña.No obstante, sabía que la culpable de todo no era otra que Marena, ese era su nombre, con todo esto no había podido recordarlo, pero el hombre que trató de hacerla entrar en razón la había llamado “Marena”, ella era la culpable de todo lo que sucedía. Era la culpable de que mi abuelo estuviese luchando por su vida en ese momento.Sentía rabia, impotencia y un miedo voraz que me consumía el alma.—Antonella.Levanté la mirada para encontrarme con Carina.—¿Cómo te enteraste? —pregunté casi de inmediato.—Fui como todas las mañanas a tu casa, la puerta estaba abierta y me imaginé lo peor, unos pescadores estaban cerca, dijeron que te vieron salir con prisa de casa y pues… me imaginé que se trataba de tu abuelo.—No sabemos nada de él —dije.Carina se sentó al lado co
Sin esperanzaLorenzo Aceptar a Marena en el viaje a Amalfi fue el primer error que cometí, el siguiente fue permitir que Federico accediera a su petición de comprar flores en memoria de Dante. ¿Cómo tenía ella la seguridad de que mi nieto estaba muerto? ¿Cómo podía decir que estaba enamorada de él y perder la esperanza de encontrarlo con vida?Todo se me escapó de las manos, viajar a Amalfi con bajo perfil se fue a la mierda en el momento que Marena decidió hacer un escándalo en la Villa Rufolo por unas manchas en su blusa.La jodida prenda no era tan importante ni valía la discreción con la que esperaba investigar si mi nieto había sido visto o no en el pueblo.Habíamos recorrido la costa Amalfitana. Sin embargo, las brigadas, los hombres del pueblo que colaboraron activamente en la búsqueda, Federico y yo regresamos con las manos vacías. No había rastros de Dante.¿Debía entonces dejar de buscarlo? ¿Aceptar que se había marchado como su padre y su abuelo? Hacer la pregunta era muy
FuneralLorenzo «Dante está muerto»«Dante está muerto»«Está muerto»«Está muerto» …Aquellas malditas palabras se repetían como un mantra en mi cabeza, mientras mi corazón se negaba a aceptarlas como verdaderas.Dante no podía estar muerto, él no podía haberse marchado así de mi vida, sin un adiós, sin un volveremos a vernos.—¡Nooo! —el grito que salió de mi garganta fue todo menos humano.Me negaba rotundamente a aceptar aquella mentira, eso era… Todo era una maldita mentira, todo tenía que ser una mentira…—Lo siento mucho, abuelo, hicimos todo para buscarlo, no perdimos nunca la esperanza de encontrarlo con vida, pero todo nuestro esfuerzo fue en vano. No logramos encontrarlo a tiempo —expresó.Realmente no escuché el resto de sus palabras.Mi mente fue golpeada con el recuerdo de la muerte de mi hijo y de mi esposa. Las imágenes de aquel terrible accidente me dejaron sin aire. No quería pensar en lo que mi nieto había sufrido, ni cuánto tiempo duró su agonía.Mi familia estaba
Las lágrimas de HérculesAntonella.Cuatro días… Habían pasado exactamente cuatro días desde el día que Dante desapareció de la sala del hospital sin despedirse, sin un pronto volveré.Cuatro días de angustia por saber de él…—Lo lamento, no debí hablar sobre la leyenda de la isla con Dante, nunca imaginé que él saldría corriendo a la Bahía de Ieranto.Miré a Carina con cierto enojo, quizá no toda la culpa era suya, sino también de Dante por creer que esas perlas existían. ¡Era imposible!—Solamente era una leyenda, Carina, un cuento de niños…—Un cuento en el que tú creías, Antonella.Levanté la mirada una vez más y con un triste suspiro respondí:—No existen los cuentos de hadas, lo aprendí de la manera más dolorosa. En cuestión de semanas dejé de creer en todos los cuentos que el abuelo se esmeró en contar. Él creó un mundo demasiado perfecto para mí, todo lejos de la realidad —acepté.—Antonella…—El abuelo ha sufrido un paro cardíaco, su vida ya no será lo mismo de ahora en adela
Empezar de nuevoDanteHabían pasado cuatro días desde la última vez que vi a Antonella en la sala del hospital, debía reconocer que fue un acto impulsivo de mi parte. Solamente lo supe mientras me dirigía a la Bahía de Ieranto.Fue en ese momento que pensé que jamás volvería a verla, sin embargo, logré regresar con vida del lugar.Antonella jamás debía saber lo que ahí pasó, mucho menos debía saber que conseguir aquellas perlas casi me cuestan la vida, la vida que les había costado a muchos marineros que intentaron hacerse con ellas.Un escalofrío recorrió mi cuerpo ante el recuerdo de muchos huesos humanos en la cueva, otros cuerpos que parecían ser mucho más recientes en el sitio. Pues, aún podía verse algunas prendas.No sé cómo sobreviví en esa cueva, no sé si las dos perlas en mis manos sean las lágrimas de Hércules, las perlas de la leyenda.No tengo idea de si valen lo que dicen que valen, pero es la oportunidad que necesitamos para empezar de nuevo luego de tantas tragedias.
Siempre serás túAntonella No era capaz de describir todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Dante me sostenía en sus brazos como si fuese lo más preciado de su vida, como si fuese algo que en cualquier momento iba a romper.La sensación de nuestros cuerpos desnudos era abrumadora, lo que habíamos hecho recientemente había sido una experiencia explosiva. Capaz de borrar la angustia y el miedo que había sentido por su ausencia…—Te amo —susurró.Mis ojos estaban cerrándose, no había dormido casi nada durante esos cuatro días, hoy que me sentía en sus brazos y lo sabía a salvo, me dejé arrastrar hasta caer profundamente dormida, no sin antes responderle:—Te amo…A la mañana siguiente lo primero que vi fue su rostro sobre el mío, sus labios estaban alejándose de mi frente.—Buenos días, princesa.Mi corazón saltó desbocado dentro de mi pecho al verlo y escucharlo, saber que no era un sueño lo que había sucedido entre nosotros la noche anterior.Abrí los ojos al darme cuenta de que
Mi mujerDante.Debía reconocer que perdí el norte por unos escasos minutos con Antonella, pero ella era una mujer en quien podía confiar plenamente. Era una mujer transparente, sus ojos no podían mentir y sería un completo canalla si pensara de ella lo contrario.Luego de nuestra pequeña discusión que provoqué y la llegada al hospital, Carlo fue dado de alta, y tal como Antonella había mencionado. La cuenta del hospital estaba saldada, el amargo sabor de boca bajó por mi garganta.No conocía quien era el hombre quien se había ofrecido a ayudarle, pero sin duda estaría muy pendiente de que no tuviese ninguna mala intención con Antonella Moretti, ella era mía, era mi mujer y no pensaba renunciar a ella.Por lo que a partir de ese momento me dediqué a tratar de buscar la manera de vender las lágrimas de Hércules, rogaba en mi interior, porque esas perlas de verdad valieran tanto dinero. Pagaría la deuda con el extraño, pondríamos una nueva floristería y tendríamos lo suficiente para rem
ComplotAntonella.Los siguientes días todo fue un complot en mi contra. Dante eligió el trabajo de jardinería, sin embargo, no quiso que lo acompañara a ningún sitio. Me preocupaba que fuera a equivocarse, pero Carina daba la cara por él, algo que no me sorprendió. Ellos se habían hecho buenos amigos y eso era genial, lo malo era que confabularan en mi contra.No tenía pruebas, pero tampoco tenía dudas. Carina había estado actuando muy sospechosa últimamente como hoy…—¿Me dirás lo que está sucediendo? —pregunté luego de un largo paseo a las orillas de la playa.Había pasado mucho tiempo desde que tomamos un descanso, nos habíamos concentrado en buscar trabajo, tratar de vender las Lágrimas de Hércules y en levantar el negocio que nos olvidamos de darnos estos pequeños descansos muy necesarios, no todo podía ser trabajo…—Sucediendo, ¿con respecto a qué?Carina salió con otra pregunta, era la muestra clara de que algo estaba cocinándose y yo no estaba siendo parte de ella.—Tú y Dant