—No creo que sea un lugar demasiado agradable. —dije, al tiempo en que trataba de sujetar la mano de Mark. El estaba apretando el puño.El comienzo de la ciudad era bastante complicado. Entramos por una de las avenidas principales en automóvil. El sitio era ostentoso, con muchos casinos y salones de fiestas. Era un lugar iluminado, pero la gente era completamente desvergonzada. Con Mark, habíamos acordado que no llamaríamos la atención. Pero un muchacho me había dicho que era la chica más hermosa que había visto y eso enfureció a Mark. Pero traté de hacer que se calmara.—Tranquilo, recuerda lo que pactamos, perfil bajo. —le dije, sonriendo y besando su mejilla.Íbamos de la mano, recorriendo la calle principal, acercándonos al centro donde todos los negocios estaban abriendo. El casino principal tenía una imagen de mar, con una decoración con la temática acuática, con estrellas, ostras y todas esas cosas. Supuse que debíamos comenzar a buscar allí.—Lo mataré si llega a decir otra co
Desenfreno, esa era la palabra indicaba para lo que estaba ocurriendo entre Mark y yo. Me sentía en llamas, el calor era incalculable, mi instinto pura pasión.—Te odio, te haré sufrir mucho. —dijo él, mordiendo mi cuello, haciendo que gimiera.Me penetró con firmeza, provocando que me corriera en unos pocos minutos. Su virilidad era tan prominente que no podía aguantar tanto tiempo. Solté otro gemido. La música a nuestro alrededor continuaba, las luces incandescentes brillaban por la oscuridad.—Hazlo entonces, no te diré que pares. —contesté, sonriendo, disfrutando de su virilidad dentro de mí.Una y otra vez, el golpe de mis manos contra la pared, era la música más intensa de todos los tiempos. Mi climax parecía eterno, mi corazón latía rápido.—Suplicarás piedad, Pálida. —gruñó a mi oído, mientras jalaba mi cabello para acomodarme.A nuestro alrededor, todo el mundo parecía hipnotizado. En nuestro rincón, oscuro y profundo, nadie parecía notar que estábamos haciendo el amor como n
—Sara, Sara… Maldición. ¡Quédate conmigo! —gritó Mark, podía escucharlo entre los zumbidos de mi cabeza.Las voces, joder, como me confundían. No lograba saber si estaba en un sueño o me había desmayado. Pero los fragmentos de realidad que podía ver, eran borrosos, Mark me llevaba en sus brazos de vuelta a la mansión.El camino era largo y aún así, pareció como si fuera sumamente corto. Porque yo dormía, perdía la consciencia por horas. Me daba cuenta de ello porque Mark me zamarreaba desesperado, pensando que estaba muerta.—Quédate conmigo, Sara. Luna, estás aquí, estás viva… —empezaba a decir mientras besaba mi frente.Corría con la mayor de sus velocidades, necesitaba llevarme a la mansión antes de que el veneno acelerara su objetivo. La mujer, no conseguía quitarla de mi cabeza. En mis pesadillas, la veía matándome a mi y a mi hijo, apuñalaba mi corazón y luego, asesinaba a Mark con una daga de plata. Era tan horrible que luchaba por borrar esos recuerdos. No lograba dejar de ten
Logré dejar de sentir ese ardor terrible subiéndome por el cuerpo y a pesar de que no sería un remedio a mi cruel destino, fue tan reconfortante. Me enderecé sobre la cama. Mark no decía ni una sola palabra. El era muy distante cuando estaba preocupado.—Derramar sangre no me devolverá el futuro. —le dije, tomando su mano entre las mías.Apreté sus manos lentamente, para mostrarle que todo estaba bien, que yo estaba a su lado. Pero veía el odio plasmado en sus ojos. Él quería asesinarla.—Deberías descansar más, hermosa mía. No quiero que te canses. —murmuró, besando mi frente con dulzura.En este momento, el lobo y el hombre combatían dentro del cuerpo de mi esposo. Su lucha interna era evidente. Un Rey Alfa siempre combatía sin piedad, el instinto de lobo lo hacía querer someter a los más débiles que osaban desafiarlo.—La anciana puede estar diciendo la verdad. Santo cielo, Mark, debes escucharme. —dije, con la esperanza casi nula. Volví a tomar sus manos, pero él me apartó.—Tu in
(Mark)Ella me estaba mirando, sus ojos que antes me veían siempre con amor ahora tenían el temor clavado. No quería decepcionarla, pero yo tenía que cobrarme esa venganza.Odio, cuanto odio que crecía dentro de mí. El fuego era arrasador.Mientras luchaba con todas mis fuerzas, sentí la furia del lobo rugiendo en mi interior. Sus garras afiladas rasgaban mis pensamientos y sus ojos amarillos brillaban en lo más profundo de mi mente. Pero yo, Mark, no podía permitir que ese lado bestial tomara el control. No quería que mi esposa se alejara, no podía permitirlo.Seguíamos bajando a la mazmorra, cada paso se me hacía eterno.La batalla en mi interior era épica, como una tormenta titanesca en pleno apogeo. Mi corazón latía con la fuerza de un trueno, y mis músculos se tensaban como cadenas de hierro. Cerré los ojos con fuerza, como si eso pudiera ayudarme a encontrar la calma en medio del caos.El rugido del lobo resonaba en mis oídos, intentando empujarme hacia la oscuridad, hacia el ab
La piedra helada crujía, comenzando a romperse. Era solo la furia del Alfa lo que hacía que las paredes temblaran. Cualquiera hubiera quedado paralizado si veía como Mark comenzaba a transformarse sin ninguna clase de barrera, dejándose llevar por sus instintos al cien por ciento. Comenzaba a dejar atrás su parte humana, la que podía llegar a tener piedad.Khendra, el nombre de Khendra lo había cambiado todo. La bruja se dio cuenta de que había hablado de más, delatándose a si misma. Su plan nunca había sido quedarse en la mansión, pero había recibido órdenes estrictas. Todavía no lo comprendía, ese vampiro le había jugado una carta especifica y ahora, no parecía querer venir a ayudarla. La habían colmado de regalos y obsequios, de todo lo que ella quería. Pero por, sobre todo, le habían ofrecido convertirse en una vampira, en volver a vivir su juventud perdida.Esa fue una oferta que la bruja Ingrid no pudo rechazar. Cada vez que se miraba al espejo, añoraba una segunda oportunidad p
Sujeté a ese enorme lobo con todas mis fuerzas, con el llanto escapándose de mis ojos. Santo dios, el dolor era insoportable. Tener que hacer esta fuerza para controlarlo era terrible, me sentía como si cargara el peso de una montaña entera sobre mis hombros.—Es… Un Wolf-Blood… —empezó a decir Adren, mirando a su hermano con un gran temor en los ojos.—¿Qué? —no comprendí, yo solo trataba de contener a ese enorme lobo que era mi esposo.—Debes soltarlo, Sara. Será incontrolable. —dijo Adren, temblando.Jamás lo había visto tan asustado en toda mi vida. No entendía nada de lo que estaba refiriéndose. Desde que la mujer había dicho el nombre de Khendra, Mark había perdido el control. Que aquella anciana a la que rescató lo hubiera traicionado y me hubiera envenado le resultó como un explosivo en su interior. Se había contenido por demasiado tiempo.Se estaba transformando en una bestia, más grande todavía que un lobo. El humo brotaba de su pelaje como si estuviera por incendiarse. Sus
El juicio de los pálidosEl castillo de los más poderosos vampiros existía desde tiempos inmemorables. Era un edificio alto, lujoso y contrario a lo que uno podría pensar, moderno. Khendra tenía un exquisito gusto en la decoración.El día de hoy se reunirían los tres vampiros más poderosos de todos los tiempos. Los asuntos que había que discutir eran de suma urgencia. Khendra abrió el gigantesco portón de hierro para que los invitados llegaran en sus lujosos automóviles. Aunque claro, no los necesitaban, pero cada uno portaba demasiada elegancia como para llegar a pie. El primer hombre que bajó se llamaba Julius, alto, de cabello pelirrojo y los ojos grises casi como la plata. Tenía una palidez sepulcral y los labios escarlata. Era un rasgo característico de los vampiros llevar un smoking de color negro. Pero Julius llevaba solo una camisa entallada que resaltaba sus músculos casi perfectos. Parecía de unos treinta años, aunque tenía más de cuatrocientos. Luego, Anna hizo su aparic