Narrador—Esta conspiración podría ser más de lo que temíamos. Más de lo que no temíamos en realidad. —Carol bebió de la champaña dulce, era de sus favoritas.La copa de cristal en su mano parecía brillar. Una copa labrada con pequeños engarces de oro. Ese resplandor dorado resplandecía. Ella estaba alterada, se notaba por su cabello. Parecía electrizarse cuando el estrés intentaba dominarla. Su peinado no era tan impecable como de costumbre. Sus ojos, se veían nerviosos.Le molestaba el hecho de que a pesar de contener en su cuerpo todo ese poder, las personas igual se le escurrieran, se le escaparan de entre los dedos. Impotencia, ese era el principal sentir. Una impotencia grande por no saber si debía matar a todos a diestra y siniestra para encontrar a los traidores.Quiso hacerlo. Una vocecita dentro de su cabeza le recordó que estaban cazando a las criaturas con magia desde hacia mucho. No era tan fácil como parecía. Esos engendros, como le gustaba llamarlos, eran escurridizos e
NarradorLos lobos blancos comenzaron a acorralar a Lena y a Cin. Gruñían, Cin jamás olvidaría el sonido de aquellos gruñidos feroces. Los lobos eran ancianos, quien sabe cuantos años tendrían cada uno de ellos. —No hemos venido a causar daño. —se apresuró en decir Lena, mirando a los ojos a los lobos y enfrentándolos.—¿A que han venido? ¿Cómo supieron de nuestro escondite? —preguntó otro de los lobos, gruñendo con ferocidad mostrando sus colmillos amarillentos.No eran colmillos blancos como los que poseían los lobos jóvenes. Estos lobos debían tener más de trescientos años. Sus ojos estaban cansados. El más viejo pasó al frente para olfatear a las recién llegadas. No iban a matarlas, eso estaba claro. Lena pensó que podrían echarlas y nada más, porque si las quisieran muertas ya las habrían atacado.—Nos trajo un pálido. —soltó Lena, con los ojos fijos en el lobo blanco, no iba a mentir, no tenía caso.Los gruñidos se multiplicaron a su alrededor. Por supuesto que eso ocurriría, l
SaraSubimos al auto con mi esposo e hijo. Sentarme en mi auto fue como volver a aterrizar dentro de mi propio cuerpo. Como si todo estuviera volviendo ahora mismo a la normalidad. Respiré profundo.—Dios, que bueno es volver. —dije, aferrándome al asiento. Habíamos tenido situaciones tan estresantes.Hawk directamente estaba durmiendo, sobre una de las almohadas que había en la parte de atrás. Me daba una gran felicidad verlo allí, durmiendo, a salvo.Detrás de nosotros, Adren venía con Tanya y Kily. Y detrás de ellos, las patrullas de los policías que nos iban a seguir todo el tiempo. Pero al menos aquí, en el auto, podíamos hablar solo los dos.Mi esposo respiró profundamente también. En nuestro auto se sentía una enorme paz. Llegar a un acuerdo fue algo positivo.—Me siento libre. —dijo, sonriendo, dándome la mano. —Como despertar de una pesadilla. Te veo a ti y a nuestro hijo, soy feliz.Sonrió, entrecerrando sus ojos tan bonitos. Como amaba cuando tenía esa expresión tan bonita
NarradorJulius partió con el grupo de cacería. Era tiempo de hacer una limpieza de brujas en la zona este. Buscó reunir una cierta cantidad de información que lo acercara a los escondites. Algunas brujas andaban en grupo, otras, en soledad. Ahora, en la actualidad, muchos buscaban esconderse, vivir huyendo, el camino se hacía mucho más solitario.—¿Qué es lo que sabes en detalle? —preguntó Julius, a uno de los exploradores.El pálido se llamaba Dariel, no era tan antiguo, hacía poco lo reclutó para explorar por su amplia capacidad de rastreo. Era muy veloz. Poseía amplias capacidades para rastrear así fuera de a kilómetros de distancia. Podía, además, camuflarse entre humanos sin problemas. Su apariencia era más parecida a la de un humano.Llevaba el cabello corto, de color rubio ceniza y tenía los ojos cafés. No era tan delgado como los demás pálidos. Su rostro era notablemente más saludable.—Se ha visto la presencia extraña de una mujer que dice poder hablar con el viento. Una muj
—Mariana debe estar avanzando. No responde las llamadas… —respondió Marie, que estaba tratando de no cundir el pánico.El resto del grupo no parecía animado. Nadie quería decirlo en voz alta. Pero cuando alguien no respondía las llamadas no era buena señal. Cuando Mariana sugirió aceptar los consejos de la mujer misteriosa que decía tener información, nadie quiso aceptar. Sobre todo, porque el gran reinado era peligroso. Ellos podían escucharlo todo.Los pálidos estaban detrás de la puerta. A tan solo un paso de asesinarlos a todos. O al menos, de hacerlos sufrir un verdadero infierno.—Marie, debes estar lista por si Mariana no regresa. Nos metimos en líos. —fue Rick quien habló, debía tener unos treinta años. —Nos metimos en un problema desde que aceptaron que esa mujer nos diera información.—No es una mujer cualquiera. Es una poderosa mujer, una bruja, aunque la palabra me suene terriblemente ofensiva. —soltó ella, con rabia, apretando los puños. —¿No es para eso que hacemos todo
SaraEscuchar las palabras de Tanya me hicieron helar la sangre. Un temblor quiso invadirme y lo detuve en el acto. Bebí del té, ya era mi segunda taza. El calor me hizo bien.Me controlé. Estaba actuando de un modo demasiado preocupante. Me estaba dejando llevar por pensamientos de locura.—Lo siento, estoy actuando como una loca. —le dije a Tanya, con la mirada cansada.Me dejé caer sobre una de las sillas. Ella se sentó a mi lado. Miré como, en la sala, Mark estaba viendo la televisión con Hawk. Escogieron su película favorita para ver juntos.Esto era una vida normal. Todo debía tener una explicación lógica que no quería aceptar. Vitaminas, me estaba negando a darle unas simples vitaminas a mi hijo.—Es normal que te sientas sobrepasada. Sara, esto ha sido difícil. —Tanya me miró a los ojos con profundidad. Luego, me tomó la mano. —Lo comprendo, no imagino lo doloroso que fue para ti que te arrebataran así a tu pequeño. Es tu hijo, es totalmente entendible que te sientas mal ahora
—¿Cómo hago para verlo de nuevo? —pregunté, comenzando a sentirme poseída enteramente por los nervios.Kily me tendió su móvil. Ella también temblaba.—Lo grabé mientras se reproducía. —dijo, maravillosa idea.La transmisión se había detenido en seco. Kily volvió a reproducir lo que logró conservar. Miré una y otra vez la repetición. No podía estar segura, pero esa mujer era idéntica a Mariana. Su mismo rostro, cabello, contextura.—Debo preguntar por Mariana, los policías aquí afuera quizás saben algo. La vi afuera de la comisaria… Cuando dejó el sobre. —solté, Tanya me agarró del brazo.—Tenemos que quedarnos juntos aquí. —dijo ella. —Tengo miedo.Adren llegó con nosotras. El también había visto el video. Quizás todo mundo lo había visto. Sería viralizado. Era lo que los que creían en conspiraciones creían. Las imágenes de vampiros. De criaturas espantosas blancuzcas y delgadas. No eran personas. Parecían monstruos tan reales, la gente que estaba siendo torturada parecía tan real. E
ZemEstar fingiendo para ellos no me agradaba en lo más mínimo. Dejé a esa mujer y su hija en un lugar peligroso y no dejaba de pensar en que sería mi culpa si algo llegaba a sucederles. Ella pareció reconocerme. Tenía muchas preguntas.El niño, no me había olvidado del niño. Ese pequeño era la clave para seguir encontrando a esas criaturas que se escondían del gran reinado.Mi identidad. Lo que en un principio era muy importante para mí, ahora casi pasaba a segundo plano. No podía entender porque el gran reinado actuaba de una manera así de sádica. El bosque quemado, las llamas se extendieron destruyéndolo todo.Luego de mantener mi papel habitual, esperé a que mi vigilante volviera a bajar la guardia.Estaba a punto de irme.—Zemmiatar. —pronuncié dentro de mis pensamientos.El pronunciar el nombre que la bruja me dijo, el que me pertenecía, supuestamente, generó en mi una cascada de sensaciones. Repetí mi nombre como un eco. La fuerza pareció multiplicarse dentro de mí.Mis ojos me