Narrador—Zemmiatar siempre será un problema. —Julius observó por la ventana, con los ojos fijos en el extenso bosque que estaba a su alrededor.Allí, los vampiros que estaban a su lado asintieron sin dudarlo. Porque el chico siempre había causado un mar de problemas.—Ahora ves toda la verdad. De porque apareció en ese maldito campo. —Khendra tapó su cabeza, tratando de enfocar sus pensamientos.Era un estado de locura, los vampiros jamás habían estado en una situación así. Se sentía fatal para cada uno de ellos. Tenían que pensar en como resolverían esto. Era una maraña de datos e información que asimilar.—La joven Sara no era lo que pensamos. Maldición. —Julius siguió mirando el horizonte. —Tendremos que atacar de una manera más efectiva. De lo contrario… —Perderemos. Tenemos que ser honestos por primera vez en la vida. —Khendra lo miró fijamente, no podía creer que estuvieran en esta situación.—Ser honesto no significa ser un mediocre derrotista. Tu has perdido, en la casa de a
Khendra miró a Julius con una última esperanza de que recapacitara. Tenía que tener una mínima chispa de fe, eran de la misma especie.—No podemos matarnos entre nosotros y lo sabes. —dijo ella, con la voz grave, tratando de imponerse entre el desastre.Julius atacó, estaba usando sus poderes para crear un humo de color negro que estaba quemando su piel.—¡Debes escuchar! —gritó Khendra, con desesperación. Quería intentarlo todo, presentía en cada uno de sus huesos que algo malo pasaría si enfrentaban a los enemigos.—Mira, traidora. Mira a los tuyos… —dijo Julius, sonriendo con malicia. Estaba señalando hacia donde los vampiros bajo sus órdenes estaban atacando sin piedad a los que estaban de acuerdo con Khendra. —Mira lo que les ocurre a los que me desafían.Estaban perdiendo, en unos pocos minutos estarían borrados de este mundo para siempre. Los ataques eran tan sanguinarios, tan despiadados, que no podrían resistir mucho tiempo. Se agotaban las fuerzas de cada uno de ellos. Grita
SaraCaí en un sueño profundo. Los recuerdos se mezclaban con lo que parecían ser pesadillas. Eran tan reales que sentía el dolor en carne propia, como si estuvieran azotándome en la vida real.Como un golpe que se sentía en lo profundo de mi piel.—Ayuda… ¡Ayuda por favor! —grité.Sin que mi voz saliera de mi garganta. Era de esos sueños en los que no se podía hablar.Los pálidos no siempre sueñan, eso era algo que yo sabía muy bien. En ocasiones, las visiones, las comunicaciones podían ocurrir cuando uno pensaba que soñaba. Era una de las viejas lecciones de Zem.Sentí la presencia de otro vampiro. De inmediato pensé en él.—¿Zem? —pregunté, con los ojos llenos de lágrimas.Era como estar envuelta en una nube de azufre, algo que me hacía lagrimear todo el tiempo. un escozor me recorría de pies a cabeza.—Sara.Una voz vagamente conocida. Femenina. Al escucharla, el escozor y todas las sensaciones desagradables desaparecieron de golpe.Una fragancia se hizo presente. El olor a…. Mar.
Percibí el aroma del pastel que todavía estaba en una de las cajas. Sentí un poco de apetito, al parecer nadie más que yo tenía hambre. Comencé a comer una rebanada que me serví con tranquilidad. En parte, estaba demostrándole a todos que ya estaba estable en mi mente, que no tenía ataques.Luego del sueño, tenía un objetivo en claro. Debía hacer contacto, Zem tenía que ayudarme. Solo con el podríamos usar nuestros poderes con más fuerza.—Parece que crees que estás en un cuento de hadas. —Zem me observó con desprecio. —Tenemos los días contados.—Para alguien que ha vivido siglos, parece que tienes miedo. —sonreí, siguiendo concentrada en mi pastel de chocolate.El sabor era agradable, me sentí mucho mejor después de comer. Entonces oí el débil sonido de Hawk, que reía dentro de la habitación con Tanya y Adren. Lo mejor era que se quedaran allí para mantenerlo a salvo hasta que hiciéramos el contacto necesario.“Debe aceptar” pensé, porque era nuestra única alternativa. Mi querido he
—No voy a matarte Zem. —dijo ella, con el rostro magullado, mirándonos fijamente.—No te sería así de fácil, basura. —soltó el, con total desprecio.La miró con más atención. Fue cuando ambos notamos que había estado peleando, en un enfrentamiento.—Es de vital importancia que me escuchen, no debemos pelear. No tenemos tiempo. —Khendra me observó solo a mí esta vez, como si quisiera buscar piedad en mí.Tenía que ser una broma, mis ojos chispearon en rabia. Ella había sido una de las principales causantes de mi sufrimiento.—No. —maldije, en voz alta.Aunque me costaba controlar mi voz en este estado tan extraño en el que nos hallábamos.—Ustedes no son vampiros normales. Ya lo saben. Pero hay algo que Julius no ha dicho, algo que es tan oscuro que podría cambiar el curso de la guerra. —Khendra hablaba de una manera apresurada.Zem se dispuso a querer atacar y a no escuchar nada de lo que estaba diciendo. Tomé su brazo para impedir que lo hiciera. Algo dentro de mí me decía que tenía
No tenía zapatos puestos, lo noté apenas mis pies tocaron la arena. Los había perdido en ese viaje. El cielo estaba enteramente despejado. Sin ni una nube que opacara ese bello azul, que parecía fundirse con el agua extensa. Era un lugar hermoso. La nostalgia me invadió.—Ya estuve aquí. —murmuré, con una voz apagada. Estaba débil por lo que acababa de hacer.—Khendra estuvo aquí. —Zem me miró con extrañeza, todavía no asimilaba que yo había logrado esto.Sus ojos mostraban algo de rabia por no haber sido él aquel que pudiera romper así los límites. Yo creía, tenía la fe puesta en que iba a salvar a mi familia. Estábamos muy lejos de Julius.—Sí. —miré hacia donde estaba la ceniza.El cuerpo de vampiro de Khendra se había convertido en un montículo de cenizas de color negro. Ella era un pálido antiguo, con un gran poder. Y había muerto así nada más, asesinada por uno de los suyos. Nos había querido decir algo, sus palabras retumbaban en mi mente. Yo no podía creer que solo hubiera sid
Narrador—Busca todo lo que pueda conectarse a los demonios. —dijo Julius, dando una orden directa a uno de sus subordinados.—No están, maldita sea. —otro de los pálidos maldijo, en el departamento no había rastros del grupo.Habían llegado tarde. Como por arte de magia, la manada entera había desaparecido. Eso no era normal. Ningún pálido tenía la habilidad de transportar a tantas personas.—Están desarrollando sus poderes. —uno de los pálidos, Khum, analizó el suelo, pasando sus dedos por allí y descubriendo un pigmento rojo. —Lo que dijo Khendra era cierto.—No, deja de ser tan cobarde. —otro de ellos lo interrumpió.La curandera, recordó Julius, en esa leyenda… El vampiro había tenido hijos con una poderosa bruja. Era una leyenda incierta, nadie sabía si era totalmente verdadera. Ahora, cada palabra parecía ser real. Julius buscó aclarar su mente. —Déjame pensar. —su paciencia tenía un límite. —Yo no soy un débil pálido principiante, no tengo las mismas limitaciones que todos l
Julius contempló a su esposa, que a sus ojos seguía siendo igual de hermosa. Ella no hablaba, pocas veces se expresaba aunque fuera solo con los ojos. Carol iba observando con sus ojos apagados a su viejo amor—Cariño, has trabajado mucho. —la mujer comenzó a hablar, casi entre susurros, como si cada aliento le costara un gran trabajo.Miraba con esos ojos desesperados. El, al oírla hablar, casi grita de la emoción. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Nunca oía que su esposa le hablara, esto era algo nuevo. Menos así, menos consolándolo de esa manera. La abrazó con fuerza, estrechándola entre sus brazos. Su esposa era tan delicada, tan hermosa. Le gustaba contemplar su cabello fino, enredarlo entre sus dedos.—Me has hablado, cariño. —murmuró él, tartamudeando con los ojos llenos de lágrimas.Sollozó. —Me has dicho muchas cosas… —soltó él, aferrándose a ella con tristeza y nostalgia.Carol acarició la cabeza de su viejo esposo, con dulzura, haciendo que se sintiera tranquilo, que estuv