Valeria despertó entre un mar de sábanas y totalmente mareada. Un vistazo a su alrededor le mostró que no estaba ni en su cama, ni en su habitación. Lo último que recordaba era ver a su hermana prepararse para irse de la fiesta. Lo demás estaba difuso. Le costaba separar la realidad de la fantasía. Sólo le costó un momento para reconocer que estaba completamente desnuda debajo de la sábana de lino. Un gemido salió de sus labios. No podía admitir que se había ido a la cama con un desconocido. Pero el dolor entre sus piernas estaba ahí. La incomodidad estaba latente. Y eso sólo era señal de dos cosas. De que había disfrutado mucho o de que le habían hecho mucho daño.Un recuerdo fugaz de ella pidiendo más la sonrojó. Además del hecho de que si la hubieran violado, su agresor no estaría tan felizmente dándose una ducha. Se hubiera marchado.Con lentitud para no caerse de bruces contra el suelo, empezó a buscar algo que determinara la identidad de su amante. A lo mejor Mario la había enc
Valeria estaba comiendo como si fuera un pajarito. De a poquito. Pero mantenía su boca en movimiento para evitar hablar con el imbécil que tenía en frente. En el tiempo que se habían demorado en llevarles el desayuno había planificado una estrategia. No tendría un hijo con Noah. Puede que su reloj biológico estuviera sonando la alarma, pero ella sentía un resquemor en el pecho cada vez que pensaba en ser madre. Además del otro hecho. La dichosa cláusula que la obligaba a donar a su bebé como si fuera un vientre se alquiler. No quería ser madre, pero si el destino le tiraba ese hueso no pensaba despacharlo así como así. Noah podía creer que la conocía, pero ella también era abogada y una muy buena. Encontraría algo. Sin embargo en esos instantes la preocupaba algo más. Alcanzó el móvil y llamó a su hermana. Le importaba un comino si interrumpía su luna de miel, David era otro tipejo que ya tenía una cuenta pendiente con ella. —¿Qué estás haciendo? —preguntó Noah cuando la vio marcar
Noah cogió a su mujer por el codo cuando salió de la habitación. No pudo evitar quedarse cerca y escuchar la conversación. La culpa la tenía el ultimo en salir, que había dejado la puerta entre junta. Escuchó las palabras de su cuñada preguntando si había recuperado la memoria, pero no podía ser, cuando él tenía pruebas de que no era así.—No sabía que también fueras actriz. Mira que engañar a tu familia todos estos años diciendole que sufrías de amnesia.—Cree lo que te de la gana.—Teniendo en cuenta —continuó como si nada. Como si Valeria no hubiera hablado—, que me reconociste de inmediato y eso que tenías unas copas de más. Valeria se detuvo en medio del pasillo. A pesar de ser él quien la sostenía, era ella quien guiaba el camino. Noah no conocía nada del hospital y ella era la que quería marcar las pautas en su relación. Él quería pasarla bien en la cama, por ella no había problema, siempre que un análisis dijera que estaba más limpio que una patena.—Recuerdo algunas cosas, n
—Sí, claro. Que no me gusta que me falten el respeto. —¿De qué hablas, Valeria?—No me parece que te acuestes conmigo mientras tonteas con otra en plena calle donde todo el mundo ve.—No he tonteado. Soy fiel a mis votos —Ante la ceja levantada de su mujer entendió a lo que se refería—. No te traicioné. Emily es una vieja amiga.—Sí, ya. Muy amiga.Noah sonrió abiertamente por primera vez esa noche.—¿Estás celosa, preciosa?—¿Pero que dices? Estás loco. Para sentir celos debería amarte y yo no te amo. Noah perdió la sonrisa. Había olvidado que Valeria también sabía golpear donde más dolía. Esa conversación lo había hecho olvidar el motivo por el que había ido a Nueva York. Y por mucho que no quisiera recordar el pasado era inevitable pensar que había dejado a Emily porque no quería nada serio. Y sin embargo con Valeria había caído bajo su embrujo y había empezado a imaginar un futuro.—Por supuesto que no, pelirroja. Lo que te salva es que estás rebuena porque si no tendría que ima
A medida que los días fueron pasando, el dolor se fue mitigando aunque a Valeria le partía el alma cada vez que hablaba con Penélope. El vacío en los ojos de su amiga se podía apreciar a millas de distancia. El señor Rain le había dicho que no sabía que hacer, que la tristeza le estaba consumiendo el cuerpo. La única alegría que tenía era su hijo. Valeria lo había visto poner sus manitas en las mejillas de su madre, como si él fuera capaz de entender su dolor. Valeria se estaba arreglando para una cena benéfica de última hora cuando Noah entró con problemas en la corbata y los gemelos.— ¿Necesitas ayuda, cariño?—Sí, por favor. Dichosas cosas. Eso lo tuvo que inventar alguna mujer para hacernos pasar trabajo.—Claro que sí —le dijo mientras se paraba delante de él y empezaba a ayudarlo—. Además de que se ven muy guapos. Entonces supongo que ustedes inventaron los tacones y el sujetador.—Un verdadero hombre no hace sufrir a una mujer.—Claro que no. Ya se encarga la naturaleza de h
Valeria apenas hizo un gesto imperceptible con la cabeza. Algo le decía que las palabras dichas a continuación cambiarían su vida para siempre. —Me gustaste desde el primer instante en que mi camino se cruzó contigo. Te he amado como nunca he amado a nadie. Como nunca lo haré en un futuro. También has sido la persona por la que más odio he sentido. Llegado un momento las ganas que tenía de hacerte sufrir casi acaban conmigo.>>—¿Estás de a
Valeria se estaba quedando dormida cuando una enfermera regresó con los resultados. Ciertamente todas las emociones del día le estaban pasando factura. Se sentía más cansada que de costumbre y cualquier cama era la culminación de todos sus deseos. Había enviado a Noah a interesarse por su hermana pero los minutos habían hecho que el cansancio finalmente venciera. —¿Cómo se siente, señora? —Ay, por favor. No me digas así. Eso me recuerda a una viejita llena de arrugas y con los dientes postizos. Me conformo con Valeria. ¿Y ahora dígame que tengo? Ya sé que debo desayunar más. Pero hable, buena mujer, no se quede callada. —Es que a mí me enseñaron que cuando una persona habla las demás deben de guardar silencio.El sonrojo cubrió las mejillas de Valeria. Eso le pasaba cuando estaba nerviosa. Hablaba hasta por los codos. Y era algo que había aprendido a perfeccionar con el paso de los años. Un abogado no podía hablar de más en los juicios. Sería suicidio profesional. —Disculpe —admi
—Ok, vamos a calmarnos. Ninguno tiene idea de lo que estaba pasando por la mente de mi suegra. Tú —dijo Noah señalando a Valentina— acabas de pasar un susto inmenso y tú, pelirroja, no puedes alterarte. —¿Esto será así todo el tiempo? —contestó Valeria alzando las cejas— porque te recuerdo que no es ninguna enfermedad. —¿De qué hablan? —intervino Valentina sin entender nada. No sabía si eran las pastillas o el trauma, pero no atinaba a juntar una frase con otra. Sumandole las dudas que la estaban carcomiendo después de escuchar las palabras de su madre, no tenía todas las facultades. Valeria se giró a su hermana y le dedicó una leve sonrisa. Cogió sus manos y se sentó en la cama.—¿Lista para malcriar a tu sobrino o sobrina?Valentina parpadeó lentamente. Valeria se lo devolvió en respuesta. De fondo se escuchaba las palabras de David felicitando a Noah mientras le daba una palmada en la espalda.—Hombres —habló al fin dándole a su hermana un fuerte abrazo—, se creen que todo el mé